Respuesta a los tres enemigos de la paz

Vie, 01/02/2013 - 01:06
El debate sobre del proceso de paz, por las implicaciones que tiene para el país, podría ser considerado como el más importante en la historia reciente d

El debate sobre del proceso de paz, por las implicaciones que tiene para el país, podría ser considerado como el más importante en la historia reciente de Colombia. Oyendo los múltiples argumentos de los contradictores al proceso de paz, me di cuenta de que existen tres posiciones muy marcadas. Están los belicistas, los escépticos y los indiferentes. Por fortuna, quienes lo apoyan son la mayoría y coinciden en afirmar que poner fin al conflicto con las Farc, de modo definitivo, sería muchísimo más importante que amenguar el mismo.

Los belicistas. Los actos de barbarie perpetrados por las Farc generaron en muchas personas un repudio a cualquier iniciativa de paz. Bajo el gobierno de Uribe, derrotar por medio de las armas a todos los que se encontraban al margen de la ley, en vez de considerarse una medida pasó a convertirse en un ideal. Por las circunstancias nos volvimos justicieros y algunos todavía ignoran que lo deseable es la paz y no la guerra. El anhelo de aniquilar hasta el último guerrillero presupone una actitud de venganza inaceptable hoy en día.  Es innegable que detrás de cada muerte por el conflicto armado, sea de quien fuere, siempre habrá una tragedia personal, familiar y social. La violencia engendrará más violencia y aceptar que la única solución es la fuerza, sería una gran derrota para nuestra sociedad frente a muchas naciones que sí lograron la paz a través del diálogo. El uso de la fuerza tiene consecuencias únicamente temporales e inmediatas. En cambio, lograr convencer en lugar de vencer, representaría una salida definitiva y permanente. La razón debe predominar sobre la fuerza. Vale la pena recordar lo que dijo Violeta Chamorro: “La reconciliación es más bella que la victoria”. Los escépticos. Los fracasos de paz con las Farc (La Uribe, 1982-86, Caracas y Tlaxcala, 1991-92 y el Caguán,1998-2002) han generado una comprensible prevención y, en muchas personas, pesimismo sobre el éxito del actual proceso. Vale la pena aclarar que este proceso se diferencia mucho de los anteriores. Por ahora, la acción del gobierno la podemos valorar por dos elementos fundamentales, los medios y el fin.  Sobre la finalidad, la misma de los procesos anteriores;¡qué mejor que acabar con un conflicto que ha arrojado un constante y sistemático atropello a la vida y libertades de millones de colombianos! La diferencia radica en los medios para lograr este fin. A diferencia de los procesos anteriores, el presidente Santos ha acertado en no hacerle concesiones a las Farc durante los diálogos. En este proceso no existen escenarios donde puedan burlarse de la buena voluntad del gobierno y se puedan fortalecer. La guerrilla únicamente se vería beneficiada en el caso de lograrse un acuerdo. Por lo tanto, hay mucho que ganar y muy poco que perder. El gobierno tiene el deber de tomar todas las medidas necesarias para terminar con el conflicto, pero el apoyo y acompañamiento por parte de la ciudadanía es fundamental. Recordemos que las transformaciones, movimientos o revoluciones más importantes de la historia de la humanidad, independientemente de quien los haya liderado, han sido consecuencia de construcciones colectivas. De no lograrse un acuerdo esta vez, lo peor que puede pasar es haber perdido la oportunidad de lograr una solución pacífica del conflicto. Si bien todos somos libres de pensar y expresar como queramos nuestras posiciones, el que tiene la confianza de que se puede lograr la paz, la anhela y la comunica, siempre construirá más que el que renuncia a ella y se dedica a desilusionar y desalentar a los demás. Los indiferentes. No se equivocaba Martin Luther King cuando señalaba: "Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos." Hay gente a la que ni le va ni le viene el hecho de que se pueda solucionar el conflicto armado. Para mi esta es la postura más reprochable que se puede tener. Cuando a alguien le deja de importar la humanidad de sus semejantes, no sólo es insolidario y egoísta, sino un gran irresponsable. Con toda seguridad, con respecto al conflicto, se puede afirmar que, si bien la responsabilidad es de los victimarios, los altísimos niveles de violencia que vivimos y que hemos vivido, no hubieran alcanzado la dimensión que ahora tienen sin la indiferencia de muchos colombianos comunes y corrientes. En la medida en que a la mayoría de los ciudadanos no les importe lo que pasa a su alrededor, nunca habrá cambios significativos. Lo único que puede lograr cambios de fondo, como la paz, son las acciones individuales empeñadas en realizar un objetivo común.
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