Para los reyes católicos de España y para la Iglesia Católica era muy importante que los aborígenes americanos, como les decían a los nativos el nuevo continente, conquistado por Cristóbal Colón en 1492, entendieran y aprendieran a comunicarse a través de la lengua española. En principio, alrededor de 1515, luego de varios viajes a América, esta labor le fue encomendada a las órdenes religiosas jesuitas, la Compañía de Jesús. Los misioneros tenían el doble trabajo de enseñar castellano y de evangelizar a los indios con el cristianismo.
No era una tarea fácil. Los enviados decidieron, como primera medida, convivir con las comunidades indígenas, para entender y aprender la lengua de los nativos, y así iniciar con ellos el proceso de evangelización; después de entender el idioma de los nativos, se imprimieron en España cartillas del catolicismo en lengua castellana y náhuatl, que era la lengua natural de los aztecas, de México, donde se inició el proceso, que luego se extendió a los demás territorios de América.
Según investigaciones del Instituto Caro y Cuervo se han encontrado textos religiosos impresos que datan de comienzos del siglo XVI, escritos en más de 40 lenguas indígenas, entre ellas mexicano, otomí, mixteco, huatusco, chuchón, maya, zapoteco y zotzil con los cuales adoctrinaban a las diferentes tribus que se encontraban a lo largo y ancho del nuevo continente.
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En los primeros días del mes de abril de 1550, y debido a la demora en el proceso de españolizar la lengua de los aborígenes, el Rey Carlos V emanó una ley concerniente a la obligatoriedad de la enseñanza del idioma español en las tierras colonizadas por España.
Para los ministros del Consejo de las Indias era suma importancia que los indígenas aprendieran español, según ellos, porque con el conocimiento de esta lengua, los aborígenes podrían ser doctrinados con más facilidad en cuanto a la religión católica. Asimismo con el saber del castellano, los indios podrían adoptar las leyes, las costumbres y órdenes emitidas desde la Corona y que con este saber los nativos de América podrían conseguir lo necesario para vivir. Esta orden le fue enviada a virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza y Pacheco.
Aunque la orden se emitió como ley y los jesuitas enviados para cumplirla lo intentaron, el proceso no fue nada fácil. Así lo indicaban los religiosos, quienes constantemente manifestaban que debido a las diferentes lenguas de las tribus americanas, que definían como comunes, llanas e inteligibles, la comunicación con estas era demasiado complicada.
Como estrategia para introducir el español en las tribus, en 1580 se ordenó que en las universidades de Lima y México, las primeras instituciones educativas profesionales de América (1551), se le enseñara a los jesuitas la lengua de los aborígenes, pero esto tampoco resultó, ya que en el territorio conquistado había decenas de tribus y cada una contaba con una lengua diferente.
El proceso pedagógico se empezó a realizar desde las escuelas que las comunidades religiosas implantaron en América para los niños de las distintas comunidades, pero según cartas enviadas a los arzobispos, el poco español aprendido por los niños indígenas era borrado al volver a sus comunidades en las tardes donde solo se comunicaban en su dialecto. El poco afecto que los indios le tenían al idioma español y el poco interés en aprenderlo era otro de los grandes problemas que los pedagogos tenían para enseñar el idioma.
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Con la llegada de la época de la colonia y el mestizaje que se produjo, el proceso de españolizar a los indígenas se complicó aún más. Los aborígenes arraigaron sus lenguas y la introducción del español en sus comunidades era mínimo. El número de indios superaba al de españoles en el territorio y la influencia del idioma local era mucho más fuerte, tanto así que los monjes y españoles que estaban en América hablaban el idioma de las tribus mientras que los indígenas que dominaban el español eran muy pocos.
Fue hasta el siglo XIX que el idioma español tomó fuerza en las comunidades indígenas; pero no fue por convicción sino por necesidad social. Algunos empezaron a adoptarlo porque el hacer negocios con los criollos y españoles y el enseñar a sus hijos a defenderse en el mundo, fuera de sus comunidades, se los obligó.
Aunque los colonizadores no pudieron imponer su lengua ante los indios, esta vio el principio del fin por factores como la explosión demográfica, el mestizaje con otras razas y el exterminio, entre otros.
Aunque las comunidades indígenas fueron perdiendo su territorio, su cultura y por ende la manera de narrar el mundo, las que hoy día subsisten defienden su lengua como una fuerte herramienta de resistencia.
La guerra del idioma español para entrar a América
Mié, 03/04/2019 - 11:40
Para los reyes católicos de España y para la Iglesia Católica era muy importante que los aborígenes americanos, como les decían a los nativos el nuevo continente, conquistado por Cristóbal Coló