Amistad, flexibilidad y autoestima son las bases para construir una relación de pareja libre de apegos y dependencias afectivas. No necesitamos buscar complementos a través de otra persona. Cuando logramos ser autónomos, podemos compartir sin tantas inseguridades ni exigencias una vida estable en la pareja.
Nadie es la otra mitad del otro. Somos integrales, impulsados a dar y recibir amor, no a vivir de la energía de alguien más. Se puede amar a otra persona, pero primero debemos amarnos a nosotros mismos.
Ese vacío de no saber quiénes somos, es el que nos convierte en dependientes afectivos, esclavizándolos a los caprichos y deseos del “ser amado” que escogimos desde la ilusión, pero también desde la disfuncionalidad de nuestro carácter.
Por eso, la mayoría de los trastornos emocionales son causados por un exceso de expectativas hacia la pareja para ocultar las pocas expectativas que tenemos para con nosotros mismos.
El amor maduro es el que fortalece la auténtica intimidad. Las emociones, la inteligencia, el amor y el sexo no se pueden dividir, pues somos seres integrales en busca de identidad.
Venimos a la vida para reconocer el amor y ser felices. El amor es profundo y poderoso como el universo mismo, pero se nutre de pequeños detalles y sencillas manifestaciones de comprensión, confianza y amabilidad.
Quizás, una de las relaciones más difíciles de lograr es la de ser amigos de nosotros mismos, ya que el orgullo, la baja autoestima y la culpa, muchas veces, impiden que el amor habite en nuestro corazón.
Con el tiempo, podemos descubrir que la fuente del auténtico amor y la intimidad sexual florece en nuestro interior. Esa energía vital y transformadora está a nuestra disposición, pues somos sus dueños.
Una pareja madura no necesita competir ni dominar a su compañero(a). Este impulso negativo, nace de algunos traumas de infancia que impiden el normal desarrollo hacia la adultez para gestionar de forma adecuada sus emociones.
Es por esto, que los sentimientos de tristeza y depresión se disfrazan de rabia, produciendo el auto saboteo en la relación y el continuo ataque emocional que hacen blanco en el otro. Iniciar un proceso serio para superar estos problemas, sería un indicador que habilita la posibilidad de ser feliz en pareja.
Confiar en la vida, soltar, dejar ir, no aferrarse y sanar las dependencias afectivas que incitan a los celos injustificados, el control obsesivo y los desbordes emocionales, ayudan en gran medida, a mejorar la intimidad con el fin de que renazca espontáneamente el amor.
La libertad y la confianza son elementos vitales para conservar la pareja. No permitas que tus dudas sean proyectadas sobre el otro, pues casi siempre intentas ocultar tus debilidades en los defectos de los demás.
Las verdaderas historias de amor, gozo e intimidad sexual, comienzan cuando dejamos ser a la otra persona quien realmente es. De esta forma, le ofrecemos una incondicional confianza que mejora la calidad de vida de la pareja.
Los reproches y las críticas hacia el otro no son actitudes sanas que ayuden a fortalecer el vínculo debilitado, pues el constante señalamiento hace que se sienta juzgado, condenado y, lo que es peor, castigado.
Como mecanismo de defensa ante esta actitud generadora de culpa, aparecerán las mentiras, las máscaras, la deslealtad y la infidelidad. En consecuencia, lo que antes parecía amor, ahora se convierte en miedo y engaño.
Una pareja sana, además del amor mutuo necesita: intimidad, realización sexual, sinceridad, paciencia, lealtad, paz, autoestima, pasión y sueños.
Sexualidad, intimidad y espiritualidad
El deleite sexual es esencial para lograr una armónica relación con el otro, pues el sexo es un regalo de Dios cuya esencia es el amor y la verdad.
Para llegar a experimentar esta plenitud, la pareja necesita recorrer diferentes planos, entre ellos el físico al momento de alcanzar el orgasmo, el emocional con el propósito de sanar las heridas del subconsciente y, el espiritual que trasforma y conecta con la fuerza interior creadora.
El sexo y la intimidad en pareja son medios para fines más elevados que ayuden a superar las trampas de la mente, el ego, la enfermedad, las creencias limitantes y las tendencias exteriores tan superficiales como las de la apariencia física.
Algunas personas consideran el sexo como un tema “tabú” e intentan disimular sus temores a través de los prejuicios y la represión, evitando hablar sinceramente con la pareja sobre sus fantasías eróticas y sexuales subyacentes en el inconsciente.
Sin duda, no deberíamos señalar estos impulsos desde la “malicia” que, en la mayoría de los casos, sólo existe en la mente de aquellos que por desconocimiento o miedo terminan juzgándolo.
En realidad, estas fuerzas naturales, son un derecho pleno que cada persona tiene al momento de experimentarlas e incluso vivirlas junto a su pareja, en el evento de llegar a un consentimiento mutuo.
Somos seres únicos e irrepetibles con la suficiente autonomía para decidir lo que nos gusta y no nos gusta a la hora de expresar nuestra sexualidad.
Disfrutar en la compañía del ser amado cuya mente abierta es afín a la nuestra, es la llave que respetuosamente abre la puerta a la exploración de la intimidad y la sexualidad en pareja, la cual debe hacerse desde una actitud segura, positiva, alegre y voluntaria.
Lo anterior, con el ánimo de aprender a resignificar la importancia de las relaciones íntimas, que si bien es cierto no son el todo, también son una parte vital que nos ayuda junto con nuestra conciencia despierta, a conocer y gozar la plenitud del amor espiritual.
La intimidad es un espejo en donde me miro a través de los ojos del otro. De este modo, puedo encontrar el crecimiento de mi individualidad y dejar de ocultar mi verdadero yo. Así comparto el misterio de mi propia alma en el alma de quien amo.
El retorno a la absoluta unidad es un proceso que comienza al descubrirme a mí mismo, conocer mis instintos, tendencias, emociones y pensamientos, con el propósito de ofrecer a mi pareja un ser humano honesto y consciente de sus actos.
Si aprendimos a amar y a compartir la intimidad no haremos sufrir a quien nos ama, pues desde la humildad es posible reconocer nuestras fallas y defectos sin la carga de la culpa.
En la unión sexual, desaparece la dualidad, la soledad y la angustia que proviene de la mente cautiva entre el pasado y el futuro, la culpa y la vergüenza.
La unidad íntima en pareja habilita la unidad plena hacia lo divino. La intimidad y el sexo, repito, son un puente hacia la espiritualidad que no se puede entender sin haber experimentado el amor, el enamoramiento, el éxtasis y la pasión.
El camino del amor sanador en pareja
El amor sano proviene de la voluntad de estar junto a la pareja con el propósito de gozar y ser felices al dar y recibir afecto, apoyo y seguridad, superando cualquier “debería” o “no debería”.
El amor es una experiencia que nace en el corazón en donde todo es posible, pues su fuerza es infinita. En la relación de pareja, la verdad se impone tarde o temprano y, para ser auténtica, es necesario desnudar el alma con el fin de mostrar la luz y la oscuridad que habita en cada uno.
La vida en pareja con todas sus decepciones, preocupaciones y angustias también es bella y maravillosamente amorosa. La mayor dificultad del amor es cuando el orgullo, la terquedad y la mentira, opacan las altas vibraciones de la humildad, la comprensión y el perdón hacia el otro. El peor de los “pecados” que existe en la pareja, es el de no ser felices estando juntos.
Sin honestidad el amor es inestable, sin cuidado el amor está perdido, sin respeto el amor es infeliz y sin confianza el amor es asfixiante. Los invito a dejar de ser espectadores de las historias de amor de otros. Construyan y vivan su historia sin miedo a ser diferente a los demás.
Afortunadamente, el auténtico amor no está basado en la perfección, por eso resiste a las peores desilusiones y los errores, que como humanos cometemos.
Amar no es condicionar. Elige tu libertad respetando la libertad del otro, así evitas que este sentimiento de intimidad y amor se termine. La verdadera alquimia transformativa es dar desde el corazón sin condición alguna ni depender de la respuesta del otro.
La exagerada dependencia o independencia afectiva termina por debilitar y anular el amor en pareja, pues para que este crezca necesita espacio, autonomía, confianza y principalmente, el deseo de estar juntos sin nada que ocultar y sin miedo “al que dirán” o de ser ellos mismos. Esta actitud ayuda a situar a la pareja por encima de cualquier obstáculo interno o externo que afecte la relación.
El camino “medio” es el mejor camino para ejercitar la paciencia y la flexibilidad mutua. Pero, ante todo, es el maestro indicado a la hora de conciliar la odiosa batalla de los egos y la negación de los defectos de carácter de cada uno.
El ejercicio de la paciencia, la flexibilidad y las oportunidades de recomenzar, son criterios que pueden contribuir a salvar toda la inversión emocional que se a hecho, para que el amor y la recuperación perduren en la pareja a pesar de todo.
Si entiendo que mi vida fluye desde la intimidad, me doy cuenta de que soy merecedor de dar y recibir amor. Tú eres importante y debes correr el riesgo de descubrirlo.
El cuerpo, las emociones y el alma, son una fuente de gran poder para convertirnos en los realizadores de los más profundos deseos de bienestar y armonía interior. De esta manera, podemos alcanzar todos los sueños y construir un proyecto de vida estable, íntimo y amoroso en pareja.