El reto de interpretar a Gonzalo Rodríguez Gacha, un narcotraficante calculador, sanguinario y a la vez benefactor en su pueblo natal, Pacho (Cundinamarca), lo asumió Juan Sebastián Calero. El actor, reconocido por su personaje de ‘Richard’ en la serie ‘Pandillas, guerra y paz’, afirma que representar a personajes oscuros le ha dado la posibilidad de explorar las condiciones que llevaron a estos hombres al mundo criminal.
El historial de malos de Juan Sebastián Calero en la televisión es amplio: en ‘El Capo’ fue el Fiscal Grisales, un funcionario corrupto; en ‘Amor sincero’ le dio vida a Álex Restrepo, un hombre mujeriego, atrevido, tomador y que siempre estaba involucrado en negocios turbios; recientemente en ‘Comando Élite’ fue ‘La Gringa’, el lugarteniente y mano derecha de ‘Los Mellizos’.
En esta entrevista en el parque de la 93 de Bogotá el actor serio queda a un lado. Juan Sebastián es tranquilo, de buen humor, le gusta reírse de sus personajes y bromea con un tono parecido al del propio Richard.
Le gusta hablar, aunque tiene fama de tímido. Nos cuenta que uno de los celadores de RCN siempre lo saluda con la frase: “Las mujeres no se conquistan, las mujeres se compran”, una linea del personaje Gonzalo Rodríguez Gacha.
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A pesar de que físicamente no es parecido a este narcotraficante (tiene pelo rubio y ojos azules) logró aumentar de peso y asumir parte de las particularidades de un personaje sobre el que rondan tantos mitos.
Antes de ser actor estudió cine por tres años en Cuba y espera dirigir algún día una película. Intentó estudiar otras carreras como ciencia política. “La décimo quinta opción era esto y me terminó gustando más que la matemática avanzada y la ingeniería nuclear”, dice, y se ríe.
Por ahora espera continuar trabajando como actor, la profesión que aprendió de sus papás, Vicky Hernández y Gerardo Calero.
En entrevista con Kienyke.com habla sobre Gacha y otros personajes del bajo mundo.
¿Cómo fue la preparación para interpretar a Gonzalo Rodríguez Gacha?
Este proyecto comenzó con una investigación del periodista Gerardo Reyes, junto con el libretista Mauricio Navas. Por eso hay cosas que están implícitas en el libreto y uno tiene una guía. Sin embargo, siempre trato de hacer una búsqueda para tener elementos y elaborar el personaje. Es una tarea personal y en la medida que uno se va metiendo en el personaje, y lo encarna, se complementa. A veces alguien llega y tiene una anécdota, porque lo conoció o supo algo, y eso resulta muy útil a la hora de aportarle a la creación del sujeto.
Después de interpretarlo, ¿cuál es su opinión sobre Gacha?
Para interpretarlo uno lo tiene que entender, es un punto de partida. No lo justifico, eso es distinto, pero sí se debe hacer el esfuerzo de entrever qué lo movía, por qué tomaba ciertas decisiones, qué había en su fuero interno. Eso siempre será una incógnita, uno no llegará nunca a develarlo completamente. Por eso analizo el contexto donde este personaje surgió, qué lo llevó a convertirse en la persona que fue. Seguramente fue un tipo que dentro de sus posibilidades trató de labrarse un camino que le proporcionara a él y su gente una condición mejor de vida. Siempre va a ser muy difícil llegar a ver qué había en la cabeza o corazón de un personaje de estos,sobre todo cuando se especula tanto.
¿Qué excentricidades de ‘El Mexicano’ lo impactaron?
Hay detalles como que le gustará tanto adornar sus armas y su idolatría por Túpac Amaru, su caballo. Es extraño que un hombre con un corazón así para tomar determinadas decisiones, tenga una relación tan acérrima con un animal. Tenía muchas contradicciones. El otro rasgo es que su hijo naciera en tan malas circunstancias y que después se despertara una relación tan estrecha entre ellos. En ese afán de no tener nada a tenerlo todo surgen cosas muy interesantes.
¿Qué le quedó de la experiencia en ‘Pandillas, guerra y paz’?
Fue muy enriquecedor. Me permitió tener un proceso laboral y personal muy intenso. Fueron muchas cosas: el día a día de las grabaciones –que eran más de 12 horas- traía cosas chéveres de toda índole. Eso se vuelve gran parte de la vida, si no la vida entera de uno en ese momento.
¿Por qué cree que siempre interpreta a tipos rudos?
A veces me pregunto eso y no sé. Creo que es porque mi papel en ‘Pandillas, guerra y paz’ funcionó y fue un programa de mucha duración. Por eso se me relaciona bastante con Richard y surgen otros personajes que se mueven en esos ámbitos. A mí me parece interesante de este trabajo abarcar mundos y universos totalmente distintos, por eso aceptaría también el papel de un cirquero o un abogado, por ejemplo.
¿Nunca lo ha afectado la negatividad de esos personajes?
Sí, a veces. No es que me haya vuelto loco o pierda la noción de las cosas, pero sí en cierta medida eso afecta el ánimo y, por qué no decir, la psiquis. Hay que tener una especie de noción entre la vida de uno y lo que es su personaje y su mundo.
¿En este caso cómo quiere que los espectadores vean a Gacha?
Me interesa que se pueda percibir como persona, por más equivocada o no que esté.
¿En qué se diferenciará esta telenovela de la que se realizó sobre Pablo Escobar (‘El patrón del mal)?
Habrá diferencias y similitudes, porque Gacha y Escobar tenían personalidades y maneras de abordar el mismo mundo de una forma distinta. Ambos eran respetados y temidos por la gente que los rodeaba.
Vea más sobre la entrevista a Juan Sebastián Calero en video.
¿Cómo vio a Andrés Parra en su papel de Pablo Escobar? Es maravilloso y uno de los grandes actores de este país. Hizo una interpretación realmente aplomada, interesante y llena de matices. ¿Qué veremos de especial en ‘Alias El Mexicano’? Algo interesante dentro de cualquier dramatizado, es que hay una gran variedad de personajes: son muy distintos y están muy bien trabajados. ¿Cómo influyeron sus papás dentro de su carrera actoral? Hay una especie de singularidad positiva y negativa, porque podemos compartir y hablar de lo mismo, pero ellos también esperan que uno funcione como actor. Pero por todas estas razones nuestro vínculo es mayor. ¿Se siente bien dentro del mundo de la “farándula”? Creo que la “farándula” a veces es muy condicionante. Hay cosas que toca hacer y uno no se siente tan fluido, son como “obligaciones”, pero hacen parte del trabajo. Lo que me parece preocupante es cuando eso se vuelve más importante que el trabajo en sí, nunca debería superarlo.