Los cuatros venezolanos que se hicieron millonarios en Colombia

Dom, 10/04/2011 - 14:30
Ronald Pantin creció en la tranquila y cosmopolita Caracas de los años sesenta. Empezaba el boom petrolero, y aunque su familia tenía negocios agrícolas, decidió buscar su futuro en el negocio de
Ronald Pantin creció en la tranquila y cosmopolita Caracas de los años sesenta. Empezaba el boom petrolero, y aunque su familia tenía negocios agrícolas, decidió buscar su futuro en el negocio del oro negro. Como muchos jóvenes venezolanos, miró hacia Estados Unidos a la hora de escoger su carrera universitaria. Gracias al plan de becas Gran Mariscal Ayacucho pudieron acceder a las mejores universidades del mundo. Pantin terminó administración en  Mississippi State University y concluyó luego un máster en ingeniería industrial y de petróleo en Stanford, en California. De regresó a Caracas siguió otra de las rutas obligadas para los recién egresados: PDVSA, la empresa estatal Petróleos Venezolanos S.A., donde formó parte del equipo de profesionales que ayudó a abrir la empresa fundada en 1975, en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, a inversores extranjeros, un proyecto que convirtió a PDVSA en el segundo productor de petróleo más grande del mundo después de Saudi Aramco. Patin inició una carrera de 23 años en PDVSA, que lo llevó a ocupar el cargo de Presidente de servicios, hasta que llegó Hugo Chávez al poder. Al año de su arremetida, para revertir las reformas del mercado libre que Patin había ayudado a implementar, renunció.  Fue uno de los 22.000 empleados de PDVSA que fueron despedidos o se retiraron con el Plan Colina por la Conquista de PDVSA. “Fue una gran decepción”, dijo Pantín. Sin embargo, intentó quedarse en Caracas, pero no resistió mucho. Después de un breve período como presidente de Enron Venezuela, Pantín empezó a mirar hacia Colombia. El gobierno del Presidente Uribe había decidido escindir Ecopetrol y crear la Agencia Nacional de Hidrocarburos para la administración de los recursos hidrocarburíferos, que liberaba la inversión extranjera para explotación del subsuelo colombiano en condicionales muy favorables para los inversionistas. “Los planetas se alinearon”, dijo Pantin. “Fue una combinación de las políticas de Uribe, las nuevas leyes de hidrocarburos, las políticas de seguridad nacional y una geología muy prometedora”. La Conquista de PDVSA sacó de Venezuela a 22.000 profesionales del petroleo. Tomó la decisión y junto a su amigo José Francisco Arata viajaron a Bogotá. Arata, geólogo de la Universidad de Torino e Ingeniero Geólogo de la Universidad Central de Venezuela, había trabajado en el área de exploración y producción de Maraven, una empresa petrolera filial de Petróleos de Venezuela. Su experticia estaba en la producción, refinación y comercialización de los derivados del petróleo. Además, también había sido una víctima de la política petrolera de Chávez. Ordenó la liquidación de Maraven y la fusionó al área de petróleo y gas de PDVSA. En Bogotá se encontraron con otro venezolano, muy conocido del sector petrolero: Miguel Ángel de la Campa. Su experiencia de treinta años, gracias a la formación en economía internacional en la Universidad de Georgetown, estaba orientada a la financiación y desarrollo de petróleo y  minería, en países como Estados Unidos, América Latina, Europa y África. Colombia tenía una condición especial: campos petroleros maduros pero con maquinaria y procesos de exploración obsoletos. Un escenario perfecto para la experiencia acumulada de los venezolanos. Pero requerían de una financiación. Miguel de la Campa y José Franciso Aranta buscaron al economista  Serafino Iacono, un venezolano de cincuenta años con amplia experiencia en el mercado de capitales que ya vivía en Colombia. Un promotor de tal efectividad que en los últimos 13 años ha conseguido más de 1 billón de dólares de financiación para proyectos internacionales de extracción de recursos de minería e hidrocarburos. La bolsa de valores de Toronto, Canadá, es la líder mundial en transacciones de minería, petróleo y gas, con el mayor número de empresas del sector. Era el lugar para conseguir recursos para financiar proyectos petroleros. Los venezolanos lo sabían. Ronald Pantin y Serafino Iacono viajaron a Toronto en busca de inversionistas que le apostaran a una empresa de exploración petrolera en Colombia. Allí encontraron inversionistas interesados y en 2004 fundaron Pacific Stratus Energy. El primer paso sería buscar participación en algún campo petrolero. La oportunidad se dio con el campo La Creciente, en  Sucre, que cuenta con buenas reservas de gas natural. Efromovich era dueño de Campo Rubiales donde empezó la fortuna de los venezolanos. En 2007, los cuatro venezolanos se asociaron con Meta Petroleum, la empresa que en ese entonces operaba el campo Rubiales, localizado a 167 kilómetros de Puerto Gaitán, en el Meta. Rubiales fue descubierto en 1982, pero fue abandonado por los altos costos para la extracción de crudos pesados y la amenaza de las Farc. Sin embargo, Germán Efromovich, el brasileño dueño de Avianca, la adquirió en 2001. El brasileño y los venezolanos se unieron. Petro Rubiales Energy Corporation, de propiedad de Germán Efromovich, con sede en Vancouver, puso su experiencia en producción de crudo pesado, y Pacific Stratus Energy en la exploración de gas natural. De esta unión nació Pacific Rubiales Energy Corp. La empresa cotizó primero en valores de Toronto y luego, desde 2010, en la Bolsa de Valores de Colombia. Efromovich quedó con una participación pequeña, mientras los cuatro socios quedaron como accionistas mayoritarios y directivos de Pacific Rubiales, con sueldos anuales individuales de $525.500 dólares, mil millones de pesos al año. El miércoles 22 de julio de 2009, el presidente Uribe recibió en el Palacio de Nariño  a Ronald Pantín, José Francisco Arata y Miguel de la Campa. A la reunión asistieron también el ministro de Minas y Energía, Hernán Martínez, y la ministra consejera para el sector privado, Claudia Jiménez. Estaban de regreso del Meta de evaluar el cumplimiento del Plan Maestro Rubiales. Las noticias eran positivas sobre el comportamiento de los campos de Rubiales y Pirirí. Anunciaron, entonces, que se convertiría en la compañía de mayor crecimiento de petróleo y gas en el país, y que serían el segundo operador después de Ecopetrol. La fórmula era simple: tecnología de punta y la experiencia de PDVSA, aplicada a un subsuelo rico, inexplotado hasta el momento en todo su potencial. La reunión del presidente Uribe con los directivos y accionistas de Pacific Rubiales en el Palacio de Nariño. Aprovecharon la reunión para exponerle al presidente su nuevo plan: incursionar en la minería aurífera. Así, también crearon en Canadá la compañía Medoro Resources, que adquirió Mineros S.A, que pertenecía al Grupo Pacheco-Colpatria, ubicada en Marmato, Caldas. Con esta jugada, tomaban el control de 95 de las 117 minas legales que existen en la zona, con un potencial de 6.6 millones de onzas de oro. Fue entonces cuando el presidente Uribe aprovechó para proponerles que se quedaran también con Frontino Gold Mines, la histórica mina localizada en Segovia, Antioquia, en liquidación supervisada por el Estado, con un gran pasivo laboral. Los venezolanos recogieron la sugerencia presidencial y empezaron a trabajar en el proyecto. La ex canciller María Consuelo Araujo fue la encargada del lobby y la articulación con las entidades del Estado, con una millonaria comisión de éxito, que dependía de la efectividad en la negociación. Al fin, fue comprada en marzo de 2010 a través de una empresa creada en Toronto, Gran Colombia Gold Corp. Los venezolanos giraron 365,000 millones a una fiducia para cubrir los pasivos pensionales. Colombia Gold tiene, además, activos en las minas de El Zancudo, Carla Gran Colombia y Providencia, en Antioquia y Mazamorras, Nariño. La Conchi Araujo fue nombrada presidente de la compañía, con ingresos de 974 mil dólares al año. En la Junta directiva de Medoro Resources quedó vinculado el ex ministro de Minas y Energía, Hernán Martínez, quien como a todos los miembros, se le reconoce unos ingresos anuales cercanos a los 325 mil dólares. Claudia Jiménez fue nombrada Directora del Sector de la Gran Minería a Cielo Abierto en Colombia. Así, quedaron muy bien ubicados los mismos funcionarios del gobierno de Álvaro Uribe que estuvieron presentes cuando nació la idea, y los que participaron en la reforma al Código de Minas. Una de las grandes ganadoras con la compra de Frontino Gold Mines fue María Consuelo Araujo, a quién le pagaron una cuantiosa comisión de éxito. El año pasado, Serafino Iacono, Miguel de la Campa, José Francisco Arata, Ronald Patin y otros inversionistas crearon Pacific Coal Resources, también en Toronto, para la exploración de carbón en Colombia. Para arrancar, compraron tres minas de carbón: La Caypa, en Barrancas, La Guajira; C.I. Jam, en Samacá, Boyacá, y La Tigra, en Santander. Y un puerto: Las Flores, en Bocas de Ceniza, cerca de Barranquilla. Con esta inversión, los cuatro venezolanos entraron a jugar en las grandes ligas de la riqueza colombiana y latinoamericana. Unos hombres que hicieron de la crisis venezolana una oportunidad.
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