Es así, siempre ha sido así. Es despiadado caer en sus garras. Desde ese momento corre uno todos los riesgos y se expone a terminar convertido en piltrafa o a morir con desmesura.
A pesar de ello, en ese proceso agotador y enajenante, sólo para su vanagloria, te exigirá el máximo y tú caerás y vivirás el tiempo de tus días y tus noches requerido hasta tu honrilla para darle lo mejor, para entregarle con total sumisión lo que él no te pide sino te arranca.
A él nadie lo recriminará por su insaciabilidad, pues su embrujo es tan embriagante que todos lo veneran, su vanidad no es acusada por ninguno. Sería muy raro encontrar a alguno que no lo venere; casi todos lo adulan.
A él sólo le importa su reinado, reinado avaro que vive de tu inspiración, inspiración que allá tú, lo que tengas que hacer o deshacer para conseguirla o para retenerla, para plasmarla en tu realización.
Pero no creas; eso que hace contigo no vayas a creer que sólo te lo hace a ti. A todos los que se embriagan con su miel dulce y venenosa a lo mismo los someterá. Ya sé que sería un bufón de oficio si te alerto para que tengas cuidado. No solo él se reiría de mí; al unísono lo haría su multitudinario y multilingüe orfeón.
Con tal de preservar su pretenciosa posición, lo tiene sin cuidado tu proceso de muerte para que él viva a sus anchas. Allá tú si te enfermas; allá tú si te consumes junto con lo que consumes; allá tú si te destruyes para cumplirle y tenerlo satisfecho. Porque, eso sí, no te engañes; lo que su embrujo te hace sentir como tu satisfacción no es otra cosa que la de él, la de su ego, la de su consolidación como el rey de todo lo creado, y de lo aún no creado.
Quién osará rebelársele. Quién será ese temerario que un día, o una noche, lo rete y le saque todo en cara, le recrimine su carácter abusivo. Lo rete a que sea capaz de obtener su grandeza sin achicharrar a los que tributan con la calidad de su propia existencia para sostenerlo en su trono. Como suele suceder con cualquier rey de la historia.
Qué cosa le hará ver su tiranía. Qué cosa le hará entender que los tiranos, siempre, tarde o temprano, caen y terminan en pedazos.
…Creo que más bien debo poner cortapisas a mi ingenuidad. No debo perder de vista, por más que quiera liberarme de su yugo, que el caso de los tiranos terrenales no es el del tirano de tiranos que es el arte.
Tirano de tiranos
Lun, 04/04/2011 - 00:00
Es así, siempre ha sido así. Es despiadado caer en sus garras. Desde ese momento corre uno todos los riesgos y se expone a terminar convertido en piltrafa o a morir con desmesura.
A pesar de ello
A pesar de ello