A Juan Manuel Santos le gustan tanto los falsos positivos que hasta se los hace él mismo. Si pudiera se vestiría de guerrillero y se daría un tiro en la sien para después mostrarse como una baja en las filas de la subversión. Pero, por supuesto sus escoltas no le dejan hacer esta payasada, están atentos a detenerlo cuando lo ven desesperado por producir una noticia que lo suba aunque sea un poquito en las encuestas.
La semana pasada salió a presentar un falso positivo pero en cuerpo ajeno. Se trataba de reaccionar frente a una información publicada en la revista Semana y que por supuesto le servía en bandeja de plata para mostrar su talante de demócrata integral.
La revista reveló que se había allanado un sitio de espionaje en pleno centro de Bogotá y el presidente de inmediato se puso su vestido más elegante, se paró detrás del atril presidencial y anunció que no dejaría que “la mano negra” chuzara a sus delegados de La Habana.
La noticia era una joya. Podía mostrarse como un “positivo” real el desmonte de un grupo de “chuzadores” ilegales, dirigidos por militares activos. Y él, como comandante en jefe de las fuerzas militares se mostró enérgico, resuelto, decidido a acabar con las ruedas sueltas, con aquellas manzanas podridas en el estamento militar, aquellos que se salen de la legalidad y que, como insinuó, estarían alimentando de información a los opositores de la paz y de su gobierno.
¡Ni más faltaba!, la paz, ese bien supremo que lo llevará a la historia, no puede ponerse en riesgo por unos cuantos militares desobedientes. Esa noche Juan Manuel debió dormir a gusto con él mismo. Frente al espejo seguramente se repitió: Soy un verraco, un verdadero líder.
Claro, a la mañana siguiente las cosas fueron a otro precio. El propio ministro de defensa se dio cuenta de que la habían “ensuciado” como un par de niñitos de pañales cuando se apresuraron a dar declaraciones, a separar del cargo a militares, a respaldar la actuación del Fiscal General y a desmantelar una central de inteligencia llamada Andrómeda. Entonces tuvieron que recular, hacer otras declaraciones precisando lo impreciso: que no era una central de escuchas ilegales, sino un centro autorizado por el mismo gobierno. Prometieron, eso sí, una investigación exhaustiva para llegar al fondo de los hechos y se quedaron tan frescos como si no hubiera sido ellos los que armaron tamaño despelote.
Con eso salieron del auto falso positivo. Pero si fuéramos un país serio –que posiblemente no lo somos- tantos errores, tanta desinformación no podría quedarse así. El presidente y su ministro de defensa deberían por lo menos explicar algunas cosas:
¿Por que salieron a dar declaraciones sin aclarar primero, al interior del propio gobierno, lo que estaba pasando?
¿Para qué y por qué, el Ministro de Defensa separó de sus cargos a los militares encargados de las labores de inteligencia, si lo que ellos hacían era una actividad legal y autorizada?
Si fue el mismo ministro el que tomó la decisión de separarlos de sus cargos, entonces ¿por qué después, en forma airada, aseguró que “no tolerará destituciones” sin fundamento?
¿Por qué el fiscal no preguntó al presidente y a su ministro, antes del allanamiento, si ellos sabían de estas actividades?
¿El senador Cristo, que se apresuró a ofrecer una comisión parlamentaria para investigar el proyecto Andrómeda, va a seguir con la farsa ahora que el gobierno reculó?
Bueno, podríamos seguir haciéndonos preguntas y preguntas, que nadie va a responder porque los “falsos positivos” sirven para dar llamativas ruedas de prensa, pero no para gobernar. Y recordemos que el presidente lo que está es en campaña.
www.margaritalondono.com
http://blogs.elespectador.com/sisifus/
Otro falso positivo de Santos
Lun, 10/02/2014 - 15:35
A Juan Manuel Santos le gustan tanto los falsos positivos que hasta se los hace él mismo. Si pudiera se vestiría de guerrillero y se daría un tiro en la sien para después mostrarse como una baja e