
La canciller colombiana, Rosa Villavicencio, reconoció este lunes que las relaciones entre Colombia y Estados Unidos "están tensas" tras la revocatoria de la visa estadounidense al presidente Gustavo Petro y anunció que ella misma renunciará a su visa en "solidaridad" con el mandatario.
"Evidentemente las relaciones están tensas (...) porque estamos hablando claro y alto que no podemos mirar para otro lado frente al genocidio que está ocurriendo en Gaza", afirmó Villavicencio durante una rueda de prensa. La medida de Washington se produjo después de que el presidente Petro participara en una manifestación en Nueva York en apoyo al pueblo palestino.
Durante el evento, celebrado en el marco de la Asamblea General de la ONU, Petro se dirigió a los soldados estadounidenses con un megáfono, pidiéndoles: “no apunten contra la humanidad sus fusiles. ¡Desobedezcan la orden de Trump!, ¡Obedezcan la orden de la humanidad!”. Estas palabras fueron interpretadas por las autoridades estadounidenses como una incitación a la insubordinación y la violencia, lo que motivó la decisión de cancelar su visa, según comunicó el Departamento de Justicia a través de su cuenta oficial en X.
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Este episodio pone en evidencia la creciente tensión entre Bogotá y Washington, en un momento en que Petro ha buscado posicionarse como un crítico de la política exterior estadounidense, cuestionando su respaldo militar a Israel y Ucrania. Para la diplomacia estadounidense, la revocatoria de la visa es un mensaje claro: se trata de sanciones personales posibles contra un mandatario en ejercicio cuando se perciben amenazas a la seguridad o los intereses estratégicos del país.
El caso de Petro revive antecedentes históricos, como la retirada de la visa al entonces presidente Ernesto Samper en 1996, en medio del escándalo del Proceso 8.000, que reveló la financiación de su campaña con dinero del narcotráfico. Esa decisión aisló a Samper en el plano internacional y marcó un punto crítico en la relación bilateral.
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La decisión estadounidense de revocar la visa de Petro no puede interpretarse como un simple trámite administrativo. Para Colombia, representa un golpe directo a la investidura presidencial y un quiebre en la confianza con su aliado estratégico.
Creado con apoyo de Agencia EFE.