
En el Día Internacional de las Mujeres Rurales, destacamos su papel esencial en la transformación de los territorios, su liderazgo y su contribución al crecimiento económico del país.
En los campos de Colombia, millones de mujeres rurales sostienen la vida: siembran, cuidan, transforman y preservan los saberes que alimentan al país. Su trabajo no solo garantiza la seguridad alimentaria, también impulsa el desarrollo local, la sostenibilidad ambiental y la construcción de paz en los territorios. Este 15 de octubre, reafirmamos la importancia de reconocer sus derechos y de promover mejores condiciones para su bienestar y desarrollo integral.
El papel invisible pero esencial de las mujeres rurales
Aunque el país continúa su proceso de urbanización, el campo colombiano sigue siendo el motor silencioso de la vida nacional. Según el DANE (2024), el 76 % de la población vive en zonas urbanas y el 24 % en zonas rurales; entre estas últimas, las mujeres representan el 22 %. Esta cifra, aunque menor, refleja su papel decisivo en la sostenibilidad del territorio.
A diario, las mujeres rurales participan en cada eslabón de la cadena productiva: desde la siembra y el procesamiento de alimentos hasta la comercialización y la organización comunitaria. Sin embargo, sus contribuciones siguen siendo poco visibilizadas, especialmente en los espacios de decisión económica y política.

“Gracias al proyecto Raíces, hemos fortalecido nuestro liderazgo y nuestra capacidad para gestionar las cosechas de café, generando nuestros propios recursos. Esto no solo nos permite mayor independencia económica, sino que también contribuye a reducir las violencias en nuestros territorios", comenta Luz Deiba Anacona, caficultora de Caldono, Cauca.
Hacia una ruralidad con voz y derechos
Garantizar el acceso de las mujeres rurales a la tierra, al crédito, a la educación técnica y a la participación política no es solo un asunto de justicia: es una estrategia para el desarrollo sostenible del país.
Desde las montañas del Cauca hasta las costas del Pacífico nariñense, las mujeres rurales colombianas están construyendo soluciones frente al cambio climático, fortaleciendo la producción sostenible y promoviendo la paz territorial.
Este 15 de octubre, el mensaje es claro: las mujeres rurales no son beneficiarias, son lideresas del futuro que Colombia necesita. Su conocimiento, su resiliencia y su trabajo colectivo son la semilla de un campo más justo, productivo e igualitario.