Que se convierta en una oportunidad

Lo que está sucediendo con los estudiantes es una realidad que, por acción o por omisión, ha contribuido a generar descontento y debe analizarse seriamente por parte del Estado colombiano y por toda la sociedad. No se trata de una expresión local de insatisfacción sino una prueba de que pertenecemos a un mundo globalizado donde el movimiento de los indignados ya empezó con éxito. No será el único, porque objetivamente en Colombia hay muchas realidades que llevan al descontento. Además, las Farc habían deslegitimado las movilizaciones populares, pero aparentemente, para bien de la democracia, ese escollo parece superado. La gente y particularmente los jóvenes, ya no temen que por expresarse se les asocie necesariamente con la guerrilla. Y tal vez la noticia más importante es que se ha despertado una juventud que venía de una enorme apatía por los temas nacionales. Y además, lo están haciendo con éxito porque no son promesas menores las que ha hecho el presidente Santos: retirar el proyecto de Ley de reforma a la educación superior si los estudiantes vuelven a clase. Por las anteriores y muchas otras razones, la forma como el gobierno, y la ciudadanía manejen esta gran movilización, define la gobernabilidad en Colombia. Por las reacciones de diversos miembros del Gobierno es evidente que el Presidente lo ha entendido mejor que algunos de sus funcionarios. Como se trata de consolidar una democracia de ciudadanía, es fundamental que aquellos que protestan en paz tengan la plena confianza en que sus argumentos son escuchados. La noticia es que nuestros jóvenes están dejando de ser simples "gomelos" para empezar a consolidarse como ciudadanos. ¿No era eso precisamente lo que los adultos queríamos? Politizar a la juventud en el correcto sentido de la palabra, es decir, buscar el bien público sobre el beneficio personal. Esta es la semilla del nuevo liderazgo político que pide a gritos el país. Pero es necesario aceptar que tanto el Gobierno como la ciudadanía han cometido errores. ¿Cómo se le ocurre a la Ministra anunciar que ha consultado con el Banco Mundial cuando no lo había hecho con los estudiantes? Falta de olfato político. ¿Y dónde estuvieron los rectores de las universidades divididas entre las privadas, carísimas y preparando los CEO para el sector privado y aquellos de las públicas, ahogadas de estudiantes y sin plata? La estratificación absurda de este país también se da en estos casos. ¿Por qué no pudieron servir de canalizadores del descontento? Probablemente porque se enfrentan a problemas distintos. Menos mal que el presidente Santos no fue a la posesión del nuevo rector de los Andes. Lo hubieran crucificado, y ¿cómo se les ocurrió invitarlo en este momento? Definitivamente el desubique de nuestra Universidad de los Andes es inconcebible. Se supo que en su posesión, el nuevo rector habló como si estuviera en Harvard, en medio de un país rico y en paz. Esta movilización puede ser el principio de algo que se veía venir: la profunda insatisfacción de muchos. Ya se les están uniendo las clases medias y los sindicatos, así se frunzan los miembros de nuestra dirigencia que viven entre el Gun y Anapoima, cuando no están en Nueva York o París. Preparémonos para manejar estas expresiones de frustración; abramos todos los espacios de diálogo y canalicemos la indignación, siempre y cuando no haya violencia. ¡Ojo estudiantes! Que sea esta una oportunidad para reconciliar a este país. ¡No nos podemos equivocar, ni los estudiantes, ni el gobierno ni la sociedad civil! E-mail cecilia@cecilialopez.com www.cecilialopezcree.com www.cecilialopez.com @CeciliaLopezM