Viaje al Caguán

Vie, 27/04/2012 - 01:00
Hace unos pocos días pude visitar la región del Caguán. Por fin pude conocer eso que la guerrilla y Piedad llaman un “laboratorio de paz”. Recordé que siendo fu

Hace unos pocos días pude visitar la región del Caguán. Por fin pude conocer eso que la guerrilla y Piedad llaman un “laboratorio de paz”. Recordé que siendo funcionario de la administración Pastrana, y en tiempos de los diálogos, había recibido una carta de Tirofijo citándome a presentar un informe sobre la labor que desempeñaba en ese entonces como presidente de Bancoldex. En ese entonces no atendí el citatorio pues estimé que podía quedarme de manera indefinida en la región.

Estando en el Caguán conocí ese paraíso geográfico lleno de gente buena y sufrida. Esta hermosa región es el mejor ejemplo de por qué este país es el más injusto de la Tierra. A estos colombianos, el Estado siempre los ignoró y los dejó en las garras de la guerrilla. En la época de los diálogos, el gobierno decidió que eso no era Colombia y le entregó el control territorial, administrativo y militar a las Farc sin importar la suerte de los habitantes de esa región. Es un hecho incontrovertible se despejó un área de la Patria y se rindió la soberanía institucional. Y hoy los seguimos ignorando mientras la guerrilla cierra su cerco sobre la región.

Estando en el Caguán se entiende por qué no hemos logrado la paz. Son lecciones que, ahora que el Gobierno está apurado en sacar la llave de la negociación, no deberíamos olvidar. La lección principal es que la negociación no se lleva a cabo entre partes iguales. Conviene recordarles a los entreguistas que Colombia, a pesar de sus enormes defectos y falencias, es una democracia legítima. También conviene recordarles a los mismos personajes que las Farc son un movimiento terrorista, violador de los derechos humanos y condenados por la comunidad internacional. Por ello no es posible que el Estado se siente a negociar mientras no hayan renunciado definitivamente al uso de la fuerza contra la legalidad. No basta con entregar secuestrados; tampoco es suficiente que envíen comunicados. Para negociar, ellos tienen que aceptar primero que el gobierno, las instituciones y las libertades de los ciudadanos no son negociables.

Estando en el Caguán recordé que en el anterior proceso de paz, el Gobierno creyó que las Farc lo que querían era la paz. No entendieron que lo que querían y siguen queriendo es el poder. Que no han renunciado nunca a tomarse el poder y que ese sigue siendo su único objetivo político. La famosa Marcha Patriótica sobre Bogotá es un buen ejemplo del cambio de estrategia para un mismo fin. Demostraron que pueden movilizar 30.000 personas y controlarlas a escasos cien metros de la puerta del Palacio presidencial. Como ensayo logístico de una toma popular de la ciudad, el experimento fue impecable.

Estando en el Caguán recordé cómo éramos a finales de los años noventa. Una sociedad acorralada, temerosa e ingenua que creyó que podíamos comernos a los guerrilleros con cuentos. Estábamos convencidos que detrás de cada guerrillero hay un burgués que sueña con ser un ciudadano modelo. Creíamos que dándoles goles de ventaja ellos se pasarían a nuestro equipo. Lo que sucedió fue que nos golearon.

Estando en el Caguán me di cuenta que estamos repitiendo la triste y frustrante historia del pasado.

representante@miguelgomezmartinez.com

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