Dentro de las relaciones sexuales, hay un factor externo que puede influenciar mucho según las preferencias de la pareja y es la luz. Hay quienes prefieren apagarlas y disfrutar de las sensaciones que produce el tacto, y otros prefieren darle prioridad a lo que ven y mantenerlas encendidas.
Parece a simple vista un pequeño detalle, pero lo cierto es que es un tema que se discute constantemente en las relaciones, pues es un factor determinante a la hora de sentir placer con intensidad. Para algunas personas, lo ideal sería alternar, es decir, hacer el amor tanto con la luz encendida, como apagada, aunque todo dependerá de las preferencias de cada uno.
En estos casos, la comunicación juega un papel muy importante, y por esto es necesario conocer las preferencias de nuestro compañero, es fundamental tener la confianza de comentar este tipo de detalles para lograr un acuerdo antes del encuentro sexual, y así conseguir que sea placentero, sin preocupaciones e incomodidades.
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Se debe tener en cuenta, que a la hora de elegir la luz encendida o apagada, no se puede imponer la decisión del otro, es decir, el diálogo debe ser básico para tomar decisiones consensuadas, pues los dos hacen parte de las relaciones sexuales y necesitan libertad para actuar.
Es importante acompañar a la pareja frente a los obstáculos, ya que se pueden tener ciertos miedos o vergüenza que los bloquea si la luz está encendida, y además saber qué decir y qué callar durante las relaciones sexuales.
Por otro lado, una de las ventajas de hacer el amor con la luz encendida, es que se puede disfrutar de todos los estímulos visuales que están en juego en el sexo. El movimiento de los cuerpos, los contornos y las miradas, aumentan la excitación.
Tener sexo en un ambiente que cuente con una buena iluminación, puede ser el escenario perfecto para jugar con algunos elementos complementarios, como la ropa interior erótica, un pequeño espectáculo sensual, y unos buenos espejos. Estas actividades crean en las parejas, una complicidad y éxtasis, que no se pueden obtener si el espacio está oscuro.
Con las luces encendidas, también podemos observar los gestos de placer de nuestro compañero sexual en el momento del clímax, lo que genera un incremento en la autoestima, una vez somos testigos de los que provocamos en la otra persona durante el sexo.
Cabe mencionar, que quienes eligen tener un encuentro sexual con las luces apagadas, dejan volar un poco más la imaginación. Al no tener el sentido de la vista activo, la mente se dispara con fantasías sexuales imprevistas, surgen nuevas ideas para vencer la rutina y hasta se puede pensar que están haciendo el amor con otra persona.
Al no tener la posibilidad de utilizar la vista, el resto de los sentidos trabaja con mayor intensidad, y el tacto se convierte en el protagonista, descubriendo zonas sin limites, propias y ajenas.
Finalmente, tener relaciones sexuales con la luz encendida o apagada, es solo una decisión más, esto no tiene nada que ver con nuestro desempeño sexual, y no hay que sentir pena, ni culpa al hacerlo. Ambas formas son correctas y brindan la oportunidad de compartir unos minutos de pasión inolvidables.