Dos conciertos de abono se escucharon el martes 10 en Cartagena, como continuación del festival musical. La variedad fue la característica tanto en lo que se refiere a compositores, como a temáticas, épocas, interpretes, y países de origen.
Personalmente tenía mucha expectativa de escuchar de nuevo a la violinista Lara St. John a quien me había referido cuando fue solista de las cuatro estaciones de Piazolla. Ella actuó junto con la arpista uruguaya Maria Luisa Rayán-Forero, en la interpretación del “Larghetto y allegro en sol menor” del gran compositor de óperas Gaetano Donizetti. La ejecución en esta oportunidad estuvo despojada de la teatralidad que impuso en su debut. Buen sonido en su finísimo instrumento un Guadagnini de 1779, afinación correcta y como resultado una buena interpretación de la sonata.
Los compositores americanos fueron representados por el norteamericano Samuel Barber de quien Brian Ganz en el piano y Alisa Weilerstein, tocaron su sonata para chelo y piano compuesta en 1932.
Y un final de maravilla en la sesión de la mañana con el cuarteto invitado Saint Lawrence que desplegó toda su musicalidad y poder de interpretación al tocar uno de los cuartetos famosos de Beethoven el No. 1 del opus 59 que fue dedicado al conde Razumovsky a la sazón embajador ruso en Viena.
Desde el punto de vista de la pluralidad el programa de la noche trajo dos sorpresas interesantes. La actuación del mexicano Horacio Franco en el concierto RV 90 de Vivaldi No. 3 del opus 10, denominado El Jilguero y la presentación del Ensamble de música antigua “Música Ficta” integrado por seis músicos colombianos.
Franco estudió en los conservatorios de México y en el Sweelinck de Ámsterdam. Interpreta la flauta de pico con extraordinaria maestría. Acompañado por una orquesta de cuerdas conformada por diferentes músicos invitados logró un significativo éxito en la capilla del Santa Clara. Su cadencia con improvisaciones demostró porqué ha sido invitado al Carnegie Hall de NY donde solo llegan músicos distinguidos. Sin que tenga dares ni tomares el solista, la desafinación de uno de los chelistas, en dúo con el mexicano, estropeó un corto período el desarrollo de la obra.
El violinista Steven Corpes volvió a cautivar a los aficionados en el conocido concierto para violín BWV 1041 de Juan Sebastián Bach. En las notas largas del andante del segundo movimiento dio a su vibrato un tinte de músico de alta escuela aumentando la intensidad poco a poco con estupendo efecto.
Y al final Música ficta ofreció un banquete de villancicos, tonos y bailes de la América colonial, que resultó muy atractivo no solo por su novedad, sino por la buena interpretación de los instrumentos antiguos y el buen tratamiento de la voz por parte de sus integrantes.