"El deporte nacional es estigmatizar al Congreso", dijo el pobre ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas al justificar la prima de $7.898.445 que les devolvió el presidente Juan Manuel Santos a los “honorables congresistas”.
Eso es Colombia, un país en el que la decencia personal se cree en la corbata y no en la conciencia moral. Y eso es precisamente lo que molesta a una sociedad hastiada de la injusticia. Ni siquiera ofende que los congresistas ganen tanto haciendo tan poco, sino que, fuera de eso, los “honorables políticos” digan que se lo merecen, que cualquier cosa contraria sería contraproducente para el Estado.
A todo eso le llaman en los medios “mermeladas”, “primas”. Pero uno si acaso lo que quiere ver son primas en mermelada. Todo lo demás de la política colombiana causa repulsión, provoca arcadas. La política colombiana se ve demasiado grotesca en los ojos de quien, como usted o yo, trabaja por un sueldo que le permite sobrevivir, un sueldo que, por supuesto, no se acerca al de esos HP y que, desde luego, no cuenta ni siquiera con el 5% de sus prebendas.
Apenas horas después de conocerse de la nueva “prima especial de servicios” para los congresistas, la página web de la Presidencia mostraba, orgullosa, los logros de Juan Manuel Santos en “lo social”. 'Gracias por acompañarnos en esta cruzada por la igualdad, por la dignidad, por la mejor calidad de vida de todos los colombianos', decía un titular. “El primer paso para la prosperidad real de una nación, la que queremos, es que la prosperidad sea repartida con mayor equidad, que sea incluyente, que sea de todos", decía otro.
¿Qué puede pensar ahora usted, que lo van a invitar a votar en las próximas elecciones? Lo mejor sí es salir a sufragar, pero escribiendo, por ejemplo, un “No más HP” en todo el tarjetón. El que ha sido jurado de votación sabe que mucha gente hace eso, solo que en los noticieros se presentan como votos nulos.
HP es el mejor calificativo para todos esos Gerleín, Gavirias, Galanes y Merlanos. Son nuestros honorables políticos, no tenemos más. Nunca es bueno generalizar, pero aquí la especificación no vale la pena porque no existe. A mi generación, de 30 a 35 años, lo único que verdaderamente le ocasionó pasión política fue la ola verde de Antanas Mockus, hoy sumida en lo que tanto despotricó.
Lo bueno es que al menos el mundo sigue mientras nosotros nos alejamos de él. “Mientras en Colombia a los parlamentarios se les atribuyen primas de 8 millones de pesos (3.200 euros aproximadamente), en Suiza el parlamento estudia la posibilidad de entregar un salario vitalicio a todos los adultos por valor de 2.000 euros (…) Así mismo, se buscará implantar la ley que un presidente de una empresa no reciba un sueldo mayor a lo que recibe el empleado con menor salario en la compañía durante todo un año”.
Qué lejos estamos, de verdad que sí. Lo tuiteó Félix de Bedout: “Las cosas por su nombre, la prima para los congresistas es una operación de compra de votos. Así de claro, así de vergonzoso”. Qué bajeza tener que comprar a un miserable que cobra por no trabajar, que se ríe de espaldas a un Policía que habla de la violencia de las barras bravas, que mira al pueblo con arrogancia, que no le importa la salud de una Colombia enferma, que se engorda en corrupción y se engolosina con chistes godos y liberales, que se desenvuelve en la morbosidad y en la crítica malsana a los homosexuales.
Algunos que carecen de sentido común son optimistas. “Se nos venía una inmensa cantidad de demandas que íbamos a perder”, dijo el ministro Cárdenas, defendiendo con orgullo la prima para esos congresistas que volverán a ganar alrededor de 25 millones de pesos mensuales. “Entre todas las opciones no había ninguna otra alternativa. Esta es la solución, esta es la fórmula, no tiene impacto presupuestal, es mantener las cosas como estaban”, apuntó.
¡Gente miope es la que nos hace las leyes y la que supuestamente defiende nuestros intereses! Chusma que cree que las cosas en Colombia están bien así como están. Y el cambio que promueven editoriales, como el de El Tiempo, es el de alejarnos de la apatía, defender al Congreso como institución y participar de las elecciones, es decir, participar de la política cuando lo único nuevo es dizque el “Partido del tomate”.
Si no tuviera que ir a trabajar, tal vez me plantaría en el Congreso solo a enfrentar de boca a esos HP.
En Twitter: @javieraborda
