Vivir o morir

Mié, 05/03/2014 - 08:29
Levantarse, ir a trabajar, regresar a la casa y dormir. Si a usted la vida se le está yendo en estos verbos tiene la fortuna de trabajar en lo que más le gusta o simplemente está desperdiciando su
Levantarse, ir a trabajar, regresar a la casa y dormir. Si a usted la vida se le está yendo en estos verbos tiene la fortuna de trabajar en lo que más le gusta o simplemente está desperdiciando su existencia. En los trancones de Bogotá se comprueba no más una idiotez generalizada. Si demora tres horas diarias de lunes a sábado en transportarse de la casa al trabajo y viceversa, al año habrá perdido más de un mes (36 días) metido en un vehículo, no importa que sea particular o de servicio público. ¿Eso es vivir? ¡Por supuesto que no! Parecemos borregos, todos yendo y viniendo en manada a las mismas horas, en calles repletas, atestadas de motores y contaminación. Vamos a la oficina a cumplir labores sin percatarnos de la necesidad de disfrutarlas. Nos preocupamos por hacer y no por vivir. Las excepciones son pocas. El trabajo, por digno que se presente, es una necesidad y no una opción. El escritor y periodista Héctor Abad publicó hace poco un  lindo desahogo al respecto, una confesión acerca de cómo perdemos el tiempo a diario en cosas que nos parecen importantes y en realidad no lo son. “Durante más de un año estuve sumido en el desgaste inútil de la actualidad (en Blu Radio), en esa marea de bilis y mal genio en que consiste el tejemaneje político cotidiano de todos los países. Jamás en este año se me ocurrió un poema; para la poesía se necesita, ante todo, tener la mente limpia (…)  Ahora, de 6 a 8 am, y antes de entrar a trabajar en una Biblioteca, oigo a Liszt y a Chopin, cantatas de Bach, arias de Händel, conciertos de Vivaldi, cuartetos de Haydn, y cosas así. Eso me deja todo el día con una mente limpia, sensible a la belleza que tiñe el tiempo intemporal y me inclina a no ver las pancartas electorales, sino las montañas, los árboles, la lluvia y las muchachas que pasan frente a mi limpia ventana de cristal”. Está dicho. No estamos viendo el paisaje. La vida se está perdiendo en nimiedades, en búsquedas de ascensos laborales, en rutinas abrumadoras, en el sueño de comprar un apartamento y endeudarse 15 años para pagarlo. Y está mal que ese sea el fin sin aprovechar las bondades del camino. La vida no se puede ir sin viajar, sin conocer y sin disfrutar de lo que nos puede ofrecer el día a día. No es necesario citar a Paulo Coelho o a Eckhart Tolle para creerlo. Hay una frase de Gandhi que nos sirve de dictamen: "Un minuto que pasa es irrecuperable. Conociendo esto, ¿cómo podemos malgastar tantas horas?" Jordan Nichols, un niño de apenas 14 años, recientemente tuvo sus cinco minutos de fama en Internet gracias a un poema que si se lee de arriba abajo sentencia que “Nuestra generación será recordada por nada”. Sin embargo, es llamativo el hecho de que si se lee inversamente la inspiración de este joven nos queda un mundo prometedor (leer al final). Si el pasado son recuerdos y el futuro es un cúmulo de probabilidades, ¿qué estamos esperando para hacer lo que nos gusta? Espejos En la cama, en el desespero de no poder caminar hace dos meses tras sufrir un grave accidente de tránsito, recuerdo incesantemente a Luis Fernando Montoya, quien este año va a cumplir una década cuadripléjico y aun así ilumina sus ojos cuando habla de la vida. Hay gente increíble, tanto como las quejas que lloramos cuando tenemos todo a la mano para fulminarlas. Cambiar el “qué” por el “cómo” tiene que ser un deber de todos. Muchos ni siquiera saben cómo podrían pasar el resto de la vida felices. Claro que sin pan que comer es muy difícil pensar en manjares vitalicios, pero hay gente valiente a la que hay que copiar, gente capaz de superar las barreras de la cotidianidad. El quid es valorar nuestro presente y lo que tenemos. Suena simple, aunque no lo es. Hay que descubrir los gustos y tratar de llegar a un éxtasis sustentado en la responsabilidad. No se trata de renunciar al trabajo porque per se no es malo; la idea es disfrutar de las tareas diarias o lanzarse de una vez por todas a buscar algo mejor. El ahora es lo que importa. Lo demás, pasado y futuro, no existe. En una silla de ruedas comprobé que la vida es una tragicomedia que cambia a cada segundo. El poema de Jordan Nichols, un niño de 14 años (leerlo de arriba a abajo y de abajo a arriba) Our generation will be known for nothing. Never will anybody say, We were the peak of mankind. That is wrong, the truth is Our generation was a failure. Thinking that We actually succeeded Is a waste. And we know Living only for money and power Is the way to go. Being loving, respectful, and kind Is a dumb thing to do. Forgetting about that time, Will not be easy, but we will try. Changing our world for the better Is something we never did. Giving up Was how we handled our problems. Working hard Was a joke. We knew that People thought we couldn't come back That might be true, Unless we turn things around @javieraborda
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