Es bien recordado el nombre de Helenita Vargas en Colombia y otros países de Latinoamérica. Esa voz ronca acompañó miles de noches de copas y otro tanto de despechos a través de la radio. La Ronca de Oro se mantuvo tan vigente como el metal de su apodo y se desquitó en sus canciones de los hombres maltratadores.
"Usted es un mal hombre sin nombre señor, es un cruel egoísta, masoquista, es un traidor", cantó Helenita en su canción Señor. Ese odio que sintió contra el canalla no lo vio en el horizonte, cuando cuatro días después de la navidad de 1951, se escapó de su casa para casarse con Hernán Ibarra. Un abogado prestigioso, 24 años mayor que ella, que había trabajado al lado del caudillo Jorge Eliécer Gaitán.
Helenita era la mejor amiga de la hija de Ibarra y por eso conoció al abogado. Según sus familiares, la ronca siempre fue inquieta y tenía deseos de salir de casa rebelada contra las normas del hogar. Cuando se escapó ya llevaba varios días de romance con Ibarra, pero por las normas colombianas no podrían casarse mientras ella fuera menor de edad. El abogado no pudo esperar un año para su deseo y usó artimañas para falsificar los documentos de identidad de Helenita.
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La familia Vargas quedó atónita con la decisión de Helenita y nunca aceptaron su apresurado matrimonio. Ella, confiada de su esposo, se fue de luna de miel y allí se dio cuenta de su error. Ibarra la dejó encerrada en el hotel para irse a galantear con otra mujer.
Aguantó unos horribles años de casada con Ibarra, quien la golpeaba e insultaba. Hasta llegó a tener dos abortos en los cinco de años de matrimonio. Pero en 1956 se cansó de la relación y con una bebé en su vientre, armó maletas y se fue a la casa de sus padres. Se habría ido a cualquier lugar con tal de estar lejos de Ibarra. Su familia la recibió y meses después nació su hija Pilar.
Helenita Vargas, la eterna ronca de oro
Mié, 07/02/2018 - 14:05
Es bien recordado el nombre de Helenita Vargas en Colombia y otros países de Latinoamérica. Esa voz ronca acompañó miles de noches de copas y otro tanto de despechos a través de la radio. La