Son varias las películas que advierten de los cambios que enfrentaría la humanidad a cuenta de la tecnología. La interacción entre máquinas y humanos ha sido común en el cine y la televisión. Robots que realizan tareas inteligentes, que enseñan o conviven con nosotros, nos parece que aún está lejos de la realidad. Para muchos, es únicamente ficción, sin embargo, estamos cerca de que la realidad supere la fantasía.
Andrés Oppenheimer en su libro ¡SÁLVESE QUIEN PUEDA!, manifiesta como las tareas humanas mecanizadas, incluso algunas con cierto nivel de complejidad, están siendo remplazadas por cuenta de tecnologías como la robótica, la realidad virtual y la inteligencia artificial.
La era de la automatización de las tareas humanas parece más cerca que nunca, y esto es una realidad que afecta todas las esferas del conocimiento incluida la educación, generando en consecuencia una inmensidad de recursos como nunca antes disponíamos para aplicar en los salones de clase.
Trate de imaginar por un instante todo lo que podríamos hacer con unas gafas de realidad virtual en un aula. El estudiante no tendría limitaciones de tiempo, espacio y recursos para el aprendizaje. En una carrera como medicina, por ejemplo, no tendrían que experimentar con cuerpos humanos reales, pero sí podrían explorar toda la fisionomía humana con la misma intensidad y rigurosidad. Los estudiantes de antropología podrían llevar a cabo investigaciones étnicas o culturales en cualquier lugar del mundo, al mejor nivel de detalle sin salir de su salón de clase. Como también, un alumno de 5º grado de la clase de historia podría tener una experiencia vivencial en la edad media sin salir de su salón de clase.
Estos avances tecnológicos traen ventajas potenciales para la educación, lo cual estaría permitiendo que crezca exponencialmente la oferta de recursos digitales disponibles a través de plataformas y dispositivos. Por ejemplo, Google dispone de centenares de proyectos sobre videos educativos para realidad virtual. A su vez, en 2017 presentaron al mundo académico un pequeño robot llamado “profesor Einstein”, que es capaz de conectarse a una plataforma en nuestros dispositivos móviles y presentarnos la información que sea de nuestro interés. El estudiante puede preguntar lo que quiera y este pequeño robot con cabello blanco le contestará al mejor estilo del famoso científico.
¿Los profes serán reemplazados por la tecnología?
A partir de la propuesta de Oppenheimer, los profesores no podrían dejar de existir, pero si deberán ser capaces de reinventar su profesión. Es claro que las tareas rutinarias, metodológicas o semiestructuradas podrían ser realizadas por una máquina en un salón de clase, es decir, si se trata de brindar información o conocimiento, un robot pueden ser una buena alternativa, pero la estrategia enseñanza-aprendizaje conlleva necesariamente un enfoque afectivo, actitudinal y emocional en el estudiante que no puede ser reemplazado por una máquina, por consiguiente, surgen nuevos retos para el profesor en la era de la automatización.- El reto de la creatividad