Concha Piquer fue analfabeta hasta los trece años. El profesor Penella, músico y productor español, fue quien descubrió a la niña talentosa, le enseñó a escribir y la llevó a la popularidad.
Piquer debutó en Broadway a los 16 años. Al poco tiempo se convirtió en un símbolo sexual, porque en una ocasión posó desnuda, en contra de las órdenes morales de la época. Las fotografías eróticas muestran a una mujer muy sensual, que tapa su cuerpo con un chal español. En la actualidad, solo se conocen dos imágenes que se exponen en el Museo Nacional de Teatro de Almagro.
Durante su presencia en la escena norteamericana actuó junto con Eddie Cantor, Al Jolson, Jeanette MacDonald. Trabajó durante cinco años en los Estados Unidos.
Regresó a su país natal para protagonizar la primera película en español, una cinta de once minutos que dirigió Lee DeForest, en 1923. Además, participó en El negro que tenía el alma blanca. Sin embargo, en la música hizo grandes aportes con sus interpretaciones de la canción tradicional española con canciones como Ojos verdes, Tatuaje, Y sin embargo te quiero y Suspiros de España.
La coplera supersticiosa viajó siempre con baúles, donde solía guardar todos sus objetos personales, su carga incluía hasta aceite de oliva. Recorrió América y España hasta 1959, año en que se retiró, a causa de una enfermedad que le afectó la garganta. Su última presentación fue en la Isla Cristina, Andalucía, a sus 51 años.
Doña Concha murió treinta y tres años después de su retiro, 12 de diciembre de 1990. Su entierro hizo colapsar una de las principales vías de Madrid. Al poco tiempo su hija, Concha Márquez Piquer, inició su carrera artística basada en un homenaje a su mamá, la diva de la copla española.
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