
Seguramente te ha pasado que al mirarte al espejo notas que en tu rostro o tu pecho empiezan a brotar granos en ciertas cantidades, lo que comúnmente se le llama brote. Sueles atribuirlo al calor, a una alergia por algo que comiste o te colocaste en la piel, incluso a problemas digestivos o intoxicaciones. ¿Pero qué pasa cuando los granos persisten y permanecen?
Es un mensaje claro, por parte de tu cuerpo, que algo internamente no está marchando bien. Esto no se refiere solamente a problemas estomacales, alergias por alimentos o cosméticos ni problemas de colon o de hígado, sino a tus emociones y a la forma en que te relacionas con el entorno.
Como la piel es la vía directa de contacto e interacción con este mundo, de acuerdo a la forma emocional y mental en que interactúes, así mismo será el estado de tu piel. De modo que si notas que en estos momentos tienes granos que permanecen o aparecen constantemente, es momento de tomar conciencia de la forma en que estás relacionándote con tu entorno y no sólo considerar el tema digestivo o alérgico, porque hay algo más de trasfondo que lo está generando.
Se dice que el sarpullido está relacionado con la tendencia a querer controlar todas las situaciones de tu vida, lo que desencadena naturalmente sentimientos de frustración, ira, escozor o fastidio al perder el control. Una tendencia que se manifiesta en todas las situaciones de la vida, desde la más trivial hasta la más elemental. Por ejemplo, cuando te levantas queriendo tener un buen día que incluya: buen clima o que al menos no te coja la lluvia, lograr hacer todas tus actividades planeadas, que no te coja ningún trancón o fila larga, que tus amigos o familiares actúen tal y como te gustaría, etc.
El problema con el control es que cuando lo que planeas en tu mente, no sucede tal como esperas, produces emociones negativas sintiendo cómo si la vida te pusiera obstáculos o baches. Al reaccionar así, es cómo si le dijeras a tu piel que manifieste esos baches que te bloquean tu libre fluir por el mundo, por lo que empiezan a salir los granos uno tras otro.
Y si eres un controlador excesivo, cada minuto de tu vida que no sea como lo planeaste basta para descompensarte, para hacerte ver obstáculos en tu camino y por ende cargar tu piel con un sarpullido o muchos granos. Así que es momento de empezar a soltar el control, dejando de creer que sólo es perfecto lo que sucede según tus planes y deseos.
Empieza a ver la perfección detrás de todo, hasta en tus errores porque todo lo que sucede es por algo. Tómate estos instantes y medita en todo lo que te empeñas en controlar y las veces que chocas contra el mundo o los que te rodean, por esta causa. Ahora toma conciencia de cómo el control absoluto de tu entorno es algo “incontrolable” y que no te pertenece por más que insistas en tenerlo. Repite varias veces, mientras respiras profundo y visualizas tu entrega del control: “Suelto el control y fluyo libremente con la perfección de la vida.”
Al comprender que el único control que puedes lograr es el auto-“control”, lograrás enfocarte más en aprender a regular tu mente y tus emociones que en el desgastante intento de controlar tu entorno. Así notarás que tu piel mejorará considerablemente, haciendo que los granos desaparezcan y siendo consciente que cada vez que reaparezcan es un llamado a soltar el control de algo específico.
Complementa esta conciencia de auto-sanación con una buena alimentación, con posturas de yoga como la bicicleta y el sabio, que favorecen el sistema digestivo estrechamente relacionado con los granos o sarpullido y trabaja el autocontrol, incorporando la meditación con mantras como Hari om, para permanecer en plena consciencia de ti mismo y tener tu piel, exterior e interior, totalmente saludable.