Ignacio Arizmendi Posada

Periodista de la Universidad de Navarra.

Exdecano de la Facultad de Comunicación de la UPB.

Excolumnista de El Colombiano y El Mundo (Medellín), El País (Cali), El Tiempo y Revista Cromos (Bogotá).

Autor de 15 libros de historia y ensayo.

Ignacio Arizmendi Posada

Entre ‘culiprontismo’ y ‘sacaculismo’

La historia de Colombia muestra dos grandes conductas de damas y varones en la época de elecciones: el ‘culiprontismo’ y el ‘sacaculismo’, magistrales denominaciones dadas por la picaresca popular. 

El “culiprontismo”

En 2018, Roy Barreras, siendo congresista santista, escribió un tuit (recordado por el exfiscal Néstor Humberto Martínez en El Tiempo del 12jun22) que decía: “Hay que tomar la ‘vacuna anti-Petro’ contra la epidemia de expropiación, pobreza que viene de Venezuela y que petrifica la economía hasta hacerla polvo y hambre”. Sin embargo, cuatro años después, es decir, en este 2022, el honorable Barreras, tan pronto olió que el “veneno” Petro podía ganar la presidencia, corrió a abrazarlo y a ofrecerle su ilimitada capacidad de intriga, falacia y populismo.

A esos políticos que súbitamente adhieren a los ganadores virtuales o reales de unas elecciones, sin importar que antes los criticaban con acritud y sevicia, la picaresca cotidiana los llama “culiprontos” por la disposición irrefrenable de poner no solo el hombro, lo que se conoce como “culiprontismo”, síndrome que muestra, entre otras, estas tres manifestaciones:

• No les inquieta el grado de idoneidad ética y política del líder. Solo les importa que venza o haya vencido para respaldarlo y sacar tajada, para lo que están prontos. 

• Les basta que el ganador o casi ganador exponga dos o tres ideas para dar rienda suelta a su apoyo “sincero y patriótico”. 

• Tampoco recaban en lo que le pueda pasar al país, el departamento, etc., con el nuevo líder, sino que se adhieren porque les proyecta una mejor oportunidad. Es que son chupópteros, sanguijuelas, explotadores, que honran las palabras del empresario japonés Momoko Ito en la vieja revista International Management: “Si usted compite consigo mismo, ese torneo jamás concluye”.

No faltará quien diga que en los cultivadores del culiprontismo, los borborigmos (“ruido intestinal producido por el movimiento de los gases y los líquidos a través del intestino”) adquieren una tal fuerza, que los impulsa a abrazar con emoción al pérfido adversario de ayer, ganador claro de hoy.

Todo esto, y más, se vio antes y después del triunfo de Petro, por lo cual también es factible hablar del “culipetrismo”, en el que se destacan, además de Barreras, caudillos santistas de la talla de A. Benedetti, A. Prada, L. F. Velasco, G. Rivera, J. F. Cristo y otros, y partidos como el Liberal, el Conservador, la U, Cambio Radical. Más aún: puesto que Petro es un apellido de origen italiano, podrían nombrar como patrono, y patrón, a San Próculo, diácono y mártir del siglo IV.

El “sacaculismo”

En 1906, luego de ser duramente criticado por sus excopartidarios al abandonar el Partido Conservador y afiliarse al Liberal, del que hablaba en pésimos términos, Churchill respondió: “Dije muchas cosas cuando estaba en el Partido Conservador, y lo abandoné porque no quería seguir diciendo estupideces”. El ilustre líder staba practicando el “sacaculismo”, conducta complementaria que lleva a sus cultores a echar la nalga para atrás, esto es, explicar el cambio y quedar tranquilos. 

Algo similar han hecho los neopetristas culiprontos ante las críticas recibidas por olvidarse de sus viejas acusaciones a Petro: sostienen que este ha cambiado, que el país busca la paz, la unidad y el amor, que el pueblo rechaza los egoísmos, que los pobres nos esperan, etc. Y si mañana, los petristas de última hora se arrepienten y lo abandonan, los fieles les caerán con toda clase de insultos e improperios, respecto de lo cual aquellos sostendrán que Petro los engañó, que salió con otras cosas, que resultó un intolerante, que no fue lo que supusieron, etc. Pero, para entonces, ya habrán disfrutado de las mieles del poder. Que era lo que en verdad buscaban.

Así, pues, el sacaculismo les permite justificar por qué fueron culiprontos. Y oirán cantar: “¡Oh, gloria inmarcesible, oh, júbilo inmortal!”. Todo ello también es historia patria.

INFLEXIÓN. “En mi tierra, faldas y colas, colas y faldas todo es uno” (El Quijote).

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Ignacio Arizmendi Posada
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