3 cifras

Mar, 18/12/2018 - 06:42
Tres cifras explican, mejor que nada, la crisis del país. 177,000 hectáreas sembradas en hoja de coca que permiten producir cocaína por un valor de 15 mil millones de dólares anuales equivalentes
Tres cifras explican, mejor que nada, la crisis del país. 177,000 hectáreas sembradas en hoja de coca que permiten producir cocaína por un valor de 15 mil millones de dólares anuales equivalentes al 5 por ciento del Producto Interno Bruto. Esa es la herencia maldita que nos dejo el proceso de paz de Santos. Algunos dirán que es un precio razonable por lograr que una minoría de las Farc renunciaran a la acción política violenta. La realidad es que este legado del proceso de paz amenaza la viabilidad de las instituciones y la misma supervivencia de nuestra democracia. Si bien es cierto que el narcotráfico se apoya en el abandono de nuestro campo y en la debilidad del Estado, también es necesario reconocer que el carácter criminal es cada vez más fuerte y las mafias detrás de este negocio son de alcance mundial. Hay quienes creen que el manejo social del problema es eficaz. La evidencia confirma que, sin un control territorial por parte del Estado en materia de seguridad, cualquier estrategia centrada en el voluntarismo es ineficiente. La capacidad corruptora del negocio sumada a su fantástica rentabilidad, hacen que los esfuerzos de substitución resulten un esfuerzo quimérico. No es con subsidios y con acciones sociales que se puede enfrentar a quienes tienen la capacidad de sobornar y asesinar en total impunidad. Este no es un problema social; es una guerra. Muchos no quieren aceptar que los mafiosos están dispuestos a todo y que les conviene estados frágiles con sistemas judiciales inoperantes como es el caso de Colombia. Lo ideal para ellos es la situación actual en la que se mezclan la impunidad del acuerdo de paz, el abandono del estado, la ausencia de capacidad militar y policial sumada a elevados niveles de impunidad. La guerra que muchos no quieren aceptar se adelanta en los parques y las ciudades de nuestros pueblos y ciudades. Se desarrolla en Nariño, Putumayo y Norte de Santander, departamentos fronterizos que representan el 60 por ciento del área sembrada. Está en los corredores logísticos, en los puertos y aeropuertos o en los negocios utilizados para el blanqueo de dinero. Hay quienes creen que esta guerra no es nuestra responsabilidad pues es alimentada por el consumo de los países receptores. Se equivocan totalmente. El narcotráfico puede generar sus inmensas utilidades en el exterior pero destruye nuestro país en el proceso. No es posible ignorar que la guerra en las calles de Nueva York empieza en Cartagena del Chairá. El narcotráfico está destruyendo lo que nos queda de país. Hay que volver a tomar la ofensiva.
Más KienyKe
Los uniformados fueron convocados por el tribunal luego de ser mencionados por otros comparecientes.
Tras aparentemente superar su crisis, los diálogos de paz se retomarán en las próximas semanas.
Los comunicadores fueron agredidos, tanto física como verbalmente, mientras ejercían en varias ciudades principales.
El alto tribunal reconoció los derechos de una pareja de adultos mayores cuya vivienda estaba al borde del río Bojabá, en Arauca.