Rafael Pombo, el matemático que inmortalizó la fábula

José Rafael Pombo Rebolledo, nació el 7 de noviembre de 1883 en Bogotá. No solo es el gran clásico de la literatura colombiana para la niñez, fue uno de los iniciadores de esta modalidad literaria en el país. Su padre Lino de Pombo O´Donell, fue un destacado político, militar y diplomático cartagenero. Se casó con Ana Rebolledo en Popayán. Rafael, fue el primogénito de la pareja. La tía paterna de Rafael Pombo, Matilde, fue la madre del político y escritor Julio Arboleda. En 1844, a los 11 años Pombo entró al seminario. Se convirtió en un diestro traductor de latín. Marcelino Menéndez Pelayo, un escritor, mencionó sobre sus traducciones: "No las hay más valientes y atrevidas en nuestra lengua". En 1846, ingresó en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario; estudió humanidades. En 1848, recibió el grado en matemáticas e ingeniería en el Colegio Militar que había fundado el General Tomás Cipriano de Mosquera. [single-related post_id="680272"] Recién graduado, fue miembro de la sociedad Filotémica, en este periódico, publicó por primera vez poesías con el seudónimo de Firatelio. Aunque nunca ejerció formalmente la ingeniería, realizó estudios para el mejoramiento urbano de Bogotá. En 1855 viajó a Nueva York como secretario de la legación colombiana en esta cuidad. Allí permaneció por 17 años, residió en Washington y en Filadelfia donde fue cónsul. En ese entonces tradujo a poetas ingleses, franceses y alemanes y sus Cuentos pintados para niños, fueron publicados por primera vez en Nueva York. Regresó a Colombia y desde entonces ejerció como periodista. Rafael Pombo fue coronado como poeta nacional el 20 de agosto de 1905, en el Teatro Colón. El 6 de febrero de 1912 remplazó a Manuel María Mallarino como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua de la que fue secretario perpetuo. Fundó los periódicos El cartucho y El Centro; dirigió El Tomista; fue colaborador de La Siesta, El Día, El Filotémico, El Heraldo, El Obrero, La Escuela Normal, La América, La Nueva Era y Las Crónicas. Rafael Pombo también es el poeta más destacado de Colombia del siglo XIX.

Obra de Rafael Pombo

Favorecido por su posición económica, fue el primero en dedicarse a la labor poética como su principal actividad. Dios, la mujer y la naturaleza son los protagonistas en sus obras. Otro de los temas recurrentes de Pombo es la historia. Es importante destacar la inclinación que tenía Pombo por la literatura infantil. Cuando estuvo en Norteamérica publicó dos recopilaciones de relatos en verso Cuentos pintados para niños (1867) y Cuentos morales para niños formales (1869). En la primera recopilación están los célebres poemas El renacuajo paseador, El gato bandido, La pobre viejecita y Simón el Bobito; del segundo son Mirringa y Mirronga y Fuño y Furaño. Pombo es más conocido por sus poemas infantiles que por su lírica romántica. [single-related post_id="678339"] En 1912 se expidió la ley 87 del 16 de noviembre, en donde se honró la memoria de Rafael Pombo nombrándolo Gloria de las Letras Nacionales. Se publicaron sus obras por cuenta del Estado. Antonio Gómez Restrepo fue el encargado, por el presupuesto, dejó por fuera toda la poesía circunstancial. Posteriormente, Héctor H. Orjuela se encargó de reunirla toda. La colección tiene cuatro volúmenes. En el tomo I y II se hallan 334 poemas; el tomo III reúne las traducciones hechas por Pombo. Son 80 poesías; entre ellos Shakespeare, Byron, Longfellow, Hood, White y Tennyson. El tomo IV, se encuentran los Cuentos Pintados, fueron reeditados varias veces con el título Cuentos morales para niños morales.  Rafael Pombo murió en Bogotá el 5 de mayo de 1912. Usó varios seudónimos para firmar sus obras, como: Edda, Máximo, Ascanio, Bemo, Elo, Exótico Faraelio, Florencio, Justicia, Lutin, Tirteo, Vencapavenca, Werti y Yo. Falleció a los 78 años por deterioro de salud. Antes había padecido un cáncer estomacal que fue curado y úlceras, lo que contribuyó a su decadencia física. Fue enterrado en el Cementerio Central de la capital de la República y en el año 1983 se inauguró la fundación que lleva su nombre, como homenaje póstumo.