Nuevas oportunidades para la financiación del desarrollo regional

Mié, 31/07/2013 - 01:01
Por: Juan Gonzalo Zapata*
Líder de proyectos del Cider de la Universidad de los Andes

El país vive en su historia fiscal rec
Por: Juan Gonzalo Zapata* Líder de proyectos del Cider de la Universidad de los Andes El país vive en su historia fiscal reciente una bonanza de recursos que no tiene precedente en nuestra historia financiera. Esta situación es totalmente opuesta a la que se vivió a mediados de la década de los años noventa, cuando el proceso de descentralización estuvo en cuestionamiento por los malos resultados fiscales de un grupo importante de departamentos y municipios. Muchos de ellos fueron auxiliados con recursos de la Nación para reflotar sus finanzas mientras comenzaba un lento y doloroso proceso de ajuste en estas entidades. Entre las críticas que recibía la descentralización se afirmaba que era un proceso muy costoso pues tocaba financiar tres niveles de gobierno, mientras en la mayoría de los países la distribución de recursos y funciones se concentra en dos niveles. Otros aseguraban que el mismo iba a generar pereza fiscal de los territorios, dado el alto monto de las transferencias inter gubernamentales, o que el gasto de funcionamiento se dispararía por efecto del exceso de recursos. Es más, la situación a mediados de los años noventa era la prueba del mal diseño de ese modelo. Lo que se encuentra ahora es una situación totalmente opuesta. En primer lugar hay un balance aceptable de la descentralización en materia fiscal. Las calificaciones de desempeño fiscal del Departamento Nacional de Planeación (DNP), muestran a lo largo de los últimos años una convergencia en la mayoría de los territorios en obtener mejores calificaciones. Esto significa un crecimiento en el recaudo de los recursos propios, en un control del gasto de funcionamiento, en la generación de ahorro corriente y, en últimas, de un mayor volumen de inversión financiado no sólo con otras fuentes de recursos, como las regalías, sino también con sus propios recursos. Finalmente, el nivel de endeudamiento de los entes territoriales es muy bajo y se encuentra concentrado en unos pocos territorios. Esta tendencia general no debe ocultar que hay un gran pendiente en un grupo pequeño de territorios que no han podido consolidar su gestión y su situación financiera y, por el contrario, los malos resultados son endémicos. A su vez, con la creación del Sistema General de Regalías, éstas se desconcentraron y llegan a un número mucho mayor de territorios. Las regalías, por efecto de la bonanza de precios y el aumento de la producción de carbón y petróleo, aumentaron su monto a cerca de $10 billones anuales en el último quinquenio. Esto es una revolución en materia de inversión para las regiones. El recuento anterior deja en claro que el Estado colombiano logró generar los recursos públicos necesarios para financiar  la descentralización. El  gran reto ahora es fortalecer aún más la gestión territorial y lograr que los proyectos que se financien  se conviertan en logros importantes en equipamiento urbano y política social. Si bien los recursos perse no garantizan el éxito del desarrollo, es mejor disponer de ellos y no reclamar su ausencia. Los problemas regionales son diferentes a los de antes. La Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial (LOOT) y el fortalecimiento de polos regionales de desarrollo son el nuevo reto. Esta ley necesita mayor desarrollo, junto con decisiones que le den una mayor autonomía a gobernaciones y alcaldías con buenos resultados en su gestión.
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