Los problemas de la infraestructura de Bogotá

Por: Juan Gonzalo Zapata Giraldo  Líder de proyectos de Desarrollo Regional del Cider La tercera fue la vencida, después de negar el cupo de endeudamiento en noviembre de 2012 y en abril de 2013, este mes el Concejo le dio luz verde a la administración Petro para que se endeude en poco más de 3 billones de pesos. La controvertida decisión inclusive fue finalmente apoyada por algunos concejales caracterizados como francos opositores del gobierno local. El cupo aprobado es menor al originalmente solicitado el año pasado. Sin embargo, el listado de las obras que financia es prácticamente igual. La reducción no responde a limitaciones de la ciudad para endeudarse, pues es claro que la situación de las finanzas de la ciudad es muy sólida y así lo ratifican las calificadoras de riesgo. Los recortes fueron más bien producto de la negociación política. Preocupa que se perdiera tiempo valioso en esta negociación, pues estos recursos, en el mejor de los casos, se ejecutarán desde el segundo semestre del 2014. Se extiende el atraso en la ejecución de las obras programadas en el Plan de Desarrollo y se suma a los atrasos acumulados de tiempo atrás de Sistema Transmilenio y de otras obras financiadas con valorización. El cupo destina el 25% de los recursos a financiación del Metro, un 45% a los dos cables, la troncal de la Boyacá de Transmilenio y cerca de diez obras complementarias de este sistema. Los recursos restantes se destinan a financiar obras de espacio público, salud y educación. Sin embargo, la ejecución de las obras de movilidad está concentrada en el 2014 y 2015 y es bien probable, que la contratación se extienda inclusive por fuera del periodo de la actual administración. Esto no representaría un mayor problema, pero uno encuentra que los problemas de movilidad se mantienen y en muchos casos empeoran, y hay un preocupante atraso en la finalización de las obras que vienen de mucho tiempo atrás. El remate de las obras de los Transmilenios de la carrera décima y la calle 26 es un buen ejemplo. En buena hora la ciudad tiene un panorama financiero despejado en el largo plazo, pero esta es una condición necesaria pero no suficiente para tener éxito con la infraestructura. Lo sucedido recientemente deja en claro que los problemas están en la ejecución, pecado que también tiene el gobierno nacional, pero que ciudades como Medellín, Barranquilla y Cali parece que sortean con mejores resultados. Si hay un problema estructural de la falta de planeación o de la complejidad de los procesos de contratación pues se debe pensar en reformar o cambiar en forma definitiva la ley 80. También se podría analizar posibilidades novedosas derivadas del estatuto de la ciudad. En su momento, Metrovivienda fue una respuesta muy valiosa para solucionar los problemas de espacio para construcción de vivienda. Los problemas del desarrollo no son sólo de recursos. La gestión de nuestra infraestructura es un problema de vieja data, Colpuertos y Ferrocarriles Nacionales nos traen malos recuerdos; lo mismo el remate de varias autopistas y del túnel de la línea. Si bien hay esfuerzos recientes que analizan el problema, no aparecen propuestas de gestión alternativas a las actuales. Es posible que una mirada a la gestión de la infraestructura en otras ciudades colombianas y del exterior nos de algunas luces.