Culturalmente el sexo tiene un enfoque de género y por esto se cree que a los hombres se les facilita más disfrutarlo, mientras que para las mujeres sentir placer es más complejo. Aunque esta idea ha sido refutada por científicos, ya que hombres y mujeres padecen la falta de deseo, se pueden seguir algunos consejos para revivir la pasión.
De acuerdo con el especialista en temas sexuales Pere Estupinya, la falta de deseo sexual en las mujeres está relacionado con dos problemas: la dispareunia (dolor durante el sexo) y la falta de lubricación. Igualmente, puede ser causada por el uso de fármacos que combaten la depresión y alguna lesión en la zona pélvica.
Por su parte, el sexólogo Fernando Rosero le comentó a Kienyke.com, que "una mujer pierde el deseo en función de varias cosas: enfermedades hormonales, hipotiroidismo y problemas en su ciclo menstrual". Y añadió: "El secreto es mantener unos niveles adecuados de hormonas y tener una buena comunicación sexual, en función de lo que le guste y no le guste, porque una de las principales causas de perder el interés es complacer a su pareja porque sí".
El experto también afirmó que es fundamental tener actividad sexual en "espacios diferentes, que no se caiga en la monotonía, que no sea siempre en la misma hora o sitio. Que se empoderen en función de sentirse bonitas y seguras".
"El deseo sexual de las mujeres se mejora cuando ellas saben lo qué quieren, es decir, autoconocimiento y autoexploración".Fernando RoseroPor otro lado, una revista de un importante diario internacional reunió a cuatro mujeres que exponen su caso y una postura exacta para recuperar las ganas de tener sexo. Violeta, una mujer de 39 años intenta consejos básicos, como masturbarse con frecuencia, ya que los baños eróticos y las escapadas con su novio no funcionaron efectivamente. [single-related post_id="874843"] Su recomendación son los ejercicios de Kegel y la literatura erótica. "La primera es puramente corporal, dirigida a activar los músculos vaginales; la segunda, estaba destinada a calentar la mente, según dicen la zona erógena por excelencia". Luego aparece Carmen, quien lleva casada ocho años pero ve cómo la relación ha dejado el sexo en algo esporádico y para ocasiones muy especiales. Su tip es tener un amante o affaire para despertar la líbido. “Cuando pienso en cómo acabé teniendo un affaire, que duró unos meses, con esa persona no me lo creo porque no era para nada mi tipo. Pero luego creo que esa misma característica fue lo que hizo que yo me soltara tanto en el terreno sexual. Si me hubiera gustado más, seguramente hubiera tenido problemas del tipo: 'no soy lo suficientemente buena para él', 'estoy ya muy mayor o me sobran unos kilos'; o me hubiera comido el coco pensando que era el hombre de mi vida y tenía que dejar a mi pareja. Nada de eso ocurrió, solo buen sexo y la resurrección de la libido, que yo creía ya muerta o en estado de letargo. Y, por supuesto, que alguien se fijara en mí en ese aspecto fue un masaje para mi autoestima". A continuación, aparece la situación clásica, una mujer que es consumida por el estrés que le provoca el trabajo. Amalia de 35 años contó que cuando la empresa en la que trabaja recortó el personal y ella quedó por fuera su perspectiva sobre el deseo sexual cambió por completo. “Esa sensación que tienes el primer día de vacaciones, de liberación, de la perspectiva de los días libres para hacer lo que a uno le apetezca, la tuve yo durante tres meses. De repente, tenía tiempo para todo: para cuidarme, para ir a la peluquería, para vestirme de forma más divertida o cuidada, para comprar lencería, para salir a cenar con mi pareja, para llevar a mi hija al cine o al parque después del colegio. Sin preocupaciones y relajada por primera vez en mucho tiempo, mi libido aumentó considerablemente y me veía tomando la iniciativa, algo que solía hacer al principio de nuestra relación”. [single-related post_id="874223"] Para terminar, Maribel, de 54 años, narró que en el momento en que sus hijos partieron de la casa materna todo cambió. "Hacía tiempo que había empezado a salir con un hombre, más o menos de mi edad. Por circunstancias familiares era más fácil que nos viéramos en mi casa que en la suya, pero con mi hijo de por medio no había mucha intimidad. Yo se lo expliqué a él, pero creo que en su cabeza no entraba la idea de que su madre, con cincuenta y tantos, tuviera ese tipo de necesidades o relaciones. Nos pilló varias veces haciendo ‘manitas’ en el sofá y tenía la mala costumbre de entrar en mi cuarto sin llamar. Inevitablemente una empieza a pensar que es una mala madre y que se ocupa más de sus aventuras que del confort de su hijo, así que empecé a limitar las visitas. No puedo decir que aquello acabara con mi libido –a la que comparo a menudo con el ave fénix, que renace siempre de sus cenizas- pero si que ésta vivió una notable liberación y mejoría cuando mi chico se fue al extranjero. Ahora estoy deseando que venga a casa a verme”.