Dos fuerzas muy poderosas compiten por dominar tu mente: el miedo y la fe. Más allá de tus pensamientos, existe un centro espiritual que nunca enferma y tampoco se debilita; su fuente es el amor creador del Universo que también habita en ti. Esta luz sólo espera a que la descubras, para revivir tu conexión esencial con Dios, regresando a tu verdadero hogar desde la consciencia plena.
El mejor tratamiento para todos los desequilibrios físicos y mentales proviene del despertar espiritual, y el remedio se llama amor. La compasión, la ecuanimidad, el equilibrio y la alegría, son los estados del alma trascendida. Sus frutos sólo se dan a través de la madurez espiritual, que habilita la intención de servir a los demás, para que juntos se liberen del sufrimiento y el dolor.
Ser humilde no implica mostrar debilidad ante las crisis de la vida, sino entregarse valientemente a la voluntad de Dios. Mantén claro que el verdadero maestro espiritual es flexible, solidario, compasivo y rompe las cárceles intelectuales del prejuicio.
Para encontrar la paz interior, elimina de tu corazón el resentimiento, el desamor, la ira, la envidia y el miedo. Comienza entregando tus emociones, tu vida y tus planes al cuidado de Dios, quien sólo quiere que logres un despertar espiritual y te regocijes con su inmenso e infinito amor.
Seguridad, confianza, optimismo y fortaleza, son elementos que provienen directamente de la oración, la meditación y el amor a Dios. Mantén una convivencia en paz, motivando la reconciliación con tus semejantes. La armonía y el sosiego interior son el resultado de esta disposición.
Cuando medites, entiende que ni el amor te desborda ni el odio y la enfermedad te deprimen. La vida cambia constantemente y tú con ella. Transita en lo posible por el camino medio, guardando un sensato equilibrio en cada cosa que hagas.
La mayoría de las creencias son falsas, por eso sufrimos, odiamos y de paso castigamos a los demás, porque nos dejamos convencer y programar por ellas. Intentar dominar a las personas es enfermizo, pues los conviertes en objetos de tu ego posesivo. Somos seres que anhelamos nuestra autenticidad, de allí que quien intente someternos activa al guerrero interior que defiende el derecho a su libertad natural.
Desde la experiencia personal se puede lograr la aceptación para rehabilitar nuestros sentimientos, emociones y pensamientos, así sean estos funcionales o disfuncionales; pero solamente con la ayuda de un Poder Superior al ego, obtendremos la sanadora trascendencia del espíritu.
Nada permanece igual, todo cambia y todo regresa. El desapego es el mejor maestro para transformar tu actitud y descubrir el camino hacia el encuentro íntimo con Dios.
Encuentra tu sombra para poder evolucionar hacia la plenitud de la consciencia, ya que, ambas fuerzas habitan en ti. Recuerda que cada elección nos produce dolor, pues al optar por una, pierdes la otra. Escoger el camino de la “perfección” siempre será tortuoso, puesto que ser humanos significa “no perfectos”. Un espíritu humilde y equilibrado, transitará por una vía flexible, compasiva y tolerante.
Aparentemente frágil, pero esencialmente eterno, poderoso en su interior y conectado al espíritu de Dios, así es la grandeza del ser humano. ¿Cuál es la fuerza que sobrevive al tiempo y a la muerte? ¡La del amor! Que nos eleva sobre nuestras miserias y nos da el vigor, la resistencia y la voluntad para regresar por fin a nuestro verdadero hogar, donde nos encontraremos con el cálido y protector amor de Dios. Así como existe un mundo material también existe un maravilloso mundo espiritual.
Del libro Reflexiones para un Nuevo Camino de Armando Martí, Editorial Solar