La sal y el potasio tienen una importancia vital en nuestra dieta y en nuestro equilibrio metabólico. El hecho de que el potasio no supere en niveles de ingesta al sodio en nuestra dieta normalmente suele suceder al revés. Esta es una de las causas de trastornos tales como la hipertensión, la hipoglucemia y enfermedades crónicas en el largo plazo.
Para evitar lo anterior lo que tenemos que procurar es disminuir la sal y aumentar el potasio. La importancia del equilibrio entre estos elementos ha sido evidente para las medicinas orientales, como la Medicina China y la Ayurvédica. Estas reflejan en su filosofía la naturaleza opuesta de estos dos metales.
Para la medicina naturista un desequilibrio entre estos dos metales sienta las bases para la aparición de enfermedades crónicas. Además de dificultar la absorción de nutrientes a nivel celular y que nos lleva a una pérdida de energía vital.
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El potasio es el mineral más abundante en nuestras células y por lo tanto es lógico que necesitemos que nuestra dieta lo contenga en grandes cantidades. Este elemento se encuentra en frutas y verduras que son escasas muchas veces en nuestra alimentación. Asimismo se pierde fácilmente al cocinar o procesar los alimentos, lo que implica deficiencia del mismo en nuestros aportes diarios al organismo.
Por otra parte el exceso de sodio neutraliza el potasio, por lo que la dosis aproximada de 2,5 gramos diarios de potasio suele ser insuficiente por dicha abundancia. Eso significa que las necesidades diarias de ambos microminerales son interdependientes, cuanto más sodio más potasio necesitaremos.
La cantidad diaria recomendada de sodio es de 500 miligramos diarios. Sin embargo no es nada raro que podamos consumir entre cinco y 20 gramos diarios. Es decir en promedio unas 20 veces la cantidad recomendada, teniendo en cuenta que se debe consumir como cinco veces más potasio que sodio. Eso implicaría que una ingesta de entre 25 gramos y 100 gramos diarios de potasio.
Los síntomas y la incidencia en la salud
Algunos de los indicativos de que estamos ante un desequilibrio son la irritabilidad y la confusión mental, los dolores de cabeza, sobre todo si son sobre los ojos, problemas de sinusitis, piernas hinchadas y pesadas, retención de líquidos, distensión abdominal, dolores musculares y de articulaciones, pérdida de fuerza, dificultad para conciliar el sueño, picor de piel, pelo graso o con caspa, encanecimiento prematuro del pelo, arrugas prematuras, deseos de comida salada, exceso de sed y disfunciones del ritmo cardíaco.
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Una de las primeras consecuencias del exceso de sodio y probablemente de las más conocidas es la hipertensión, sin que por ello quiera decirse que todos los casos de hipertensión se deban a dicho exceso. Según varios estudios, allá donde se consume menos de 500 mg. diarios de sal, la hipertensión es prácticamente desconocida.
El equilibrio entre sodio y potasio es un factor más importante en la hipertensión que la cantidad de sodio ingerida. Existe un mecanismo hormonal que regula tanto la tensión arterial como los niveles de sodio en sangre, lo que hace que estas dos funciones estén relacionadas.
Se cree también que un nivel elevado de sodio puede causar un bajo nivel de azúcar en sangre o hipoglucemia. En el caso de la hipoglucemia ocurre algo parecido que con la hipertensión, el mecanismo que regula los niveles de sodio está relacionado con el que regula los niveles de azúcar en la sangre. Al incrementarse la eliminación de sodio a través del riñón se disminuye simultáneamente la producción de las hormonas glucocorticoides que controlan los niveles de azúcar y su metabolismo.
Sucede que el sodio y el potasio son necesarios para la conducción de impulsos nerviosos y la contracción muscular, lo cual significa que la función nerviosa, la contracción muscular y los latidos del corazón se pueden ver afectados por la desproporción entre sodio y potasio.
Cómo equilibrar el potasio y el sodio
La ingesta hay que aumentarla con alimentos ricos en potasio. Algunos pueden ser el banano, el apio, coliflor, berenjenas, tomates, pepinos, calabacines, las verduras de hoja verde, todos los tubérculos y el aguacate. Comer cien gramos de aguacate reporta 485 miligramos de potasio. Aproximadamente el 14 % de la cantidad recomendada al día de este mineral, o los frijoles, que además de potasio, contienen hierro y fibra. Al mismo tiempo se debe prescindir de sal o reducir su consumo al máximo, pero no radicalmente, sino paulatinamente.
Debemos evitar otras formas de sodio como son los aditivos de nitrito de sodio usados en los alimentos curados, el bicarbonato de sodio o el monosodio glutamato. También es importante reducir al máximo las pérdidas del potasio presente en los alimentos que se producen al cocinar. Para esto se recomienda tomar diariamente alimentos crudos en ensalada y consumir el agua de cocción de las verduras en sopas o caldos.
Las comidas procesadas o precocinadas tienen unos altos niveles de sodio y bajos niveles de potasio. Puede ser la sopas de sobre, el pan blanco, los productos enlatados, los purés de papas instantáneos, las aceitunas, la mayoría de cereales del desayuno y la mayoría de las galletas.
Hay ciertos factores que producen pérdidas de potasio y que debemos evitar. Por ejemplo, el consumo de alcohol y café, el exceso de azúcar en la dieta, el uso de laxantes y diuréticos, las aspirinas y todas las medicinas que contengan ácido acetilsalicílico.
Otro hábito importante es beber mucha agua. Ayuda a que el sodio sea expulsado al exterior del organismo. Tomar al menos de 1,5 a 2,5 litros de agua diarios dependiendo de nuestro peso corporal. Una mujer de unos 60 kilogramos debería beber unos dos litros de agua diarios mientras que un hombre de unos 80 kilogramos debería llegar a beber 2,5 litros.
La sal no tiene ningún valor nutricional. Las necesidades diarias de sodio quedan cubiertas con una dieta exenta totalmente de sal ya que el sodio se encuentra en todos los alimentos.
Los alimentos más ricos en sodio y que conviene evitar son primero que nada la sal. La recomendación es tomar 2.400 miligramos de sodio al día una sola cucharada de sal prácticamente supera esta cifra. Una cucharadita de la salsa de soja aporta más de 300 miligramos de sodio. Algunas variedades de quesos pueden contener altos niveles de sodio, como el queso roquefort, el cheddar o el parmesano.