Sin embargo, en esta oportunidad algo cambió. En cierta medida, mi creciente convicción en donar sangre -contrario a la primera vez que lo hice para que me dieran un juguito en caja Tetra Pak y unas papas- me ha hecho una mujer más consciente del deber y responsabilidades que este acto implica. No obstante, la razón fundamental de esta madurez se debe a que en esta ocasión fui testigo de una escena tal vez muy habitual entre los homosexuales y tan distante para mí, heterosexual. Mientras escribía mi nombre, mi estado civil y mi lugar de nacimiento, observaba como a un estudiante joven y de aspecto saludable -tan igual como yo, no se le permitía donar sangre pues el tipo no tuvo pena en decir que tenía una orientación distinta a la "normal".
“Tan bobo, eso le pasa por decir que era marica”- le escuché decir a alguien sentado al lado mío que también observaba la penosa escena.
...
Al llegar a mi casa le comenté lo sucedido a un gran amigo y clásico detractor de mis “posiciones progresistas”, como era de esperar, él no comprendía mi indignación. En su loable opinión, la anterior escena encontraba cimiento en que uno de los criterios que se aplican en la donación de sangre para así descartar el VIH/SIDA es que el donante no haya tenido relaciones homosexuales en los últimos 15 años. Esta consideración vetusta, encuentra su origen en los años ochenta, cuando se descubrió el Virus del VIH en personas, en su mayoría, homosexuales, luego se dedujo que dicha epidemia afectaba de manera casi exclusiva a este grupo de la población. Teniendo en cuenta lo anterior, quienes defienden el rechazo preliminar de posibles donantes homosexuales argumentan que el centro/laboratorio no puede ser obligado a recibir donaciones de quien, a juicio del profesional encargado de revisar los formularios, represente un "riesgo" con el fin de evitar pruebas costosas para descartar las muchas afecciones que puedan atacar a un posible donante.
Con todo respeto (o carencia de él), este juicio superfluo basado en la orientación sexual de una persona y no en una prueba certera de la existencia de una afección, me parece discriminatoria, responde a una visión anacrónica de la realidad y perpetuadora de estigmas en contra de los homosexuales que han sido descalificados una y otra vez por la ciencia. Tales argumentos con olor a viejo son curiosos en un país que se las tira de avanzada y que recibe a todos con los brazos abiertos, un país que dice ser gay-friendly y laico pero le niega a una parte de sus ciudadanos sus derechos más elementales basados en argumentos promovidos por unas sectas religiosas que por un lado dicen promover la fraternidad y amor pero entre líneas proponen “juntos pero no revueltos”…Qué pena con todos aquellos que se sienten insultados con mis palabras, pero es que esto de la incoherencia de la gente es un tema bien bonito.
Las cosas han cambiado mucho y la restricción de donar sangre a este grupo de personas es una medida que NO es conducente para identificar a los donantes que configuran un riesgo, ya que el SIDA y demás enfermedades de transmisión sexual se presentan también en heterosexuales con ganas de “experimentar”, en los que no se protegen, en los que tienen debilidad por las trabajadoras sexuales, en adictos a drogas de inoculación intravenosa... en personas que fácilmente pueden negar todo lo anterior y donar sangre sin ningún problema.
Está dispuesto que los bancos de sangre tienen la obligación de realizar pruebas de VIH a la sangre donada en todos los casos, luego ¿por qué no permitir que un homosexual done sangre? ¿Acaso es naturaleza de quien tenga esta inclinación la promiscuidad, el desenfreno y la vida de excesos? Irónico que la consigna de las campañas de donación en este país hable de obviar las diferencias externas y concentrarnos en el hecho que todos somos iguales, que nuestra sangre es toda de un mismo color. No hay necesidad de responder estas interrogantes o reflexionar en torno a tan hipócrita lema, porque ya me imagino la cara de disgusto de mis queridos compatriotas morrongos prestos a tirar piedras aun siendo los más pecadores. Es de recordar que en el país del Sagrado Corazón de Jesús, nadie nunca ha pagado por sexo (…o ha practicado la zoofilia), aquí todos somos fieles y llegamos vírgenes al matrimonio…
Ahora que lo pienso, aquel joven estudiante- igual a mí-, no se veía sorprendido, su cara no expresaba más que la resignación propia de muchos intentos de reivindicación. Él pudo haber omitido mencionar su orientación sexual, pero hacerlo sería darle un gusto más a aquellos que promueven la ignominia para los homosexuales. Me imagino que para él este tipo de situaciones son cotidianas. La diferencia es que ya no parecen la simple aceptación de una muestra de rechazo y por el contrario, se han transformado en una muestra de resistencia, de no ceder lo ganado, de seguir luchando.
Frente a todo esto MIS RESPETOS.
*Para quien interese, desde el 2012 mediante sentencia de tutela T-248/2012, la corte se ha referido al tema y ha dicho que la orientación sexual de las personas no puede ser un criterio de selección para los donantes.