Los primeros 10 años del Hay Festival en Cartagena

Sáb, 17/01/2015 - 11:22
“No comparto el pesimismo ante el proyecto humano.

A medida que uno envejece se instala el deseo de que el proyecto humano tenga éxito”.

Ian McEwan

“No comparto el pesimismo ante el proyecto humano. A medida que uno envejece se instala el deseo de que el proyecto humano tenga éxito”. Ian McEwan HayFestivalCartagena1Foto Daniel Mordzinsky La gran fiesta anual de la literatura en Colombia se realizará nuevamente en Cartagena el 29 de enero de 2015, con una característica interesante: celebrará su décima edición caribe. El Hay Festival: un excelente momento literato-lúdico como inicio cultural de año. Este festival nació en 1988 en Hay-on-Wye (Gales), un pueblito de 1500 almas que goza y se enorgullece de sus 41 librerías (¡Una por cada 36 habitantes!). La idea original, que permanece, fue compartir y debatir amistosamente gustos literarios, musicales y otras artes. Actualmente se realiza a nivel mundial: México, Italia, Brasil, España y Colombia. Esta nueva celebración se consigna con el libro “diezaños”, coeditado por Penguin Random House y AECID, que recopila con acierto un recordatorio de fotografías y conversaciones escogidas con grandes escritores que asistieron en este lapso al evento. La parte fotográfica es del argentino Daniel Mordzinski, quien en un registro no periodístico nos regala una colección de instantáneas “irónicas, autocríticas y juguetonas”. Mordzinski, corresponsal del diario español El País y otros medios, es conocido como "el fotógrafo de los escritores". Supongo la enorme dificultad de escogencia de las conversaciones sostenidas con escritores en estos 10 años; no obstante, las incluidas en el libro presentan gran interés. Aquí nombraremos algunas de ellas, dejando el encargo de otras muchas al lector interesado: Carlos Fuentes (México, 1928-2012). Falleció pocos meses después de esta conversación. Hizo parte del denominado boom latinoamericano junto a García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, Donoso y otros. No fue consciente de pertenecer a esa generación que dejó profunda huella en nuestra literatura, y cree que fue el resultado de la pobre literatura del siglo XIX en la región: nuestros escritores intentaban, como consecuencia de la independencia de España, imitar a los franceses y estadounidenses; excepción hecha de algunos: Manuel Payno (“Los bandidos de Río Frío”), de Rubén Darío, de José Eustasio Rivera (“La vorágine”) y de Rómulo Gallegos (“Canaima”). Actualmente existe –manifiesta– un nuevo boom con escritores liberados del yugo de tener que contar y rescatar el pasado olvidado. Expresa profunda admiración por García Márquez reivindicando ser de los primeros que lo publicó, y haber sido depositario de la idea que este le confió sobre la escritura de “Cien años de soledad”, libro que tilda de “la Biblia latinoamericana”. Afirma que la literatura se ha internacionalizado y no se habla ahora de un escritor por su origen lingüístico o regional, sino en virtud a que “se ha rebasado el concepto de literatura nacional, para fijarse en los escritores individualmente”, aunque estos tengan raíces y hablen de sus países, el interés radica en que trascienden para convertirse en figuras más universales. Junot Díaz (República Dominicana, 1968), premio Pulitzer, se explaya sobre su oficio de escritor: “...para quienes nos encanta leer, el mejor trabajo es ser escritor”. “En Estados Unidos, aunque digan lo contrario, tienen un temor profundo del español y de los latinos”. Una frase que pesa gravemente, sobre todo pronunciada por alguien tan insertado en la cultura estadounidense hasta el punto de escribir sólo en inglés. Ian McEwan (Reino Unido, 1948) explica lo difícil que encuentra escribir una novela; a cada inicio de una se enfrenta a dudas, tropiezos, a pesar de la experiencia adquirida. Aconseja a los jóvenes escritores: “No arranquen con una novela de ochocientas páginas. Arranquen con un cuento de quince páginas, permitan que los relatos cortos sean su laboratorio, su crisol”. Alessandro Baricco (Italia, 1958) cree que el contexto en el que se nace y crece ejerce gran influencia en los temas de un escritor y en la manera de narrar. El mar se le convirtió en sueño por su lejanía, nació en Turín. Su adolescencia aburrida lo llevó a soñar bastante. Decidió escribir historias porque sus padres trabajaban mucho y no contaban nada extraordinario. “Seda” su gran éxito fue escrito con la única pretensión de ser un libro personal, no entiende como alcanzó la notoriedad que goza; confiesa que es un libro simple y de los suyos el que menos le atrae. Su interés es contar historias con personajes imposibles, algo típicamente sudamericano, considera; como es el caso de García Márquez. Narrar la realidad no le apasiona, para ello escribe ensayos. Las escuelas de escritura, explica, permiten formar escritores: “el talento no puede enseñarse pero sí entrenarse”. Salman Rushdie (India, 1947) manifiesta halago cuando lo comparan con García Márquez, aunque asegura que ya había escrito una novela cuando leyó “Cien años de soledad”; algo en común tienen: la inversión de la realidad. Comenta que sus célebres “Versos satánicos” narran un desprendimiento de las raíces; es una novela sobre la migración de quienes van de Oriente a Occidente y ese trayecto cuestiona todo lo que son, como consecuencia los embarga una crisis existencial. En la historia de la humanidad, dice, lo sagrado ha sido una manera de callar a la gente, el monopolio que hacen los religiosos del tema generan los ayatolás y las inquisiciones. Cae como anillo al dedo por estos días cuando Francia sufre tan gran revés terrorista, originado justamente por eso: creer que lo sagrado es incontrovertible. Mario Vargas Llosa (Perú, 1936), premio Nóbel 2010, y Julian Barnes (reino Unido, 1946) sostienen una interesantísima charla sobre “Madame Bovary” a cuyo autor, Flaubert, consideran el padre de la novela moderna. Encuentran su prosa perfecta, genial. Barnes escribió el libro “El loro de Flaubert” y Vargas Llosa “La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary”. Resalta este último de Flaubert su gran destreza narrativa, su maestría extraordinaria y el alto grado de erotismo, y se declara eterno enamorado de Madame Bovary. Javier Cercas (España, 1962) aborda diversos temas; reviste relevancia la transición de la dictadura franquista a la democracia, de apariencia pacífica fue en realidad una guerra subterránea: “Todos los grandes cambios se han producido de manera violenta... La violencia forja la historia”, añadiendo luego: “Las revoluciones se producen cuando hay una gran cantidad de adolescentes sin perspectivas de vida, sin esperanzas, pero capaces de jugarse la vida por ello”. El novelista precisa que “escribir una novela es como crear un juego donde tú tienes que inventar unas reglas a medida que escribes”, reglas a las que ha de serse fiel y llevan a los personajes a tener vida propia. Herta Müller (Rumania, 1953), premio Nóbel 2009, dedica su charla al contexto en donde evolucionó para convertirse en escritora. Menciona la dificultad idiomática dado que nació en un pueblo de habla dialectal alemana; tardíamente aprendió rumano y alemán. En el medio en que creció había ausencia de palabras: los campesinos consideraban superfluo hablar, era propio de citadinos desocupados. Además, el medio dictatorial del calamitoso Ceausescu, de corte estaliniano, no permitía el libre desarrollo de la escritura ni de expresión de ideas. Su lucha ha sido contra todas las formas de dictadura; la religión es una forma de totalitarismo. Lydia Cacho (México, 1963). Escritora y periodista, célebre por denunciar la trata sexual de niños en México, causada por un poderoso personaje asociado al gobernador del estado de Puebla; ambos disfrutaban y explotaban este ominoso tráfico. Su obstinación la puso al borde del asesinato, del que asombrosamente escapó, los delincuentes fueron encarcelados. Vicenta Siosi (Colombia, 1965) considera que un escritor indígena –pertenece a la etnia wayuu– “guarda y transmite el saber, la filosofía y la historia de la comunidad”, debe por tanto conocer bien la tradición. Aunque es difícil establecer una clara diferencia entre el legado tradicional indígena y la creación propiamente, precisa que en estos casos el escritor es un narrador capaz de influenciar la etnoliteratura con su humor personal, musicalidad y manejo del tiempo mítico. Largo sería citar cada entrevista. “Hay en el Hay” muchos escritores fotografiados y/o entrevistados como Nélida Piñon, la primera mujer presidente de la Academia Brasilera de Letras. Juan Gabriel Vázquez que habla del exilio voluntario de los escritores latinoamericanos para “graduarse” afuera. Héctor Abad, Piedad Bonnet, Rosa Montero y David Rieff (hijo de Susan Sontag) dialogan sobre sus libros escritos como consecuencia de la muerte de sus cercanos; una forma de conjuro y duelo de sus seres queridos. Una invitación a conmemorar estos 10 años del Hay Festival a través de la lectura de este estupendo libro.
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