
Seyawawin Moisés Racigo Izquierdo es un joven que pertenece a la comunidad Bunkwamake, un pueblo de indígenas arahuacos ubicado a ocho horas de Santa Marta.
Es el penúltimo de siete hijos y aunque sus padres son procedentes de Pueblo Bello en el Cesar, él y sus hermanos fueron criados en la Sierra Nevada.
Durante su adolescencia, Seyawawin vivió en un internado en el que residían los niños y jóvenes que estudiaban en el colegio Kankawarwa. Solo en vacaciones podía regresar a su comunidad para pasar tiempo con su familia.
Esta situación, por la que Seyawawin tenía que vivir alejado de su hogar, “era el resultado de la falta de instituciones educativas cerca de la comunidad Bunkwamake”.
Sin embargo, el sacrificio de vivir internado en el colegio Kankawarwa, era un esfuerzo que hacía Seyawawin para salir adelante y cumplir su sueño de ser profesional. Tres horas de camino separaban al joven indígena de su familia mientras estaba estudiando.
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Foto: Cortesía[/caption]
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Con ayuda de su padre, que es uno de los líderes de la comunidad, el joven pudo obtener los documentos con los cuales la familia Bunkwamake certificó que Seyawawin pertenecía a la etnia. Este requisito era indispensable para obtener el cupo en la Universidad del Magdalena.
Una semana después volvió a Santa Marta para entregar los documentos y buscar un lugar para vivir.
Luego de tocar varias puertas junto con su papá, buscando ayuda para poder continuar con su sueño, un sacerdote decidió apoyarlo y lo llevó a su casa.
Finalmente, tras varios trámites y gracias a una beca que le otorgó la Fundación Sociedad Portuaria de Santa Marta, el joven indígena pudo iniciar su carrera.

Seyawawin siempre supo cuál era su objetivo
En diálogo con Kienyke.com, el joven arahuaco recordó que mientras cursaba el bachillerato escuchaba las historias de los pocos jóvenes de su comunidad que lograban ir a la universidad y pensaba que él podía hacer lo mismo. “Todo lo que yo pienso puede convertirse en realidad y no puedo quedarme aquí, yo debo seguir, debo continuar”, era el pensamiento de Seyawawin cuando terminó el bachillerato. Sin embargo, el joven que en ese entonces tenía 22 años, duró un año más analizando las posibilidades de salir de su comunidad para iniciar una carrera profesional, mientras tanto, ayudaba a su familia con las labores propias de su cultura.El proceso no fue fácil pero Seyawawin insistió
Cuando por fin se decidió, no tenía claro a dónde iba a llegar, solo quería viajar a Santa Marta porque estaba dispuesto a iniciar una carrera profesional, odontología era lo que quería estudiar. Él no quería quedarse únicamente con un título de bachiller. Seyawawin relató que las autoridades de su comunidad en varias ocasiones le ofrecieron un trabajo como profesor de primaria en la comunidad, así, sin título profesional. Pero tenía muy claro que si quería servir de la manera correcta a los miembros de Bunkwamake, tenía que seguirse formando. Con 23 años, a mitad del año 2016, Seyawawin se decidió y viajó a Santa Marta. En ese primer intento por cumplir su sueño, el joven sólo consiguió que un estudiante indígena de Valledupar le contara un poco de su experiencia y acerca de los documentos que requerían para el ingreso a la universidad. [caption id="attachment_1155812" align="alignnone" width="1024"]