William Wallace fue un guerrero escocés reconocido ahora como un héroe nacional. Su rostro, quizá, es relacionado con su personaje interpretado por Mel Gibson, en la película Corazón Valiente. Su historia no está lejos de la película, pero sí su muerte.
Era mediados de 1280, cuando a Escocía era dirigida por Alejandro III un gobernante querido que comandaba una sociedad tremendamente feudal y agobiada por el Imperio Británico. Un día Alejandro III fue solicitado por el parlamento para rendir cuentas, durante la travesía, que se dio en un día de tormenta, mientras atravesaba algunos riscos peligrosos, resbaló y murió.
No había alcanzado a dejar descendencia capaz de heredar, solo una nieta de 3 años que aún no podía reemplazarlo en el trono y aunque a ella le correspondería cuando tuviera edad, el destino dispuso que le fuera arrebatada la vida durante un viaje en barco.
El tambaleo del trono le abrió el apetito a Eduardo I, rey inglés, para imponer su poder en la isla contigua de Escocia. Envió las tropas y tras cruentas masacres y asesinatos de cualquier persona que se atravesara al paso de su caballo, logró, en 1292 imponer a su Rey delegado, John Balliol.
Esa colonización sangrienta despertó la ferocidad de los escoceses que se organizaron una rebeldía contra el Rey Eduardo I. A la que se anexó el desconocido William Wallace, nacido el 3 de abril e hijo de un rico terrateniente. Él formó un grupo de disidentes que empezó a atacar pequeños grupos de ingleses.
Fue recaudando fama y adeptos en su camino hacia la liberación de Escocia, hasta que en agosto de 1297, William Wallace con un grupo mayor al de sus comienzos, se dirigió hacia uno de los enclaves principales de Eduardo I, el castillo de Stirling.
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Salió victorioso y retomó el poder del primer enclave conquistado por los ingleses al invadir Escocia. La capacidad de Wallace era voraz y meses después de su victoria en Stirling, decidió invadir la costa norte de Inglaterra en los condados de Northumberland y Cumberland.
Saqueó, devastó y asesinó. Así devolvió la ofensa, pero produjo el mismo efecto que Eduardo I en él, desató la furia. El Rey inglés, que lo consideraba un guerrillero común, comandó sus fuerzas a Escocia para derrotarlo.
Una ofensiva aún más sangrienta que la primera, en medio de la cual fue asesinada la esposa de Wallace. En 1305, una traición lo entregó a las fuerzas inglesas que no dudaron en vengar en él las afrentas del pasado, lo llevaron al Palacio de Westminster, lo desnudaron, lo amarraron a un caballo y lo arrastraron por la ciudad hasta que finalmente lo ahorcaron en la mitad de Londres. Lo descuartizaron y lo expusieron en varias ciudades.
Ese fue el inicio de una lucha entre Escocia e Inglaterra, la cual provocó tratados de paz incumplidos y un profundo odio entre las dos naciones que persiste hasta la actualidad. Cerca del río Stirling fue instalado un monumento en memoria de William Wallace.
