Aborto sin ideologías

Lun, 02/05/2011 - 00:02
Muy saludable sería ocuparse de un asunto de interés público, como el aborto, despojándolo de cualquier tipo de matrícula ideológica, ya sea, de género, partidista o religiosa.

La objetivida
Muy saludable sería ocuparse de un asunto de interés público, como el aborto, despojándolo de cualquier tipo de matrícula ideológica, ya sea, de género, partidista o religiosa. La objetividad con la que de un tiempo acá varios sectores de la sociedad, y algunas de sus instituciones, vienen dando la discusión sobre tan delicado tema es tan robusta que, cuando se persiste en defender o atacar posiciones desde estos rótulos doctrinarios, se corre el riesgo de que las subjetividades despierten resquemores y se pierda tiempo y energía en la oposición a la puesta en aplicación de normas y consensos que ya existen y rigen. Un ejemplo destacable de esa objetividad, tan saludable a la hora de dilucidar sobre aspectos cruciales de la vida en sociedad, lo dio la Corte Constitucional, a través de su sentencia C-355 de 2006, al despenalizar el aborto en tres casos: cuando la mujer haya sido víctima de violación o incesto; cuando el embarazo pone en riesgo la vida o la salud de la mujer y cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida. Cuando la Corte Constitucional fundamentó dicha sentencia en el principio y el derecho fundamental a la dignidad humana puso la discusión en un ámbito de tal objetividad (es lo que se observa en los casos de despenalización, arriba mencionados), que, resulta difícil entender los argumentos que de nuevo pretende esgrimir el llamado Partido Conservador ("el derecho a la vida es inviolable y recibirá igual protección desde la fecundación hasta la muerte natural") con el apoyo de la Iglesia, para oponerse mediante proyecto de acto legislativo que presentará próximamente, a la aprobada despenalización para los casos extremos señalados. El raciocinio es sencillo, si lo que se busca es una respuesta eficaz a una problemática real, la posición de la Corte frente a la de la propuesta conservadora resulta más ajustada a lo que se requiere. A la luz de este examen, el aborto en los tres casos, repito, extremos, resulta prácticamente irrefutable. Ahí está precisamente el riesgo que se corre con las posiciones matriculadas en ideologías, credos o rótulos. La objetividad que demanda el tratamiento del problema se diluye y las soluciones no dan respuesta apropiada a las necesidades. Otro caso de distorsión por ideologización frente al mismo tema está relacionado con las tesis de las activistas feministas, que suelen asumir avances como éste sobre la despenalización del aborto como una conquista de los movimientos de género en pro de la mujer, cuando, como ya se dijo, la medida fue concebida en procura del derecho a la dignidad del ser humano y no para reivindicar un derecho de la mujer. Sin temor a redundar, no se debe perder de vista que la dignidad humana se ubica por encima de la condición de género: esta abarca a hombres y mujeres por igual. De esta manera, la despenalización “cuando la mujer haya sido víctima de violación o incesto” no debe interpretarse como una formulación para favorecer los derechos de la mujer como tal, sino para proteger su derecho a la dignidad humana, en su condición de ser humano. Así mismo, a la despenalización “cuando el embarazo pone en riesgo la vida o la salud de la mujer”, no se llega porque sea la mujer la que está en riesgo sino porque esa situación atenta contra la dignidad humana de ese ser humano, en cuanto ser humano, no en cuanto mujer. Una vez más, el derecho a la dignidad humana se muestra como el soporte de la despenalización “cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida”, pues, objetivamente, resulta un problema múltiple para todos, incluido el mismo nuevo ser, la condición de vida que les tocaría llevar a partir de su nacimiento, lo cual sería atentatorio para la dignidad humana de todos los implicados. En fin, son muchas las reflexiones que estamos llamados a hacer para acertar en el tipo de decisiones que como sociedad debemos adoptar frente a tantos problemas determinantes para nuestra vida. De la capacidad que tengamos para deslindar de ideologizaciones y de credos grupistas las providencias normativas y disposiciones legales, mayor probabilidad tendremos de responder acertadamente a las necesidades de la sociedad. Principios y derechos fundamentales deben ser el factor de inspiración. Cartas a los conservadores para que las entiendan, entre otros, la Iglesia, el señor procurador y los movimientos feministas.
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