Cada año se producen 9.2 billones de toneladas de plástico a nivel mundial, lo que equivale a unos 51 millones de aviones Boeing 747. Los plásticos de uso único corresponden al 40% de todo el desecho plástico que se genera.
Algunos ejemplos: una botella de plástico demora unos 450 años en degradarse. ¿Un pitillo? 200 años.
Otras cifras reveladoras: cada colombiano genera 24 kilos de plástico al año. La cifra es especialmente elevada si se compara con los 8.4 de Brasil, los 11.5 de Argentina y los 12 kilos de Chile.
Enfrentamos una “tiranía del plástico” que deja escaso margen para escapar de él. Está por doquier y aparece en cada compra, por mínima que hagamos.
Hace unos días, en Greenpeace Colombia decidimos hacer el ejercicio de comprar en un supermercado los productos básicos de una familia media colombiana y fue ahí donde comprobamos la enorme cantidad de plástico que contienen y el extenso período de tiempo que demoran en degradarse.
Pareciera que nos hemos conformado con haber regularizado las bolsas plásticas, pero es una medida que no tiene mucho sentido si es que en nuestros carros de compra irremediablemente estará lleno de plástico.
Cuando hicimos la compra tipo para una familia media colombiana, descubrimos que la mayoría de los productos que se adquieren vienen envueltos en plástico, que el lapso para degradarse puede demorar miles de años (en Chile Greenpeace hizo un ejercicio similar y el plástico de la compra demoraría 14.000 años en degradarse) y que no existen opciones a los consumidores con espacios que ofrezcan productos libres de plástico.
La verdad es que estamos impactados. Fue sorprendente comprobar que casi todos los productos vienen envueltos en plástico innecesario.
Entre los productos que más demoran en degradarse, por ejemplo, cuatro paquetes de galletas lo harán en 1.200 años, el plástico del queso empaquetado 1.000 años y otros 1.000 años para el jabón líquido en botella. Otros, como un tarro de café, que es de aluminio y fácil de reciclar, igualmente su tapa de plástico puede demorar 1.000 años en degradarse.
No es posible que casi todo lo que compramos esté envuelto en plástico. Los supermercados debieran entregar al menos un espacio en sus góndolas con productos libres de plástico. Sería un paso mínimo, pero a la vez un avance enorme.
Lamentablemente, hasta ahora, no vemos que existan propuestas innovadoras por parte de las grandes cadenas.
Por supuesto, invitamos a los colombianos que quieran apoyar la campaña a ingresar a la página web de Greenpeace Colombia y sumarse a las casi 43.000 personas que ya han adherido a la iniciativa y a ser parte de los que están convencidos de que las cosas sí pueden cambiar y así enfrentar el tsunami plástico que inunda nuestras ciudades y playas.
Por Silvia Gómez, directora de Greenpeace Colombia
