Jair Bolsonaro y sus problemas bajo la sombra de Lula da Silva

Dom, 04/04/2021 - 16:33
Crisis en la cúpula militar, hecatombe sanitaria, amenaza de destitución y la sombra de Lula oscureciendo el futuro político del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
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EFE/ Joédson Alves/ARCHIVO

Crisis en la cúpula militar, hecatombe sanitaria, amenaza de destitución y la sombra de Lula oscureciendo el futuro político del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien ve amenazada su reelección y no reparará en los medios para asegurarla.

El reemplazo de algunos ministros clave en el gobierno de Bolsonaro derivó en una crisis por tierra mar y aire, cuando los jefes de estas tres ramas de las Fuerzas Armadas dimitieron o fueron obligados a dimitir tras la sustitución del ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva. Este general de cuatro estrellas, considerado como un "pragmático", es decir no "bolsonarista" convencido dentro de la institución armada, fue obligado a ceder su puesto a Walter Braga Netto, que hasta ahora ejercía como responsable de "Casa Civil", un puesto similar a primer ministro o secretario general del Gobierno. Por supuesto, Braga Netto tiene toda la confianza del jefe de Estado.

Para nadie era un secreto, de todos modos, que este cambio en la cúpula de Defensa iba a provocar una respuesta entre los tres responsables de las tres ramas militares. Entre ellos, la más esperada era la del jefe del ejército de Tierra, Edson Pujol, cuyos desencuentros con Bolsonaro, en público y en privado, eran de sobra conocidos, entre otras cosas por su desacuerdo con la política sanitaria frente a la pandemia que ha convertido a Brasil en el "hombre enfermo de América".

De momento, existen pocos detalles sobre las razones exactas que han llevado a Pujol y a sus colegas de Marina, Ilques Barbosa y del Aire, Antonio Carlos Moretti Bermudez, a abandonar el gabinete, pero lo que algunos interpretan como un rechazo del triunvirato militar a la política del presidente es una oportunidad para que la remodelación de la jefatura militar se adapte a los intereses del excapitán de paracaidistas, hoy máximo dirigente del país.

Para que esa operación juegue en favor del presidente tiene que vencer un inconveniente técnico. Según lo reglamentado, los sustitutos de los generales deben ser militares con la misma graduación. Si son sustituidos por otros más jóvenes, los veteranos deben jubilarse obligatoriamente.

MILITARES INDEPENDIENTES Y MILITARES MILITANTES

El general Azevedo manifestó "la importancia de preservar a las Fuerzas Armadas como una institución del Estado". Con ello ponía de manifiesto los intentos de su superior de implicar a los uniformados en labores partidistas, en especial sobre asuntos concernientes a la catástrofe del covid-19. Un poco tarde, también, si se tiene en cuenta que un tercio del gobierno estaba antes de la crisis en manos de ministros militares.

El último en ser despedido antes de la renovación gubernamental fue el general Eduardo Pazuello, encargado del ministerio de Salud sin darse de baja en el Ejército y desprestigiando así a toda la institución tras su catastrófica gestión de la pandemia.

Los partidarios más radicales de Bolsonaro nunca han dejado de soñar con una intervención del Ejército que neutralizara al Tribunal Supremo y al poder legislativo. El propio presidente les jaleó en persona cuando sus huestes se manifestaron en las calles persiguiendo anular a esas dos instituciones que, según ellos, solo buscan entorpecer la acción gubernamental e incriminar a su líder para desbancarlo del poder.

Es curioso observar ahora cómo otros también soñarían con una negativa de los jefes de las fuerzas armadas a mantener su apoyo a Jair Bolsonaro. Una pretensión arriesgada, pues si bien en la cúpula del aparato militar pueden existir dudas, los mandos medios y las tropas apoyan al presidente.

LA TENTACIÓN INTERVENCIONISTA

Que la crisis en la jefatura de los ejércitos se haya producido en la víspera del 56 aniversario del golpe (31 de marzo de 1964) que mantuvo en el poder a una junta armada hasta 1985, ha servido no solo para centrar la atención en el poder militar, pero la realidad de hoy, muy distinta a los tiempos de la" Operación Cóndor", dejará paso a los recuerdos, dramáticos para algunos, positivos para otros –como la inmensa mayoría del generalato y el propio presidente del país– para centrarse en la epidemia y las maniobras políticas para los comicios presidenciales de 2022.

La militarización del poder civil también ha afectado a la economía. La sustitución del presidente de la compañía estatal Petrobras por un general retirado provocó la sideración, no solo de los círculos económicos, sino del propio responsable de Economía en el gabinete. Paulo Guedes, garantía de la política liberal del gobierno de Bolsonaro, reconoció que la medida aplicada al gigante del petróleo brasileño tuvo un efecto negativo, y fue más allá, advirtiendo que su país puede tomar el camino de Argentina o Venezuela si se adoptan medidas erróneas: "Para volverse Argentina, seis meses; para volverse Venezuela, un año y medio. Para convertirse en Alemania o Estados Unidos, hacen falta de 10 a 15 años en la otra dirección".

LULA, ENEMIGO IDEAL

En esa misma línea hay que leer el manifiesto de los 500 banqueros, financieros, economistas y exministros, alarmados ante lo que muchos consideran la tentación intervencionista de Bolsonaro, a medida que se acercan las elecciones en las que pretende renovar su mandato.

Jair Bolsonaro sabe que su continuidad presente y futura depende de un poder legislativo que podría en teoría lanzar un proceso de destitución contra su persona. El cambio de responsables ministeriales y en la Administración operado el 29 de marzo estaba destinado también a conquistar al llamado "Centrao", representantes políticos considerados de centro, conocidos por intercambiar apoyo por puestos en la Administración. Además, el presidente ha desbloqueado 460 millones de euros para la renovación de infraestructuras en las circunscripciones de 285 parlamentarios (la Cámara de Diputados cuenta con 513 escaños).

Lula, liberado sorpresivamente de las acusaciones de blanqueo y corrupción que se le achacaban, batiría a Bolsonaro en 2022, según todos los últimos sondeos. La falta de críticas a la decisión judicial fue otro de los motivos que se arguyeron para ilustrar el distanciamiento entre el presidente y el jefe del ejército de Tierra. Pero para el presidente y candidato a la reelección, Lula representa el rival perfecto, mucho más que un aspirante más moderado, pues la polarización sería el terreno apropiado para una final entre extremos.

Por: Agencia Sputnik

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