Rasgos y talante de los huilenses

El huilense promedio es amable, generoso, simpático, reservado, ingenuo, envidioso, lento en el caminar pero fiestero, tímido entre forasteros, dicharachero y grosero en reuniones privadas. Eso de ser “celios”, para significar que somos lerdos de cacumen o sosos de mollera, definitivamente no es cierto, aunque la cadencia, el deje, la tonadilla, el tonito en el hablar delate nuestro ánimo tranquilo, que algunos suponen de resignación, modestia o sumisión. El chisme es el deporte más practicado, por encima del fútbol, la natación y otras disciplinas. Somos campeones del remoquete, y opita que se respete tiene su apodo, muchas veces heredado, otras por condiciones físicas y algunos por formas de ser o proceder. Del senador Géchem se dijo alguna vez que era especialista en ciegos, el ciego Ferro, el ciego Macías (Ernesto), que no ve por un ojo, y el ciego Prada, a quien le heredó la mujer. A Fabio Arce le decían el loro vanidoso. A Diego Omar, la monja. Al exgobernador Sánchez Silva el pájaro y a su hijo pajarito. A Jaime Ramírez, Chucula. La familia de Alberto Pérez Falla conserva de generación en generación el apodo de chamizos. El médico, Rodrigo Vanegas, se hizo famoso porque importaba unas pastas que adelgazaron a las señoras de la alta sociedad neivana. Y quedaban tan flacas que lo bautizaron como “Racumín”. Al también médico Francisco García Lara le decían “María Paz”, sin que yo haya preguntado por sus inclinaciones o tendencias. “Picotazo” le dicen a un concejal de Palermo muy avispado, que no descarta oportunidad de profundizar en el erario. Jorge Fernando Perdomo es conocido como “sencillito”. Al suegro de Vicente Ortiz, que sólo tenía hijas mujeres -todas bonitas- le decían pinga de oro. La cucaracha Zambrano, cabeza de guala (Rodrigo Lara), el gitano (Dagoberto Charry). A Armando Ariza, de Comfamiliar, le dicen “Corega”, porque no se despega de la caja. Al diputado Orlando Ibagón “bombillo flojo”. Muy conocido el comején Durán (un apetito voraz). La iguana (al papá del magistrado Yepes Barreiro). Merengo (Guillermo Gómez). “Care-“ganas” a un hombre que vive con ese desespero. Jaime Francisco Afanador, plumilla. Chispas (Teófilo González). Un cuñado de Pedro Suárez muy flaco, vitamina. Y paro aquí porque el tema de los apodos me daría para un libro, profundizando en los porqué, casi siempre bien justificados. Seguramente el clima caliente, casi caldeante, o tal vez el legado de la cacica La Gaitana, que le sacó los ojos al español Pedro de Añasco que había matado a su hijo, Timanco, nos ha hecho “un poquito” resentidos. En el Huila se sufre más por el bien ajeno que por el mal propio. Somos desdeñosos, maliciosos, escépticos, cabriados. Pero generalmente majaderos frente al engaño, lo cual nos ha hecho merecedores de insultos infundados. Tenemos figuras nacionales (Plazas Alcid). Hombres de lenguaje florido, recoveco y picante (Eduardo Rujana). Poetas (Winston Morales). Figuras de renombre (el maestro Villamil). Bellas (Claudia Bahamón). Hombres y mujeres consagrados a la cultura (Guillermo González, doña Maruja Fernández, Miller Trujillo). Algunos que siendo reconocidos ladrones siguen en la política. Muchos atolondrados con plata. Cientos ilustrados pobres. Para fortuna general, la picaresca campesina, expresada en los rajaleñas, se mantiene y se canta por estas épocas de fiesta y mistela. “Esto dijo don Matías/arrancando sus arracachas/agua caliente pa las viejas/y besos pa las muchachas”.