
El ambiente diplomático entre Colombia y Estados Unidos sigue siendo tenso. Aunque el Encargado de Negocios de EE. UU., John T. McNamara, regresó al país para asistir a la Feria Internacional Aeronáutica y Espacial en Medellín, su presencia no significa que las aguas estén calmadas. Por el contrario, sus declaraciones dejaron claro que persisten serias preocupaciones del gobierno estadounidense frente a la retórica del presidente Gustavo Petro y las recientes acciones del Ejecutivo colombiano.
Washington, en alerta por el discurso de Petro
McNamara, quien fue llamado a consultas la semana pasada por la administración del presidente Donald Trump, explicó que durante su estadía en Washington se realizaron “consultas exhaustivas” sobre el estado actual de las relaciones con Colombia. En ese contexto, afirmó que persisten “preocupaciones” por las declaraciones y actitudes del alto gobierno colombiano, las cuales, a juicio de EE. UU., están minando una relación históricamente estratégica.
“Hay preocupaciones persistentes sobre la retórica y acciones de los más altos niveles del gobierno colombiano que ponen en riesgo la relación histórica, cercana y mutuamente beneficiosa entre nuestros dos países”, afirmó el diplomático, en una clara alusión a los señalamientos recientes de Petro sobre una supuesta conspiración liderada desde Washington.
Acusaciones de golpe y tensiones sin resolver
Uno de los principales focos del malestar fue una declaración de Petro en Cali, el pasado 11 de junio, en la que aseguró —según información de un “presidente vecino”— que Marco Rubio, secretario de Estado estadounidense, estaría organizando un golpe de Estado en su contra. Esa afirmación, sumada a una serie de audios filtrados del excanciller Álvaro Leyva, quien supuestamente sostuvo reuniones con congresistas republicanos para explorar escenarios de “remoción del presidente”, agudizó la crisis diplomática.
En respuesta, McNamara enfatizó que Estados Unidos no busca romper vínculos, pero dejó claro que se necesitan compromisos firmes desde Bogotá para revertir la tendencia negativa. “Esperamos discutir estos asuntos con el gobierno colombiano y transmitir los pasos concretos que la administración Trump busca con urgencia. Estos pasos permitirán evitar una escalada que perjudique a ambos países, especialmente a Colombia”, sentenció.
Estados Unidos insiste en condiciones claras
Aunque el diplomático reconoció que Colombia sigue siendo un “socio estratégico esencial” en América Latina, también advirtió que Washington no puede sostener la relación sin un “socio fuerte y colaborativo”. En otras palabras, EE. UU. seguirá exigiendo claridad, cooperación y moderación en el lenguaje presidencial para continuar el trabajo conjunto en materia de seguridad, migración, narcotráfico y comercio bilateral.
“Nuestro objetivo es fomentar una relación más positiva y trabajar para que estadounidenses y colombianos estén más seguros, protegidos y sean más prósperos”, dijo McNamara, quien también se mostró consternado por el deterioro actual de la alianza.
Petro intenta suavizar el tono, pero Trump no cede
Ante la creciente presión internacional, el presidente Gustavo Petro envió una carta a su homólogo estadounidense en la que reconoce el desgaste de las relaciones diplomáticas y solicita una tregua. En el documento, conocido por El Colombiano, el mandatario colombiano hace un llamado a la moderación:
“En las últimas semanas se dio un intercambio de opiniones entre el despacho de la Secretaría de Estado y esta Presidencia que alcanzó una notoriedad pública que merece una reflexión serena y franca. Como representantes electos de nuestros pueblos, compartimos la responsabilidad de cuidar las palabras y los gestos, particularmente en tiempos de agitación y desinformación”, escribió Petro.
Sin embargo, fuentes diplomáticas aseguran que la misiva no logró el efecto deseado. La administración Trump, que ha adoptado una postura más dura frente a los gobiernos de izquierda en América Latina, estaría exigiendo pasos concretos y no solo mensajes conciliadores. Entre ellos, una rectificación pública sobre las acusaciones de golpe de Estado y un compromiso explícito con la institucionalidad de la relación bilateral.
El futuro de la alianza, en vilo
Más allá del impasse actual, lo cierto es que Estados Unidos ha reiterado su disposición a tomar medidas unilaterales si considera que Colombia se aleja de sus compromisos bilaterales en seguridad, control de drogas y migración. McNamara fue enfático en que su país priorizará sus propios intereses, incluso si eso implica reconfigurar su cooperación con Bogotá.
“Estados Unidos continuará tomando medidas decisivas para frenar la migración ilegal, abordar los temas pendientes en nuestra relación comercial, contrarrestar el flujo de narcóticos y llevar a los criminales ante la justicia”, dijo el diplomático, subrayando que estas decisiones no dependerán exclusivamente de la voluntad del gobierno colombiano.
La tensión actual plantea un reto mayor para la diplomacia colombiana, que deberá actuar con mayor prudencia y coherencia si quiere preservar una de las alianzas internacionales más relevantes para la estabilidad económica y política del país. Por ahora, el pulso entre Washington y Bogotá sigue abierto y el margen de maniobra para evitar un rompimiento total se reduce día a día.