
En diciembre, algunas personas no ven la hora para gastar su dinero, o incluso como popularmente decimos: quemar la platica sin remordimiento alguno.
Sí, digo quemar porque, lamentablemente, en esta temporada compran totes, voladores, cohetes, chispitas y hasta volcanes, sin pensar en el riesgo al que se puedan exponer. Todos estos artefactos pirotécnicos que en el 2017 causaron la mayoría de quemados por pólvora en el país. Sin embargo, algunos colombianos continúan con la mal llamada “tradición de quemar pólvora en navidad”, y cuenta de ello, son los 781 quemados que se reportaron en la temporada decembrina en el 2017 y los 293 quemados que se reportan a hoy, 20 de diciembre de 2018, de los cuales 164 son adultos y 129 menores de edad.
A primera vista no dicen mucho las cifras por si solas, pero ¿realmente entendemos el daño que genera una quemadura, sobre todo en niños y niñas? Veamos un ejemplo de la vida real.
La historia inicia con unos traguitos y un grupo de vecinos irresponsables quienes comienzan a echar pólvora el 24 de diciembre del año 2013. En esto, un volador sale dirigido a la terraza de al lado e impacta a Juan Esteban, un niño de 11 años, quien pierde su ojo derecho por el simple hecho de estar celebrando la navidad con su familia. Él se tuvo que someter a varias cirugías, entre ellas, una para evitar morir envenenado por la toxicidad de la pólvora, y otra de reconstrucción del párpado en un largo y doloroso proceso que duró cerca de 4 años. Como esta historia hay muchas más, y de hecho en lo que va corrido de diciembre ya son 19 personas con amputaciones por culpa de la pólvora en el país.
De igual manera, y con el más mínimo sentido común, muchos colombianos continúan llevando pólvora a sus hogares acompañándola de las típicas justificaciones: “quemar pólvora es tradición”, “celebrar sin los estruendos no es una navidad de verdad”, o incluso, “sin chispitas los niños no se divierten”, excusas que cada año se repiten sin importar que la multa por quemar pólvora en espacio público es de $786.880 pesos.
Ante este panorama, el primer llamado que se debe hacer es a la autorregulación, es decir, NO COMPRAR PÓLVORA POR DECISIÓN PROPIA, entendiendo con esto que uno se puede ahorrar el riesgo y que la celebración merece preservar la vida e integridad de quienes nos rodean.
Lo segundo, mayor regulación por parte de las autoridades. Un tema en el que hemos trabajado insistentemente desde hace tres años, pues es necesario que se incaute la pólvora que no cumpla con todos los elementos de seguridad.
A estas alturas, no es posible que se presenten casos como el de Manatí Atlántico, un municipio en el que resultaron 28 personas de una familia quemadas por culpa de la pólvora y la “tradición” de celebrar el día de velitas. Esto ocurrió el pasado 8 de diciembre y entre los lesionados más graves, está un joven de 21 años que fue sometido a una operación en sus testículos con el riesgo de quedar estéril. Aquí me pregunto: ¿es realmente necesario arriesgarse a tales efectos por celebrar con pólvora? La respuesta es muy sencilla para mí, definitivamente NO.
Por todo lo anterior debemos tener en cuenta que, primero: necesitamos promover un cambio cultural que impida que la pólvora llegue a manos de cualquier niño, niña, adolescente o joven, y para esto es fundamental promover la corresponsabilidad de todos con campañas de prevención y Cultura Ciudadana. Dos, nos urge un avance en la prohibición de la pólvora, esta sólo debe ser manipulada por profesionales expertos; y tres, es muy importante, para la navidad y fin de año, que la policía y las autoridades locales aumenten los controles en todo el territorio nacional para evitar la comercialización ilegal de pólvora, para ello es fundamental la denuncia ciudadana.
Cada persona puede ayudar a evitar que tengamos más quemados llamando al 123 en caso de ver venta de pólvora en el espacio público, si evidencian quema indiscriminada en las calles o si conocen fábricas clandestinas.
Entonces, sobran las razones para decir: No enciendas la chispa que apaga la VIDA, nunca toques la pólvora, NUNCA.