Una crónica lesbiana

Vie, 20/04/2012 - 13:52
Es cierto que me gustan los hombres, cuanto más viejos más ricos, pero son las mujeres quienes me enferman. Son las mujeres a las que miro por la calle. Mis ojos, com

Es cierto que me gustan los hombres, cuanto más viejos más ricos, pero son las mujeres quienes me enferman. Son las mujeres a las que miro por la calle. Mis ojos, como imanes, pegados a sus culos. Cuánto me gustan... Lujuria, lascivia, deseo… No puedo, ni quiero evitarlo. Esas pieles suaves, los pelos brillantes, largos, los rulos, las tetas, los culos, las narices chiquitas, las bocas de mamadoras, los ojos grandes, las pestañas y las piernas largas. Me inspiran porquerías, no me provoca portarme bien.

Estuve cuatro días en Miami y llegué al cielo. No soy fan de esa ciudad, pero esta vez me siento diferente. No tenía idea que ese fin de semana (que acaba de pasar) era el Lesbian Pride, el fin de semana del orgullo lesbiano. Así lo llaman los gringos, qué cursi suena, es cierto. Yo no soy feminista, ni defensora de los derechos LGBT, y no entiendo ese afán homosexual de mostrarle a todo el que quiera ver u oír que se es homosexual. Los heterosexuales ni bandera tienen, ¿qué falta les hace?

Lo bueno del orgullo lesbiano es que hayan festejado su sexualidad el fin de semana que estuve en Miami. Llamé a una amiga a quien no veía hacía casi dos años. Melina, quien vive con su pareja, el padre de su hijo de nueve años, aún no le ha confesado que aún le gustan las mujeres, y que coquetea con ellas, a veces teniendo affairs de los que él jamás debería enterarse. Quedamos en encontrarnos en Collins Avenue con la 11, en una fiesta que hay en la terraza de un hotel que se llama Lords, en Miami Beach, a dos cuadras de la playa. Llego sola, demasiado vestida a comparación de todas estas mujeres haciendo fila para entrar, en bikini, shorts y a fin de cuentas, poca ropa. Perfecto. Ya están ebrias, pues han estado dando vueltas en la calle, en el desfile de lesbianas, desde las diez de la mañana, y ya son las cinco de la tarde. Gritan muy duro, algunas fuerzan la voz, lo que les da un aire masculino.

Muchas siliconas y poca tela cubriéndolas. Miami es de silicona y las lesbianas no son la excepción. La fiesta está llena, así es que debemos esperar que salga gente para poder entrar. Los gringos son muy estrictos con ese tipo de reglas. Mientras espero, sola en la fila, una mujer tan gordita como yo, pero fea, se acerca como si me conociera, me agarra la mano y me pregunta si voy a entrar a la fiesta con ella y sus amigas. Le digo que no y no le sonrío. Ha entendido que no soy la más simpática y que no soy, precisamente, tímida. Se va con la cara mirando al piso.

Finalmente me toca el turno de entrar, pago siete dólares y me ponen una pulserita de papel en la muñeca que me ahorca la mano. Me la quito y me la meto en el bolsillo de la falda. Arriba está lleno de mujeres, muchas están disfrazadas, todas le han puesto mucho esfuerzo a su pinta. Nadie se paró de la cama y se puso lo primero que encontró, eso esta muy claro. La DJ esta pinchando desde una islita sobre una lagunita artificial. Tiene puestas unas botas de caucho que no termino de entender y me pregunto cómo es que no se ha derretido. Es porque es la más cool de todas las lesbianas. En el centro de la terraza hay una piscina, y aunque no hace calor, hay varias mujeres dentro del agua, y las que no se quieren meter, las empujan. Pestañina corrida, camisetas trasparentes, sin brasier…

Enseguida encuentro a Melina, que está tan ebria que casi no puede hablar.  Esta con una amiga, una flaca paisa con siliconas en las tetas, una minifalda de jean y la bandera gay puesta como un top. Se lo acomoda todo el tiempo, pues se le cae. Alcanzo a verle el borde de un pezón, por donde le abrieron la teta para embutirle la silicona. Dicen que esas cicatrices no se van nunca, y no siento lástima por ella, lo que es moda no incomoda.

Al lado nuestro están sentadas un grupo de lesbianas que todas las otras lesbianas de la fiesta no dejan de mirar. Se trata de celebridades de la televisión americana, una de ellas apareció en Big Brother, pero yo en mi vida la había visto. La otra es una guapa que me fascina, Dani Campbell, la que quedó de segunda en A Shot at Love with Tila Tequila. Las otras mujeres la miran encantadas y le toman fotos, ella conversa con las más churras. Yo la miro durante un buen rato sin saber quién es. Sé que la he visto en televisión, pero no me acuerdo en dónde. Entonces le pido que me diga dónde la he visto, y ella se ríe, pero se hace la loca y no me contesta. Entonces le pregunto a alguien y finalmente me entero quién es. La próxima vez que la tengo parada al lado le digo: “A mí también me daría pena admitir quién soy…” esta vez, Dani ya no se ríe.

Pero, esta celebridad no es lo mejor que tiene la fiesta, lo mejor se hará esperar. Llega una mujer de pelo cortico, casi blanco, oxigenado. Lleva puesto un bikini de rayitas blancas y azules, colaless, y tiene puestas las alas de una mariposa. Esta parada frente a una pared, mostrándole el culo a toda la fiesta. No tiene un milímetro de celulitis, completamente firme y deliciosa. No sabe que le estoy tomando fotos como una enferma, que no se entere.

Después aparece otra con pinta de brasilera. Tiene el pelo largo y marrón, lleno de rulos. Lleva puesta la parte de arriba de un bikini rojo, micro mínimo, y una micro minifalda de la misma tela. Se mueve como no se mueve ninguna, y lo sabe muy bien, así como sabe que tiene el mejor cuerpo de toda la fiesta.

Hay más, y me hacen falta ojos. Llega una loquita que no debe tener más de 19 años. Bajita, tiene unas trencitas inmundas de todos los colores que le llegan hasta las tetas. Lleva puesto un playsuit cortiquitico, de tiritas, de tela de algodón y muy, muy apretado. Tiene puestas unas botas Diesel acordonadas de cuero hasta la pantorrilla y medias de lana blancas que le llegan hasta media pierna, encima de la rodilla. No entiendo de qué esta disfrazada, pero es dueña del mejor culo que he visto en la vida. Además tiene una mochilita roja de Pucca que me hace sentir un poco culpable por mirarla tanto. Ni que hablar de las siete fotos que le tomo, exclusivamente a sus piernas y ese rabo ganador.

No me dan ganas de coquetear. Me siento como cuando voy a mirar a las putas. Mirar y no tocar. En todo caso, las lesbianas en Miami son lesbianas de playa. Lesbianas que están en excelente estado físico y solo les prestan atención a otras lesbianas tan guapas como ellas mismas. Estas mujeres están fuera de mi liga, y así está bien, sólo he venido a consentir los ojos.

La paisa esta peleando con su novia, quien esta en el otro extremo de la fiesta, coqueteando con una exnovia. Acaban de pelear, porque la paisa llamó a la novia, quien no le contestó y ésta asumió que le tiró el teléfono. Apenas se ven, comienzan a discutir, la paisa le quita el teléfono de las manos, y no contenta con tirarlo al piso, comienza a pisotearlo con sus botas de cuero marrón. La novia no da signos de histeria, y muy controlada, levanta el teléfono, se lo mete en el bolsillo y se da media vuelta dispuesta a desaparecerse. La paisa la jala de la camiseta y siguen discutiendo. La pelea llega a su fin cuando la paisa le da un puño en el estómago a la novia. Tanto drama no es atípico entre dos mujeres. Si son dinamita cuando están solas, juntas son atómicas.

Finalmente la paisa se cansa de tanto alboroto y se va, digna, como si la víctima fuera ella. Melina y yo nos quedamos con la novia, son las diez de la noche y de allí nos vamos a una discoteca gay a seguir la fiesta que en la terraza ya se va acabando. Ya me duelen los pies, y la música, como en casi todas las discotecas gay es paupérrima. O, corrijo, música que me disgusta: Lady Gaga, Britney Spears, Beyoncé, y demás estrellitas del pop chicle. Para empeorar, no son las canciones originales, sino unos remixes satánicos que me producen alergia en todo el cuerpo. Melina y la amiga no entienden que yo no baile. Solo estoy esperando que se cansen y me lleven a mi casa.

Salimos de allí con este par caminando en zigzag, se montan las dos en la parte de atrás de la camioneta de la amiga, y comienzan a darse besos, la amiga montada encima de Melina. Comienzo a tomarles fotos con mi celular que hacen que paren, cuando Melina se baja tiene el brasier en la mano, y la amiga tiene la cara roja y esta muerta de la risa.

Es hora de ir a dormir, al día siguiente tengo que volver a la vida real…

@Virginia_Mayer

Más KienyKe
El exfiscal general de la Nación, Francisco Barbosa, denunció haber recibido amenazas de muerte luego de manifestar públicamente su rechazo a la consulta popular.
En charla con Kienyke.com, el representante a la Cámara indicó que la reforma laboral del Gobierno no soluciona problemas reales del país.
La capital vive nuevamente una jornada de caos en su movilidad tras los disturbios registrados en los alrededores de la Universidad Nacional.
En diálogo para Kienyke.com, el representante del Pacto Histórico habló sobre el supuesto fraude tras la caída de la consulta y lo que se espera del Senado en los debates de la nueva reforma laboral.
Kien Opina