La ira es una emoción que experimentamos cuando nos sentimos atropellados por las palabras o acciones de otros, generando reacciones tanto físicas como mentales en nuestro cuerpo: desde una aceleración en el ritmo cardíaco, hasta una amalgama de pensamientos que producen aún más furia. En ocasiones, se desencadena automáticamente y muchas veces, surge sin que conozcamos la causa real que lo provoca.
La rabia es una expresión del dolor, de emociones y de culpas no manifestadas. De igual manera, oculta la necesidad de manipular a otros y de un reconocimiento en el que exteriorizamos una actitud de ‘superioridad’ ante los demás. Al sentirnos excluidos, engañados o frustrados, hace que este sentimiento se prolongue.
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Pero, ¿qué es lo que esconde tras de sí la ira? Aunque parezca una simple reacción natural, esta emoción puede ser una máscara con la que escondemos algunos de nuestros temores:
- Impotencia: cuando no logramos lo que deseamos. Al querer conseguir algo y ver que no lo alcanzamos, experimentamos un sentimiento de frustración, que, a veces, se manifiesta en un acto de enojo bien sea con nosotros mismos o con algún allegado.
- Miedo: percibir un peligro que nos afecta directa o indirectamente. El temor de no saber cómo protegernos ante el riesgo causado en determinada situación, provoca una sensación de angustia.
- Inseguridad: falta de confianza en nuestras capacidades. La ausencia de amor propio y los complejos de inferioridad construyen un muro que nos impide conocernos. La inseguridad crea una profunda frustración que se convierte en enojo.
- Dolor: sentimiento de pena y tristeza. El dolor causado por una situación de desesperanza nos ahoga en el sufrimiento, al ser incapaces de reconocer y expresar el dolor que sentimos, nuestro inconsciente lo disfraza y convierte en enojo.
- Decepción: insatisfacción generada por la pérdida de esperanza en algo o alguien. Cuando tenemos expectativas y estas no brotan o esperamos algo y no sucede, perdemos la paciencia. Por eso, expresamos nuestra ira como reacción a esta decepción.
¿Es usted una persona iracunda?
Recordemos que la ira es una emoción automática y, tiene por objeto, una respuesta defensiva ante un estímulo amenazante. Sin embargo, cuando la ira no se asimila de forma correcta, es posible transformarla en resentimiento, el cual es un sentimiento agresivo que contiene a veces odio y violencia.
Una persona iracunda se descontrola ante un deseo insatisfecho y carece de tolerancia a la frustración. Por tal motivo, existen grupos de apoyo de 12 pasos como los de Neuróticos Anónimos, cuyo fin es el de concientizar y ayudar a las víctimas del enojo en sus desbordes emocionales que, además de producirles enfermedades psicosomáticas, se convierte en una adicción.
A continuación, un breve test que le puede ayudar en clarificar si usted es una persona iracunda y furiosa.
1. ¿Le cuesta trabajo expresar sus sentimientos y hablar de sí mismo?
2. ¿Detrás de sus ambiciones hay un delirio de grandeza y superioridad?
3. ¿Pierde el control ante las situaciones que se salen de sus planes?
4. ¿Sus pruebas de amor se basan más en lo material que en lo emocional?
5. ¿Considera que todo el mundo debería pensar como usted lo hace?
6. ¿Las situaciones de menor trascendencia terminan en problemas mayores por la pérdida del control emocional?
7. ¿Ha aceptado que tiene “mal genio” y piensa que esto es natural en usted?
8. ¿No considera situaciones alternas ante una decisión planeada?
9. ¿Sus sentimientos de rabia se intensifican cuando las personas no están de acuerdo con su forma de pensar?
10. ¿Evade espacios en donde se siente confrontado y responde con altivez ante algún juzgamiento?
11. ¿Le cuesta trabajo ponerse en los zapatos del otro?
12. ¿Ocasionalmente sus sentimientos y emociones lo controlan a usted y no usted a ellos?
13. ¿Sufre de enfermedades como gastritis, úlcera, migrañas y espasmos musculares?
Superando el descontrol de la ira
El ejercicio de reconocer cada una de nuestras inseguridades, trabajar en ellas y cambiarlas, nos convierte en personas cada vez más capaces para enfrentar cualquier situación sin llegar al enfado exagerado.
Por ello, en mis Sesiones Terapéuticas y Expresión de Sentimientos que realizo con mis asesorados, una vez que pueden manifestar su ira interior a nivel físico y emocional se logra habilitar un espacio para ejercitar el dominio de sí mismo, donde a través de nuevas herramientas de crecimiento personal se encuentren las razones que los hacen reaccionar de esta manera.
Al controlar los impulsos y encontrar un camino hacia nuestra paz interior, nos podemos aceptar tal cual somos, convirtiéndonos en una mejor versión de nosotros mismos.
“Vivir, es aprender a vivir”, esto implica reconocer y resolver los problemas cotidianos desde una actitud diferente, al elegir bajo nuestra entera responsabilidad el estar y sentirse bien o el estar mal y sentirse todavía peor bajo el dominio de la ira mal gestionada.