Un año después, ¿se sabe de dónde salió la covid-19?

Vie, 08/01/2021 - 19:53
Varias teorías se han estudiado sobre el origen de la covid-19. Un mercado chino, un plato exótico y un laboratorio son las versiones que se manejan hoy, pero las investigaciones podrían arrojar sorpresas.
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La versión del mercado en Wuhan

La versión más difundida sobre el origen de la covid-19 es que salió del Mercado Mayorista de Mariscos de Huanan, localizado en la ciudad de Wuhan, en la provincia china de Hubei. 40 personas, 27 relacionadas y 13 no relacionadas con el lugar, enfermaron por una neumonía de causa desconocida y que empezó a manifestarse desde el 8 de diciembre, aproximadamente. 

La plaza de mercado fue un posible foco del virus dentro de la ciudad, en la cual viven once millones de personas. El lugar ya había sido sancionado antes por problemas de salubridad y cerró definitivamente en enero de 2020. El gobierno chino emitió la alerta y compartió la secuencia genética del virus. 

Parte del paisaje en las plazas de mercado del mundo, no solo las chinas, es la reunión de muchas personas a la vez y el difícil manejo de los alimentos perecederos. Si se deja de lado el tema de la comida, que será abordado más adelante, el brote de Wuhan pudo originarse por un grupo de supercontagiadores: personas contagiadas que tuvieron contacto con muchas más y transmitieron el virus sin saberlo.

Es lo que pudo ocurrirle a Wei Guixian, de 57 años, quien fue el primer caso con nombre y apellido que China reveló al mundo a través del diario The Paper. Antes de que el mercado cerrara, ella se dedicaba a vender camarones allí. No le prestó mucha atención porque ella siempre pesca los resfriados de invierno. 

Ella empezó a sentirse mal el 10 de diciembre de 2019, pero siguió yendo a trabajar a su puesto hasta el 16, cuando necesitó asistencia especializada en el Hospital Wuhan Union. Los vendedores de los puestos vecinos, una de sus hijas, una sobrina y el marido de ella también se contagiaron. El anuncio de China se dio el 31 de diciembre. 

Por cierto tiempo se creyó que Wei era la paciente cero, pero la prensa oficial en China afirma que los primeros casos se detectaron fuera del país. Esa es la narrativa que se maneja de puertas para adentro. 

Esa versión del origen de la covid-19 aún no tiene mucha credibilidad para occidente. Según Michael Ryan, epidemiólogo encargado de los riesgos agudos para la salud mundial de la Organización Mundial de la Salud, es “bastante especulativo” pensar ahora en que el virus se esparció primero en otro lugar distinto a China.

Tal vez es de origen animal

¿En qué parte del cuento del origen de la covid-19 aparece el murciélago? La verdad, todavía no es muy claro. El primero de enero de 2020, un día después del cierre de Huanan, el Centro para la Protección de la Salud de Hong Kong tomó 585 muestras ambientales dentro del lugar. De esas muestras, 33 resultaron positivas para covid-19; 31 de ellas salieron de la sección dedicada a los animales salvajes.

China tiene el mercado más grande de tráfico de especies en el mundo. Aunque por obvias razones no hay un registro claro de cuánto dinero mueve este negocio ilegal, la Comisión Estados Unidos-China estima una suma de $23 mil millones de dólares al año. Entre los animales más apetecidos en este mercado están las tortugas, los elefantes, felinos salvajes, pangolines, tiburones, entre otros. 

Algunos mercados mojados en China tienen secciones de cultivo de animales salvajes; es común que los ejemplares sean exhibidos y almacenados aún con vida y se sacrifiquen frente al cliente que se los va a llevar. 

La caza y consumo de carne de animal salvaje en China inició en los primeros años del comunismo, en el que millones de chinos murieron de hambre como consecuencia de errores en las políticas: de repente hubo más comensales que cultivos agrícolas y pecuarios prósperos, y tener cultivos privados de cualquier cosa estaba prohibido. 

Algunas personas que vivieron esos años reportan que el consumo de carne era un evento de una vez por año, si acaso era posible. Li Rusheng, un habitante de la provincia de Yunnan, le contó a la revista Time que una de sus fuentes de proteína cuando era joven era la cueva Shitou. Hasta allá llegaba con una escopeta y unos amigos para cazar una particular fuente de proteína y comer. No era un acto de curiosidad culinaria o tacañería, sino de física hambre: eran los murciélagos de la cueva o ellos.

Durante los años de juventud del señor Li, tener una mascota era ilegal porque se consideraba un privilegio burgués y porque los animales de compañía comían porciones que podrían alimentar a un ciudadano. Los perros, los gatos y cualquier otro animal solo era cultivado para comer. Solo en los años 90 se levantó esa restricción, pero quien tenga una mascota —que debe medir 35 centímetros o menos— debe pagar un impuesto anual de unos 500 mil pesos colombianos.

El señor Li ya no come murciélagos y cada vez menos chinos lo hacen. Uno de los motivos es que la economía en China ha mejorado significativamente. Además, el SARS-CoV-1 fue relacionado con los murciélagos —aunque todavía se investiga cómo fue la transmisión a los humanos—.

De hecho, el consumo de especies exóticas no es común entre los chinos. La carne de perros y gatos se vende en algunos lugares, pero en otros su consumo se ha puesto en debate. Los animales salvajes se venden para hacer medicina tradicional, artesanías y manjares consumidos por las élites.

Uno de los animales más codiciados en el mercado chino es el pangolín, buscado con fines medicinales y para comer. De hecho, este mamífero es una de las víctimas principales de la legislación ambigua para controlar el mercado de animales salvajes. Hay personas con licencias para criar animales salvajes, pero lo que hacen es cazar pangolines en estado salvaje para la venta directa. Los pangolines en estado salvaje se alimentan de murciélagos. Por eso se cree que el pangolín puede ser el eslabón perdido entre el murciélago y los humanos. 

Ahora, ¿valdría la pena preguntarse quién se comió el pangolín o el murciélago infectado? Tal vez no. Aunque sí se dijo inicialmente que los murciélagos están relacionados con el SARS-CoV-1 y que los coronavirus sí tienen origen animal, aún no se sabe con certeza cómo el virus fue transmitido del animal al humano. 

Por otro lado, el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) publicó en diciembre de 2020 que es baja la probabilidad de contagiarse a través de la comida, las envolturas de comida o las bolsas que la contienen. El primer infectado pudo resultar por el contacto frecuente con sangre, moco o el aire que respiraban los animales vivos y cautivos.

Wei, la presunta paciente cero, enfermó de lo que creía que era un resfriado de invierno y creyó haberse contagiado por usar un baño de la plaza. Al igual que el chino promedio, Wei no acostumbra comer animales exóticos. Eso nos devuelve a las otras hipótesis del origen de la covid-19: fue un brote por aglomeración o un accidente.

¿El virus se escapó de un laboratorio?

El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, dijo tener pruebas para demostrar que el virus escapó de un laboratorio en el Instituto de Virología de Wuhan. Además, para reforzar la alienación racista, Trump y su gabinete se han referido ampliamente al virus como “el virus de Wuhan” o “el virus chino”. Sin embargo, esta es la hora en que no ha presentado una sola prueba que demuestre que ese es el origen de la covid-19.

¿El virus es un arma biológica de China? Aquí hay que extender un sólido no. El equipo de Shan-Lu Liu, científica de la Universidad de Ohio, revisó el genoma del virus y no encontró secuencias insertadas a las malas; es una secuencia aleatoria que muestra una evolución natural, parecida a la de los virus SARS y MERS. Sugerir esto es, además, peligroso en términos políticos: se pueden crear tensiones sobre armas biológicas que no existen mientras hay problemas más urgentes que resolver, como el de frenar esta y futuras pandemias.

¿El virus pudo escapar de un laboratorio? Sí, porque hasta los científicos más cuidadosos pueden cometer errores. Algunos laboratorios de alta complejidad en Estados Unidos y China han dejado escapar virus como la viruela, el ébola y el propio SARS. Por eso el laboratorio de Wuhan está en la mira del ojo público. 

A la epidemióloga Shi Zhengli, que ha ganado notoriedad por ser quien vinculó al SARS-CoV-2 con los murciélagos, le parece absurdo que hagan esa acusación sin pruebas y retó a la OMS a visitar el instituto. Este es uno de los posibles lugares a los que la comisión de la OMS irá en la visita que harán a partir de mañana.

Lea también: Expertos de la OMS viajarán el 14 de enero a Wuhan

¿El paciente cero no se conocerá nunca?

Conocer al paciente cero de una enfermedad sirve, en ocasiones, para hallar su origen y el camino que recorrió para dispersarse. A veces es posible identificar esa información a mediano o larguísimo plazo; a veces no. Los primeros casos de polio aparecieron en el siglo XIX, mucho antes de que se conociera la composición de los virus. En una muestra de sangre extraída a un congolés en 1959 se encontró la primera infección por VIH en un humano. El primer caso de la última epidemia de ébola fue una bebé de Guinea que murió por cuenta de la enfermedad.

Sí, sería una información muy útil, pero no será tan fácil encontrar al paciente cero de  SARS-CoV-2. De hecho, es posible que no se sepa nunca quién fue, incluso si esa persona es de un país como China, donde el control fue tan estricto que tienen la infección a raya y algunas provincias ya retomaron la vida normal. 

Una hipótesis que se maneja es esta: el paciente cero sigue vivo, fue asintomático y nunca se dio por enterado de que fue infectado. 

Para comprender la dificultad, basta con pensar en el caso colombiano. Según la versión oficial, el SARS-CoV-2 entró a Colombia por avión y sin avisar. La primera persona que fue diagnosticada en Colombia con la covid-19 tenía 19 años, estaba en Bogotá y había llegado de Italia sin síntomas. Solo supo que estaba infectada porque empezó a sentirse mal y el 6 de marzo se confirmó su diagnóstico. Con el paso de las horas comenzaron a aparecer otros casos. 14 días después del primer positivo, se cerró el país.

Antes de enfermar tuvo contacto con, al menos, 16 personas, quienes compartieron espacios con ella sin tapabocas ni distancia. A ella no le practicaron prueba ni se le pidió guardar 14 días de aislamiento al volver porque se consideraba una medida exagerada. Otras personas llegaron a Colombia en las mismas circunstancias, antes e incluso después del diagnóstico de ella, que desarrollaron la enfermedad o transmitieron el virus a otras personas sin saberlo. 

Problemas para conocer la información

El sigilo con el que China ha manejado la información de crisis durante toda su historia reciente hace sospechar al mundo que están ocultando algo. En el caso del origen de la covid-19, occidente podría tener razón.

Son los casos del doctor Li Wenliang y la periodista Zhang Zhan, quienes denunciaron desde sus redes sociales que la crisis podría ser peor de lo que el gobierno afirmaba. El doctor está muerto y la periodista fue sentenciada a prisión.

Tristemente, eso será algo que solo se sabrá con el tiempo y a través de los testimonios en la posteridad.

 

Creado Por
Erika Mesa Díaz
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