El Paro Nacional ha sido de lejos uno de los estallidos sociales más grandes que ha vivido Colombia, con un balance elevado de bloqueos, enfrentamientos, heridos y muertos a nivel nacional. Hoy, casi un año después del inicio de las protestas, el 28 de abril de 2021, el programa Los Informantes de Caracol reveló lo que según algunos investigadores de la Policía “hay detrás de la Primera Línea”.
Cabe recordar que este grupo, inspirado en algunos similares formados en otros estallidos sociales como los de Chile, es una organización que (por lo menos en teoría) tiene como finalidad proteger a los manifestantes frente a los agentes antidisturbios. Para tal tarea, disponen una compleja organización de varias líneas, con relevos, equipos médicos, grupos de derechos humanos, respuesta para la confrontación, distracción con láser, entre otros.
Desde su creación, mucho se ha hablado sobre su funcionamiento, de cómo entrenan para enfrentarse con la Policía y la forma en que cambiaron muchas veces los pesos de la balanza en las calles durante las protestas de 2021. Sin embargo, en esta ocasión lo que dio a conocer Caracol fue una cara no tan amable: el de la presunta tortura de personas inocentes que confundieron con infiltrados de la Fuerza Pública.
Nada más empezando el reportaje, aparece un primer video que habría sido obtenido por infiltrados de la Policía en el que se aprecia a unos hombres amarrados a un poste, sin pantalones, visiblemente golpeados y con poca conciencia, mientras varias personas a su alrededor les insultan y una encapuchada (aparentemente con conocimientos médicos) le realiza tocamientos para determinar su estado de salud. Según la periodista Nena Arrazola, esa mujer era la encargada de dictaminar si aquel hombre estaba listo para recibir otra golpiza.
“Diga que está bien”, decía uno de los encapuchados que estaba grabando.
De acuerdo con el medio, este hecho habría sucedido en el Parque Mundo, en la localidad de Kennedy, donde un grupo de la Primera Línea acampó durante las protestas. Esto, entre otras cosas, muy cerca del Portal de las Américas, uno de los epicentros del Paro Nacional en la capital colombiana.
La razón era simple: aquellos hombres recibieron un fallo de culpabilidad sin derecho a defensa que los catalogó como policías infiltrados. Una categoría que en el Paro Nacional podría significar un linchamiento masivo o en el peor de los casos heridas mortales. Según cifras oficiales, por ejemplo, para los primeros días de mayo ya se contaban 850 policías heridos.
No obstante, un verdadero policía infiltrado que no fue detectado habló con Arrázola de cómo fue que le siguió el paso a los torturadores: “Hasta el día 4 de junio del año 2021, alias Calarcá, junto con alias ‘19’, ‘Mayora’ y ‘Soldado’, coordinaron una tortura contra dos personas que creyeron que eran de la Fuerza Pública (...) Los desnudaron, les pegaron y los llenaron de pintura”.
Los nombres que entraron en conversación no son para nada desconocidos. De hecho, alias ‘19’ fue capturado en febrero de este año por su presunta “participación en actos de vandalismo, tortura a particulares y agresiones contra la Fuerza Pública en el suroccidente de Bogotá”, según la Fiscalía.
Sobre los hechos que mostraron Los Informantes, la entidad señala: “Habrían retenido a dos transeúntes y, con el supuesto de que pertenecían a la Policía Nacional, les robaron las pertenencias, los golpearon, hirieron con armas cortopunzantes, amarraron a un árbol, los cubrieron con pintura y les rociaron gasolina con la amenaza de prenderles fuego”.
Ese mismo Policía realizó un pequeño perfil más a detalle de varios de los líderes del autodenominado Portal Resistencia: “Alias ‘19’ decía que tenía instrucción para combatir contra la fuerza pública (...) Calarcá fue una persona que prestó servicio militar en el Ejército Nacional, tiene conocimiento de todo lo de la Fuerza Pública, armamento y demás situaciones para tener esa capacidad de decirle a los muchachos qué tenían que hacer y cómo lo tenían que hacer”.
Caso diferente al de ‘Mayora’, según el uniformado: “Se hacía llamar así porque decía que era de ese grupo indígena y ella decía eso para tener respeto dentro de esta estructura delincuencial”.
Otro tema fue el de Cali, ciudad que durante el Paro Nacional reportó el nivel más alto de los enfrentamientos. Allí, según contó el Policía a Los Informantes, una maestra que en la Primera Línea tenía el sobrenombre de “Karina”, lograba acceder a información sobre la Policía y sus movimientos gracias a una relación que sostenía con un uniformado.
“El Esmad se va mañana, ellos van a reorganizarse hoy y mañana van para Buga o Tuluá, algo así”, le contaba el Policía en una de tantas llamadas. Funcionario Público que ya se encuentra enfrentando cargos por sus acciones.
Entretanto, el general Jorge Luis Vargas aseguró al medio que hay “nexos claros (de las protestas) con el narcotráfico del ELN y las Farc”. Finalizando el reporte con el balance de “272 capturados y 84 procesos judicializados, 115 personas con detención intramural y otras presas en sus casas”.
No obstante, en el fondo la noción no es de triunfo para ningún bando, incluso con la caída de la reforma tributaria que detonó los enfrentamientos iniciales. El último informe de la Defensoría del Pueblo, aquel entregado a la CIDH, registró hasta el 3 de junio de 2021 unas 417 quejas de vulneración de derechos humanos (de las cuales 300 tenían a la Policía como presunto agresor) y eso se traduce en unas 489 personas afectadas en sus derechos.
También habían reportes de desaparecidos, varios desestimados por la Fiscalía y más de dos mil denuncias de abuso policial (dentro de las que se encuentran varias víctimas de violencia ocular). En cuanto a los fallecidos en el marco de las protestas, según Indepaz, para julio ya rozaban las 80 personas. Eso sin contar las afectaciones a la economía, los alimentos represados por los bloqueos, entre otras tantas realidades de dicho estallido social.
Todos ellos reportes de una situación delicada en términos humanitarios, que en varias ocasiones habilitó espacios en blanco para los derechos humanos, permitiendo a violentos de todas las orillas cometer actos como los que se le endilgan hoy a la Primera Línea o por los que han sido judicializados varios uniformados de la Policía que olvidaron su prioridad de cuidar a la ciudadanía. Una demostración del alcance de los extremismos y de lo necesario que es devolverle algo de humanidad a la polarización que se vive en el país.