
Con frecuencia, aquellos que a toda costa pretenden imponer sus puntos de vista a los demás, acuden al siguiente argumento: como tengo la razón, estoy indignado y como estoy indignado tengo la razón. Con este tipo de tautología se construyen falsas verdades que van a ser inoculadas a través de los medios y las redes, para las que no hay vacuna que valga.
Por mi parte, me siento profundamente indignado con el maltrato del que es víctima, de nuevo, el Doctor Manuel Elkin Patarroyo, pero no voy a cer en la trampa de la tautología, prefiero apelar a mi intuición, compañera fiel en mi oficio artístico, y puedo decir que el artículo publicado en las 2 Orillas y firmado por Iván Gallo, desde su mismo título, “Los micos que mató Patarroyo en el Amazonas fueron en vano”, huele muy mal.
El señor Gallo pontifica desde su indignación, yo pongo en duda su “verdad” desde mi intuición. No sé nada de virus ni de vacunas, tampoco sé mucho de micos y apenas pasé unos días en Leticia en plan de descanso familiar. Eso sí, siendo el doctor Patarroyo un coleccionista de arte, tengo el privilegio de conocerlo y de disfrutar de sus sesudas charlas a las que no les falta el buen humor. Es un personaje muy querido por los colombianos y respetado por sus colegas en todo el mundo. Investigador de talla mundial, varias veces nominado al Premio Nobel y amigo cercano de quienes lo han recibido, especialmente en Medicina y Química. En su Instituto, Patrimonio Nacional del que debemos sentir verdadero orgullo, trabaja, incansablemente, en el desarrollo de la vacuna sintética contra una de las enfermedades más terribles, la malaria. Sus investigaciones son publicadas en las revistas científicas como corresponde a un centro de investigación de su nivel.
Hace un año el presidente Duque escuchó pero no aplicó, los consejos del Dr. Patarroyo sobre cómo enfrentar una pandemia que apenas se asomaba por estos lares. Acudir a quien lleva cuarenta años estudiando el tema de las vacunas era lo más logico, lo que no se entiende es por qué no siguieron sus consejos y menos el que se le haya marginado del proceso. Aparte de sus conocimientos, la intuición de este científico se encuentra muy afinada, pero no solo eso, su Instituto cuenta con un equipo científico de altísima calidad que pudo haber seguido un proceso del que, como él mismo Patarroyo lo dijo, poco o nada se sabía.
El articulista de marras pretende desautorizar al Doctor Patarroyo calificandolo como “un científico errático”, “una caricatura de sí mismo“ y “un impreciso asesor de Iván Duque”. No acertó en ninguna, su indignación le nubló la razón.
Este asunto de la intuición Vs. La razón me trae a la memoria lo que relata Malcolm Gladwell al comienzo de su libro “Inteligencia intuitiva”. Resulta que cuando el Museo Getty estaba por ser inaugurado le ofrecieron una escultura griega, un Kuros de los se conservan alrededor de una docena de ellos, a la que le hicieron todos los estudios científicos con los que los especialistas dictaminaron su originalidad, lo que llevó a que el museo pagara los diez millones de dólares que el vendedor pedía por ella. Poco después y con tan solo una mirada un conocedor de arte griego los previno de la compra cuando ya era muy tarde. La apreciación intuitiva del historiador fue corroborada por otros prestigiosos colegas. La obra estuvo en exhibición con esta ficha técnica: Escultura griega de alrededor del 530 a.C. o falsificación moderna.
Preferí que el gobierno escuchará también a la intuición y no se apoyara únicamente en lo que dicta una “razón” tan fácilmente manipulable. Todavía podría acudir al Doctor Patarroyo en quien razón e intuición se apoyan en la investigación científica.
P.S.: Los poderosos laboratorios no cuentan con micos. Para experimentar la vacuna del Covid 19 cuentan con miles de millones de seres humanos.