Oscar Iván Zuluaga era el candidato natural del Centro Democrático. Le ganó a Santos en primera vuelta y tras todos los destapes, desde Otto Bula hasta Benedetti, pasando por los afiches de Panamá, hoy se sabe que le arrebataron la presidencia con un escándalo fabricado por Montealegre, sumado a la más vergonzosa compra de votos, pagados con dinero público que canalizó Odebrecht y quien sabe cuántos contratistas más. A Zuluaga el régimen Santos le hizo un bloqueo criminal.
Luis Alfredo Ramos atrapado en las fauces de un sistema judicial indefensable, tampoco pudo ser. El único crimen probado en el caso Ramos, es el prevaricato continuado cometido por la justicia, que ha mantenido sub-júdice a un inocente por 4 años, sin justificación alguna y solo por razones políticas que perjudicaron a unos y favorecen a otros. Una aberración institucional que ni vergüenza les causa.
Por eso, a partir del Plebiscito, Uribe desató una competencia digna de la imaginación de cualquier Kardashian, e invitó al experimentado Carlos Holmes Trujillo y a Iván Duque, el mejor senador de su bancada, a emular con las charreteras de Oscar Iván, para homologar a estos dos por lo alto y ranquearlos al “nivel Zuluaga”, que fue su manera de precaver que surgiera lo que surgió sin surgir; porque a Zuluaga no han podido acusarlo de nada.
En el camino, le apretaron las clavijas al potro de tortura y Zuluaga optó por marginarse. No obstante, para guardarle un puesto a su sector, entró al naipe la Senadora María del Rosario Guerra quien luchó infructuosamente por iluminar ese espectro, pero no le alcanzó.
Antes de eso, la campaña del plebiscito y el impactante triunfo del NO, habían hecho brillar nuevas estrellas: El verbo hilvanado, fogoso, fundamentado y profundo de Paloma Valencia, fue una guillotina para los argumentos del santísmo. Lo mismo las amenas explicaciones de Rafael Nieto, quien pasó a lenguaje digestible la compleja confección de unos acuerdos tan malos para el país, que los redactaron en tono de bodrio y mamotreto con la esperanza que nadie se animara a escudriñar en ellos. Nieto los explicaba fácil, y su discurso deslumbró a Uribe; pero sobre todo, llenó las expectativas de los línea-dura que, tras la orfandad causada por la inhabilidad de Fernando Londoño, encontró un Mesías en Nieto.
Así se armó el quinteto, y para ponerle escenario Alvaro Uribe encomendó a su febril artesana Nubia Stella Martínez, directora del partido, la compleja tarea de pasear al Centro Democrático y sus cinco mosqueteros por todo el país, montados en 35 foros temáticos que sirvieron para construir el programa de gobierno, pero sobre todo para que el propio Uribe los fuera calibrando.
Sin embargo el tiempo pasó y se hizo urgente escoger uno. Por descarte, el partido hizo aterrizaje forzoso en el inédito mecanismo de las encuestas, que se abrió paso por razones de urgencia cronológica en medio del escepticismo de casi todos los interesados.
Esa es la historia. Al cabo de un año el presente es así:
Duque, extraordinariamente capaz y bien dotado intelectualmente como es, después de una pertinaz e injusta campaña de desprestigio ideológico acunada en Londres y Miami, hoy en día tiene muchos más simpatizantes afuera, que dentro del CD. Si ganara en las encuestas, lo más probable sería que el ala ultraconservadora y los amigos de Zuluaga que le acusan de desleal, terminen yéndose para donde Marta Lucia Ramírez u Ordoñez. A Duque no se lo calan los sectores de derecha, y su candidatura dividiría al partido a pesar de los esfuerzos de Uribe. Sus condiciones describen todo lo que puede ser un gran presidente, paradójicamente el daño se hizo. Injustamente, pero se hizo.
Si gana Rafael Nieto, pasaría lo mismo pero al contrario: Los partidarios de Duque lo consideran un intruso que, advenedizo y sin víspera, se apareció súbitamente a disputarle a Iván la franja-Macrón, combinando el estilo visual de Obama, con un discurso línea dura que fascina al furibismo. En el fondo, el triunfo de Nieto sorprendería tanto al mismo Nieto, que quizá no logre armar un plan de contingencia para contener la desbandada Duquista. Nieto tendría como ganar, pero la vertiginosa disputa por la franja juvenil del neouribismo, puede terminar favoreciendo a quien no ha lastimado a nadie. para los Nietistas, el adversario es duque y viceversa, y restañar esas heridas no sería posible dentro del atropellado calendario electoral.
A Carlos Holmes Trujillo muchos no le tomaban en serio. Inexplicable para un hombre que, salvo por la presidencia, tiene una hoja de vida más nutrida que la del propio Uribe. Trujillo posee la más documentada experiencia de todos los militantes del Centro Democrático, y es el único, junto a Alvaro Uribe y Oscar Iván, que puede reclamar como propia la hazaña de haber vencido a Santos y clavarle 7 millones de votos cuando fue candidato vicepresidencial. Aun así, al principio lo menospreciaron, su imagen de diplomático le quitaba el sabor de político barrial que gusta aquí. Hasta que se propuso probar que sí podía y desplegó un activísmo incansable por toda la geografía nacional, mientras sus impecables intervenciones en los foros descrestaban por profundas e imaginativas. Poco a poco fue repuntando, hasta que los medios empezaron a reconocer su importancia. Pero la gran diferencia la hizo su singular talento para hacer política sin pelos en la lengua en uso de la rara facultad de nunca ofender a nadie.
A pocos días de terminar lo que socarronamente han llamado el “reality político” del uribismo, en lo único que todos los observadores están de acuerdo, es que Carlos Holmes Trujillo no solo es el más preparado de la decreciente baraja de lujosos candidatos que auspició Alvaro Uribe, sino que es el único de los tres que uniría el partido, pues su nombre y sus posiciones no tienen enemigos en el frente interno y los mismos precandidatos asimilarían gustosos que les ganara un “Senior” con todas las medallas y blasones.
Entre tanto, desde la orilla de los aliados conservadores, Martha Lucia Ramírez y Alejandro Ordoñez, probablemente sentirían alivio en concursar con alguien de su misma generación, en vez de tener que pasar el riesgo de que les derrote un mozalbete. Dicho en plata blanca, uno no se imagina a Ordoñez ni a Marta Lucia, aceptándo la vicepresidencia a Rafael Nieto o a Iván Duque.
La candidatura de Holmes uniría al Centro Democrático y fortalecería la Alianza para la reconstrucción de Colombia proclamada por Pastrana y Uribe. No se trata solo de que Holmes haya sido Alcalde, Ministro, Embajador, Comisionado de Paz, Constituyente del 91, ni que lleve 40 años de servicio público jamás cuestionado. No. Carlos Holmes puede ganar porque lo ha luchado sin herir a nadie; eso uniría al uribísmo, mientras su estilo de firmeza desde la prudencia, rescataría a Colombia de una pugnacidad que tiene hastiado a todo el mundo.
Zuluaga lo sintetizó bien en su frase de respaldo : “Carlos Holmes es, el camino seguro.”
@sergioaraujoc
¿Quién une al Uribismo?
Sáb, 09/12/2017 - 06:25
Oscar Iván Zuluaga era el candidato natural del Centro Democrático. Le ganó a Santos en primera vuelta y tras todos los destapes, desde Otto Bula hasta Benedetti, pasando por los afiches de Panamá