
Después de más de siete décadas de ausencia, los hidroaviones volvieron a surcar los cielos y aguas de Colombia. La Ciénaga de Ayapel fue el escenario del plan piloto que marca el regreso de esta modalidad aérea pionera en el país, desaparecida en los años 50 con la expansión de la aviación tradicional y la construcción de aeropuertos.
El proyecto, liderado por la Aeronáutica Civil y la empresa SEARCA, busca transformar la movilidad en regiones apartadas y al mismo tiempo impulsar el turismo sostenible. Para las comunidades locales, significa más visitantes, más oportunidades de ecoturismo y una forma directa de conectarse con centros urbanos sin depender de carreteras o pistas aéreas.
“Los hidroaviones son una alternativa más limpia y con menor consumo de combustible, lo que reduce el impacto ambiental y abre posibilidades para zonas que hoy carecen de infraestructura aeroportuaria”, destacó la Aerocivil, que proyecta extender el modelo a otras regiones del país.
La historia de los hidroaviones en Colombia se remonta a 1920, cuando la Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos (SCADTA) inauguró vuelos sobre el río Magdalena, conectando Barranquilla y Cartagena con el interior y llegando incluso hasta el Amazonas. Ahora, más de 100 años después, el país revive esa experiencia con un enfoque en el desarrollo regional.
Ayapel, reconocido por su biodiversidad y por su potencial en actividades como el avistamiento de aves y el ecoturismo comunitario, se consolida como destino emergente del Caribe colombiano. El retorno de los hidroaviones no solo es un guiño a la memoria histórica, sino una apuesta para que el turismo se convierta en motor de progreso y en puente de oportunidades para sus habitantes.
La Aerocivil anunció que otras zonas del país con condiciones similares podrían sumarse a este proyecto en los próximos meses, lo que convertiría a Colombia en pionera regional en retomar esta modalidad aérea.