¿Puede un adulto de 30 o 40 años sufrir un infarto? ¿Qué tan responsable es el ritmo acelerado con el que vivimos? ¿Estamos ignorando señales que podrían salvar vidas? Las cifras más recientes en Colombia hacen pensar que sí.
Según el DANE, las enfermedades isquémicas del corazón fueron la principal causa de muerte en 2024, con un 17 por ciento del total de fallecimientos en el país. A esto se suma un dato inquietante, entre 2021 y 2022 murieron 3.493 adultos entre 40 y 49 años por esta misma causa, una tendencia que crece y preocupa a los especialistas.
El infarto de miocardio, conocido como ataque al corazón, ocurre cuando se bloquea el flujo de sangre hacia el músculo cardíaco debido a la acumulación de grasa, colesterol y otras sustancias que forman placas en las arterias. Aunque suele percibirse como una condición asociada a personas mayores, la realidad es que los casos en adultos jóvenes están aumentando con rapidez.
El cardiólogo Miguel Ángel Zuleta, especialista en salud cardiovascular, explica que el estilo de vida actual tiene un impacto directo. Señala que hoy es más común encontrar pacientes desde los 28 o 30 años con enfermedad coronaria y que factores como el estrés, la mala alimentación, el sedentarismo, el consumo de alcohol y tabaco y la falta de chequeos médicos están elevando el riesgo. Advierte además que muchas enfermedades del corazón no muestran síntomas hasta que se manifiestan en un evento agudo que puede incluir dolor en el pecho, dificultad para respirar, náuseas o desmayos.
Zuleta recalca que, ante cualquier señal de alerta, lo más importante es evitar la automedicación y acudir de inmediato a un servicio de urgencias para una valoración y un electrocardiograma que permita identificar el origen del problema.
Cómo prevenir un infarto, hábitos que sí funcionan
La buena noticia es que gran parte de los factores de riesgo se pueden modificar con acciones sencillas que, sostenidas en el tiempo, reducen de manera significativa la probabilidad de un infarto.
Manejar el estrés
Adoptar rutinas de relajación, practicar técnicas de respiración y mejorar la calidad del sueño ayuda a disminuir la tensión diaria que afecta el corazón.
Evitar el humo de tabaco
No fumar y mantenerse alejado de espacios con fumadores o vapeadores reduce el daño directo sobre las arterias y mejora la función cardiovascular.
Hacer actividad física
Caminar o trotar al menos tres veces por semana activa la circulación, fortalece el corazón y contribuye al bienestar general.
Comer de manera saludable
Elegir alimentos frescos, preferir preparaciones al vapor, limitar fritos, reducir productos ultraprocesados, consumir suficiente agua y moderar el alcohol son prácticas que preservan la salud del corazón.
Mantener un peso adecuado
El sobrepeso obliga al corazón a trabajar más, lo que incrementa el riesgo de problemas cardíacos. Controlar el peso según la estatura y la edad puede prevenir complicaciones futuras.
El especialista añade que en las mujeres las enfermedades cardiovasculares tienden a ser más agresivas y presentan tasas de mortalidad más altas, por lo que la prevención resulta aún más relevante.
Zuleta insiste en un mensaje clave. Cerca del 80 por ciento de las muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares podrían evitarse con cambios sostenidos en el estilo de vida. La prevención, más que una recomendación médica, es una decisión diaria que puede marcar la diferencia entre vivir con riesgo o vivir con salud.
