Considerar al señor Assange un terrorista internacional es una estupidez. Apenas es un fisgón, chismoso y metido en lo que no le importa. Pero de ahí a condenarlo a muerte como quisieran los talibanes americanos, los banqueros suizos o José Obdulio, hay un abismo. Si mucho, que le chucen sus mails personales y verán que hasta el más amante de la verdad, tiene secreticos inconfesables.
¿O me van a decir que hay alguien a salvo de íntimas perversiones? ¡Que tire la primera piedra quien esté libre de algún pecado en la intimidad! La verdad pura y dura es insoportable casi siempre. Ninguna mujer aguanta que el marido le diga de frente que está gorda y fea y que prefiere a la secretaria. Nadie soporta que los vecinos le critiquen su decoración de navidad. ¿Qué persona aguanta resignada que la dejen de lado por su mal aliento? Un estudiante no aceptaría que el profesor le dijera lo que de verdad piensa: ¡Es que usted es muy bruto!, dedíquese a otra cosa.
La verdad no es fácil de digerir, por eso se inventaron la diplomacia. Cuando la diplomacia funciona hay menos guerras: ¡más hipócritas y menos soldados! ecuación perfecta para la paz. La diplomacia hace ver bonito al feo, divertido al tedioso, trabajador al vago. La diplomacia es un embellecedor como lo es el whisky en un coctel bogotano.
En estas tierras, por cuenta de que Uribe y Chávez reprobaron el curso de diplomacia por “ser muy brutos”, como debió decirles a tiempo el profesor de relaciones internacionales, casi nos damos en la jeta marica. Afortunadamente llegó el adalid de la diplomacia, aquel que hace lo políticamente correcto y fíjense: Nos aman los Chávez, los Correas, y con un poco más de tiempo lo harán los Evos y Ortegas. Solo falta que Assange se tire este santo esfuerzo y salga con un wikileaks diciendo que Tutina escuchó al presidente hablar dormido; se quejaba dando puñetazos al aire y gritaba: No soporto más ese “zambo” maleducado y bocón (¿Se refería a Chávez, a Uribe, a Correa, a Evo, a Ortega? ¿A todos los anteriores? Diplomacia es dejar esa pesadilla ahí, verdad es interpretarla. El día que chucen las camas de los mandatarios este mundo se va p´al carajo. ¿Quién aguanta un secreto de alcoba?
Entonces la verdad es dura siempre, ¡cuéntela quien la cuente! A Piedad le duele la verdad de los computadores de Reyes y Jojoy, a La Corte le duele la verdad de la de los tintos, a José Obdulio la de Naranjo, a USA la de wikileaks y a nosotros las verdades de ocho años que nos caen ahora como una avalancha de lodo.
La diferencia entre unas y otras está en el método. ¿Cuál es legítimo: las chuzadas, la incautación de computadores, la del hacker, la de la esposa celosa entrando a facebook, la de Yidis en el inodoro de Uribe?
Que la verdad sea buena o mala de acuerdo al método, es una cosa y de acuerdo a quién la diga es otra cosa. ¿Es más verdad lo que dice un monseñor, que lo que cuenta una puta? Porque lo que dicen las personas puede o no ser verdad, es decir lo que dice la gente no siempre es verdad. Y por eso pienso contrario al viejo adagio: a la gente NO hay que creerle todo lo que dice. Para averiguar la verdad, esa que nos interesa a todos, se hizo la justicia, con pruebas y testimonios, interrogatorios legales, defensas garantizadas. Lo demás son chismes, chuzadas, infidencias y periodismo: que para eso estamos nosotros.
En todo caso antes de juzgar hay que escuchar muchas versiones, versiones encontradas, disímiles y hasta contradictorias: Viéndolo bien, a Assange lo debía era premiar. Bueno, que lo cuelguen de dónde sabemos o lo premien, pero que no siga hablando porque no aguantamos tantas verdades.
Que lo cuelguen o lo premien, pero que no siga hablando
Mar, 14/12/2010 - 00:01
Considerar al señor Assange un terrorista internacional es una estupidez. Apenas es un fisgón, chismoso y metido en lo que no le importa. Pero de ahí a condenarlo a muerte como quisieran los tali