Lo de los hinchas colombianos en Rusia: ¿Gol o autogol?

Dom, 24/06/2018 - 02:43
Lo que ocurrió con los colombianos en Rusia nos permite pensar en muchas cosas. Una fundamental: Al fin hemos aprendido a pensar en equipo. Reaccionamos con vehemencia ante aquellos que con sus desaf
Lo que ocurrió con los colombianos en Rusia nos permite pensar en muchas cosas. Una fundamental: Al fin hemos aprendido a pensar en equipo. Reaccionamos con vehemencia ante aquellos que con sus desafortunadas actuaciones van en contra de esa batalla que los colombianos libramos desde hace varios años: Construir una imagen positiva ante el mundo. Los colombianos somos una nueva raza, que nada tiene que ver con el desastre de los 90 cuando no nos recibían en ninguna parte, nos veían con dudas cada vez que sacábamos el pasaporte. Somos una nueva generación que aprendió a ser protagonista en cuanto evento mundial existe. Siempre, en cada campeonato deportivo, en una entrega de premios internacional, en una lista de personajes destacados hay un colombiano, eso nos mueve, nos enorgullece, nos sacude la pasión nacional. Pero por qué esa autocrítica no ocurre hacia adentro, por qué si nos ponemos a revisarnos, no reaccionamos con la misma vehemencia con los que aquí en Colombia también lo hacen mal. Difícilmente, nos movilizamos con los recurrentes casos de corrupción con los que abren los noticieros al medio día, difícilmente nos moviliza saber -como lo anunció esta semana el Fiscal General-, que algunos de los senadores que se van a posesionar el 20 de julio llegaron con votos comprados. A los que lo hicieron mal en Rusia les llegó una sanción social e incluso laboral (aunque el funcionario de una aerolínea involucrado ha pedido que escuchen su versión, y es necesario escucharlo). ¿Pero y de ahí en adelante?, estamos seguros de que no volverá a ocurrir, estamos seguros de que aprendimos la lección y no aplaudiremos al que logra meter trago camuflado en un concierto, que no le diremos a nuestros hijos que “debe ser un ‘berraquito’ y no dejarse joder de nadie”, como muchas veces lo hemos escuchado de nuestros propios padres o se lo hemos dicho a algún hijo, o a algún sobrino. Lo de Rusia es imperdonable, pero debe abrir una reflexión mayor, individual y familiar, debe ser un tema de conversación en nuestras mesas, para entender que debemos cerrar filas en torno a nuestros comportamientos cuando ofenden o transgreden la norma por más inocentes que puedan ser. No dejar avanzar ese tipo de actitudes en nuestras propias familias cuando estén ocurriendo, invitar a los más pequeños a respetar los acuerdos básicos, a respetar la dignidad del otro, del diferente, del que por cualquier razón está en desventaja, a cerrar de una vez por todas la cultura del “vivo bobo”, esa será la forma en que como país podremos avanzar y no quedarnos sancionando las metidas de pata de unos, sin pensar en lo que nosotros cotidianamente también hacemos.      
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