No se han resuelto aún el viacrucis judicial y la incertidumbre en la que Gustavo Petro tiene sumida a la ciudad de Bogotá y a sus cerca de ocho millones de habitantes, por cuenta de una catarata de acciones judiciales y de su empeño en atornillarse al poder a como dé lugar, y ya algunos de sus más cercanos colaboradores lo lanzaron a la presidencia, sin el menor asomo de vergüenza. Petro y sus amigos, además de que utilizan los bienes y el presupuesto del Distrito para subvertir la institucionalidad, hacen proselitismo político desde sus cargos públicos. Ese solo hecho da para otra investigación disciplinaria; pero no: Petro es un intocable y tiene licencia para hacer lo que le venga en gana. Por lo menos eso es lo que piensan él y sus seguidores.
Al “comité de aplausos” del alcalde bogotano y a él mismo, les parece una maravilla, replicar el modelo de gobierno “petrista” en todo el territorio nacional, como si no fuera suficiente el caos y el desastre al que han condenado a la capital. Y vuelvo al tema: guste o no, el procurador lo único que hizo fue aplicar la ley; quien se equivocó en todo este desafortunado episodio fue Petro. Al alcalde no lo sacan porque sea de izquierda o desmovilizado: va pa la calle por incompetente y porque despilfarró una millonada de recursos públicos en la implementación del sistema de recolección de basuras, a pesar de que todos los órganos de control le advirtieron sobre la inconveniencia del mismo.
Hoy, por cuenta de la destitución de la procuraduría, Petro pasó de victimario a víctima. Curiosamente, ya nadie habla de su estruendoso fracaso al frente de la alcaldía. En el olvido han quedado la improvisación y la chambonería que han caracterizado la mayoría de sus ejecuciones. No veo por ningún lado a todos los que se rasgan las vestiduras por la destitución de Petro y por los excesivos poderes del procurador, reclamando por la descabezada de “Kiko” Gómez el Gobernador de la Guajira; si fueran medianamente coherentes, así lo harían, pues, independientemente de las razones particulares de cada caso, la postura de Petro y los suyos es la de que el procurador no tiene competencia para destituir a funcionarios elegidos popularmente. Falso: el procurador sí tiene esa competencia y estoy seguro de que así será ratificado por el Consejo de Estado y el Consejo Superior de la Judicatura, si algo de cordura jurídica queda en este país.
Petro prostituyó la sagrada institución de la tutela; es claro que su vanidad y arrogancia están muy por encima del bienestar de la ciudad y sus moradores. Con la actitud mezquina de Petro, ganan el populismo y la polarización; pierde la ciudad. Ni siquiera los 35.000 millones de pesos que cuesta la revocatoria han logrado sensibilizar al burgomaestre para hacerse a un lado. Con esa plata se pueden construir muchas de las obras sociales de las que él habla y que, por la razón que sea, no ha podido o no ha querido hacer.
Quienes creen que Petro puede llegar a ser Presidente solo piensan en sus propios intereses; pues no habría nada mas nefasto para este país que un personaje lleno de tanto odio y resentimiento se sentara en el solio de Bolívar.
Si Petro fuera Presidente, Colombia sería como Cuba, con el tráfico de Bogotá. Afortunadamente, no hay ninguna posibilidad: Petro es un cadáver político que empieza a oler feo.
La ñapa I: Descansa en paz, querido Pacheco.
La ñapa II: No entiendo qué hace Peñalosa en un partido en el que nadie lo quiere.
La ñapa III: Lucho Garzón está pasando de agache en el escándalo del carrusel de la contratación en Bogotá. La Fiscalía cuenta con varios testimonios que lo involucran en ese entuerto.
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Si Petro fuera Presidente
Dom, 16/02/2014 - 16:48
No se han resuelto aún el viacrucis judicial y la incertidumbre en la que Gustavo Petro tiene sumida a la ciudad de Bogotá y a sus cerca de ocho millones de habitantes, por cuenta de una catarata de