En medio de los escándalos relacionados con el destape de la corrupción en la Corte Suprema de Justicia conviene evitar dos tipos de errores.
El primero es creer que la corrupción se limita a una de las máximas instancias del poder judicial. Al igual que había insistentes rumores sobre la suciedad de los magistrados hoy descubiertos, hay casos similares que afectan las demás jurisdicciones, los tribunales superiores y los magistrados de base. No son sólo tres ovejas negras. Grave sería que, aprovechando el actual escándalo, pasaran de agache los demás que también utilizan la administración de justicia para enriquecerse.
El segundo error es creer que los políticos muy cercanos al gobierno Santos, que tantos favores recibieron del Ejecutivo, son víctimas de la extorsión de unos magistrados venales. Eso no es cierto. Son bandidos que llevan años ordeñando mermelada para enriquecerse y fortalecer sus bases políticas. Ellos no son víctimas sino victimarios de los pobres de su región que han sido castigados por la corrupción que ellos encarnan. En este país de relativismo moral, sólo falta que empecemos a compadecer a quienes han desangrado el erario con el visto bueno del poder.
No son todos los que están siendo señalados hoy por la prensa. Ni son todos los magistrados corruptos ni son todos los políticos sucios. Hay muchos más que cobran por fallos y muchos otros que se lucran de la mermelada.
El interés del régimen es contener el escándalo. Se nota en los medios de comunicación que quieren, a como dé lugar, focalizar la atención en los tres magistrados mencionados y los pocos congresistas involucrados. El objetivo es desviar la atención del caso Odebrecht que afecta a las más altas esferas del poder. Hay un temor en los poderosos de que se siga destapando la porquería que hoy está enquistada en el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial, los medios de comunicación, los gremios, el sector privado e incluso las iglesias.
La Fiscalía se presta para esta purga selectiva, que escoge culpables mientras protege a otros poderosos que no pueden ser alcanzados pues podrían hacer colapsar el edificio de la corrupción.
Mientras tanto, como una construcción cuyas vigas se las comió el gorgojo, nuestra democracia tambalea en medio de la podredumbre.
No son todos los que están
Mar, 05/09/2017 - 01:50
En medio de los escándalos relacionados con el destape de la corrupción en la Corte Suprema de Justicia conviene evitar dos tipos de errores.
El primero es creer que la corrupción se limita a un
El primero es creer que la corrupción se limita a un