Seguramente todos en algún momento hemos visto personas que por pereza o desconocimiento no se duchan antes de entrar a una piscina. Simplemente van entrando en ella una vez se han puesto el traje de baño, lo que es una completa falta de higiene ante los ojos de los demás. Sin embargo, ducharse antes de entrar a un alberca va más allá de la misma higiene o el respeto por los demás bañistas.
El agua de las piscinas siempre es tratada con cloro y demás desinfectantes que cumplen la función de aniquilar a las bacterias y evitar el contagio de enfermedades. Aunque la mayoría de las personas se quejen de la potencia del cloro y de lo mucho que maltrata a la piel y el cabello, de acuerdo a la BBC, los niveles utilizados de este químico son inofensivos.
Sin embargo, y de acuerdo al mismo medio, el cloro solo es peligroso cuando entra en contacto con otros químicos contenidos en los diferentes productos que las personas se aplican como cremas, champú, lociones, sudor, y que al no bañarse, dejan en la piscina.
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Además, hay que tener demasiado en cuenta que uno de los elementos adicionales que llegan a las piscinas es la orina. Por más repugnante que suene, seguramente a más de uno le habrá dado pereza salir del agua para ir al baño y prefieren usar la piscina de sanitario.
Esta mezcla de elementos químicos dan como resultado la cloramina o burbuja de cloramina u otros compuestos orgánicos volátiles, que al entrar en contacto con ellos causan irritación en los ojos y en el sistema respiratorio que pueden terminar en ataques de asma o tos.
Cuando la piscina está en interiores, la mezcla de estos químicos se hace más fuerte en el aire, lo que dificulta la respiración. Es por eso, que para disfrutar al máximo de una piscina, hay que ducharse muy bien antes y después de ingresar a ésta.
